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Cómo se deben preparar los marketeros para aceptar la inteligencia artificial

El aceptar la inteligencia artificial y el integrarla en el día a día de la empresa tiene que ir por tanto siguiendo un cierto camino, para que así encaje sin problemas.

Por Redacción - 26 Junio 2017

La inteligencia artificial es una de las herramientas tecnológicas que los marketeros están mirando con más detalle y una de las cuales a las que están prestando mucha más atención. Este interés por esta tecnología tiene su explicación clara: como ocurrió antes con el big data, la inteligencia artificial muestra muchas potenciales aplicaciones y permite conectar con los consumidores de un modo mucho más completo y mucho más eficiente.

Además, la inteligencia artificial, como recuerda un analista de Forrester en una columna en Forbes, está en ese momento en el que está cruzando ciertas fronteras. Está pasando de ser algo digno de una película de ciencia ficción o de una de esas listas de previsiones a futuro para convertirse en una realidad, una cosa tangible con aplicaciones reales que ya se pueden aplicar hoy en día. Empieza a estar ya presente y empieza a ser empleado por las empresas a la hora de ofrecer soluciones herramientas. Como apunta, "la inteligencia artificial hace cosas reales para gente real", ya sea ayudarnos en las compras online o darnos instrucciones a la hora de llegar a un destino.

Todo ello hace, igualmente, que las expectativas vayan en aumento y que todo el mundo parezca más emocionado de lo que estaba en el pasado con respecto a esta tecnología y a sus usos. Es como si la inteligencia artificial estuviese en el momento adecuado y en el estado justo para que todo el mundo se vuelva un poco loco con ella.

Los marketeros esperan conseguir con ella grandes cosas y sobre todo lograr responder a los retos a los que se están enfrentando ahora, todos esos problemas que genera el que el mundo vaya tan deprisa y que los consumidores se muevan cada vez en escenarios más y más complejos. La inteligencia artificial promete no solo ayudar con todo ello sino también hacerlo todo mejor, más rápido y hasta, como apunta el analista, más atractivo. Por ello, no solo se pueden esperar grandes cosas de ella, sino que también se corre el riesgo de esperar una suerte de "milagros" de un modo casi desproporcionado.

El aceptar la inteligencia artificial y el integrarla en el día a día de la empresa tiene que ir por tanto siguiendo un cierto camino, para que así encaje sin problemas.

Las fases de adopción

Y es que, a pesar de todo el ruido, no solo se está en una fase absolutamente inicial, sino que además los responsables de marketing tienen todavía que ver cómo funcionará todo esto y qué se puede sacar de todo ello de verdad. De hecho, como apunta el analista, lo más probable es que la adopción de la inteligencia artificial vaya por fases y que, por tanto, no se pueda esperar que las cosas ocurran prácticamente de la noche a la mañana.

Así, primero estará el momento en el que se intentarán buscar pautas usando datos y más datos. Luego se harán sugerencias para ver qué se puede sacar de ello. Tras esto se pasará a tomar decisiones y a actuar sin tener una red que ayude en caso de que todo salga mal. Y, finalmente, se pasará a la fase en la que la inteligencia artificial funcionará de manera autónoma.

Cómo tienen que verla los marketeros

A todo ello hay que sumar que la inteligencia artificial se ve también de una manera y que esto es lo que impacta en lo que se hace en realidad con ella. De entrada, por ejemplo, se considera como un elemento para conseguir más eficiencia. A pesar de que los análisis y las previsiones hablan de muchísimos usos y mejoras, ahora mismo se emplea sobre todo para ser más eficientes y se destina a hacer cosas que requieren muchos recursos si se hacen de otra manera, como gestionar e integrar datos o hacer segmentación.

Por otra parte, la inteligencia artificial no puede ser metida con calzador en el día a día de los equipos de marketing. Primero, no se puede obligar a meterla en las cosas que ya se están haciendo y la tecnología que ya se está usando, porque esto solo generará problemas y rechazo. Y, segundo, no se puede pasar de cero a cien: los primeros usos tienen que ser en aplicaciones básicas, para que así se pueda ver cómo opera e ir poco a poco aceptándola.

Y, finalmente, hay que "desmitificar" la inteligencia artificial. Esto es, no debe verse como una cosa sofisticada y poco accesible, sino que es necesario que lo vean como algo cercano y "normal". Tiene que pasar de ser una compleja tecnología a algo del día día.

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