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¿Están todavía verdes los marketeros y ejecutivos de marketing en conocimientos sobre inteligencia artificial?

Por Redacción - 21 Septiembre 2017

Cuando aparece una nueva herramienta y cuando se produce un avance en la tecnología, se suelen producir varios efectos de forma casi encadenada. Primero, hay un interés creciente en el mundo techie, que analiza, prueba y estudia la novedad con gran entusiasmo. Luego, los early adopters empiezan a estudiar qué pueden sacar de ello y cómo pueden emplear esa gran novedad para su beneficio. De ellos saldrán las primeras historias de éxito que los medios comentarán y compartirán y que harán que el interés por esa novedosa solución vaya un paso más allá. Y, una vez que se pasan estas dos etapas, llega el momento en el que las empresas y las marcas comienzan a mostrar un interés por la tecnología en cuestión y por cómo la podrían usar en su beneficio.

Y eso es lo que está ocurriendo con la inteligencia artificial. Hace unos años, la IA era algo que sobre todo interesaba en los circuitos tecnológicos. Era el momento en el que había demostraciones en eventos techie (en los de IBM solía ponerse en evidencia el poder de Watson, por ejemplo) y se hacía una evangelización de lo que significaba la inteligencia artificial y lo que podría suponer para el futuro. De ahí saltó a los primeros usuarios que estaban cambiando el negocio, desde las agencias de noticias que la usaban como base para sus robots que escribían noticias a los experimentos que daban grandes titulares de los gigantes del mercado. Y, finalmente, marcas y empresas han empezado a entrar en la fiebre de descubrir qué pueden hacer con todo ello.

Pero esta fiebre no llega sin problemas ni sin elementos de tensión, como por otra parte suele ocurrir cada vez que se produce uno de esos ciclos. Los responsables de las compañías están entrando en ese momento en el que esperan prácticamente todo de la herramienta y en el que no ven realmente también los potenciales fallos y los potenciales riesgos. Por ejemplo, la inteligencia artificial podría crear un mundo a dos velocidades, en el que las empresas que se lo pueden permitir juegan con esta ventaja dejando a las que no en una situación completamente diferente.

No es el único problema. La cuestión también afecta a quienes toman las decisiones y su preparación sobre la materia. En general, se podría decir que no están exactamente preparados para ella y para lo que supone. Como apuntaba un estudio de IBM, los CMOs ven el potencial de la tecnología, pero no están preparados para ella. Saben que impactará en muchos departamentos y que cambiará su trabajo, pero no están ni trabajando en ello ni preparándose para hacerlo.

Quizás el problema es todavía más complejo, ya que puede que los directivos de marketing crean que comprenden lo que implica la inteligencia artificial pero que, en realidad, todavía necesiten mejorar en lo que toca a esa materia.

Lo que dicen los números

Todo el mundo está hablando de ella, así que los directivos creen que más o menos saben que existe y lo que más o menos puede implicar. Un estudio de GumGum sobre una muestra estadounidense ha preguntado a los ejecutivos sobre la inteligencia artificial. un 61% de los entrevistados ha reconocido que sabe lo que es y que comprende su potencial uso e impacto, aunque, como puntualizan en eMarketer, la definición de lo que consideran inteligencia artificial en el estudio es quizás demasiado amplia.

Pero, a pesar de ello, lo interesante está en ver quiénes se consideran realmente expertos. Ahí la cifra es especialmente baja: solo un 3% de los encuestados asegura que es un experto en la materia. Esto es, solo 3 de cada 100 ejecutivos de la industria controla realmente en profundidad lo que implicará la inteligencia artificial y cómo cambiará las cosas.

Además, el interés por los diferentes usos está también desequilibrado. Así, los directivos muestran especial interés en aquellas aplicaciones y usos que tendrán un impacto directo sobre las campañas y un poco menos en otras herramientas, como pueden ser los chatbots, que logran interesar más a quienes vienen del mundo del retail.

Así, por ejemplo, las cifras de quienes no usan chatbots en absoluto son mucho más elevadas que quienes no emplean analíticas predictivas o contenidos autopersonalizables. De cara al futuro, también se muestran más interesados en los dos segundos que en el primero. A pesar de ello, no debe darse por sentado que el hecho de que el mundo del retail muestre más interés por los chatbots supone necesariamente que ellos estén en una clase avanzada en lo que a inteligencia artificial se refiere. Otros estudios apuntan que los directivos de este terreno creen que la IA todavía está muy verde para usarla en sus negocios.

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