Artículo Negocios y Empresas

Tener un aspecto saludable vende más que tener uno inteligente

Por Redacción - 7 Enero 2015

Quizás el boom de todo lo hípster estos últimos años, con sus gafas de pasta, sus libros postmodernos y su entusiasmo por los creadores a los que nadie conoce, haya hecho pensar que lo intelectual vende y que vende más que ninguna otra cosa. Vender vende, por supuesto, y tiene su público, pero cuando se trata de llegar al corazón de los otros y hacer que se queden con una u otra cosa, lo que más tira es apelar a la salud.

Ciertamente, ningún supermercado intenta vender sus productos intentando convencernos de que seremos más inteligentes gracias a ellos. Y ninguna crema y ningún producto de cosmética ha convertido en el reclamo de lo intelectual sus propiedades, sino en la promesa de parecer más jóvenes y lucir más saludables. Un nuevo estudio ha confirmado que tener un aspecto más saludable vende más que tener uno inteligente, incluso cuando se trata de terrenos en los que lo que se prima son las capacidades intelectuales.

Detrás de esta conclusión está un estudio de la Universidad de Amsterdam, que observó cómo respondían los contratadores a la hora de quedarse con un candidato para un puesto de liderazgo corporativo. La lógica diría que si lo que se busca es a un alto ejecutivo, a quien tome decisiones determinantes, las capacidades de lógica o la formación serían un apelativo destacado, pero lo cierto es que el aspecto saludable vende más.

El estudio enfrentó a los analizados a diferentes fotos de candidatos al puesto. En todas las fotos se repetían los mismos grupos de personas, aunque se variaban sus rasgos. Es decir, el candidato que elegían y el descartaban era el mismo, pero en una ocasión la foto estaba manipulada para hacerlo parecer más saludable y en otra para hacerlo parecer más inteligente.

La obsesión por la salud

Pero lo cierto es que la salud y el aspecto saludable no necesitaban de este estudio para confirmar que se han convertido en uno de los principales motores de decisiones y en uno de los elementos que empujan al consumo de los ciudadanos. La sociedad está obsesionada con la salud y para ello no hay más que ver qué sugiere Google cuando empezamos a escribir "estamos obsesionados con".

Y, de hecho, no hay más que ver la suerte no muy afortunada que están teniendo las compañías de comida rápida para entender que la salud y el aspecto saludable se han convertido en un motor demasiado importante. McDonald"s, por ejemplo, ha perdido a los consumidores más jóvenes al no entender su gurmetización y su creciente interés por lo saludable.

Los consumidores compran comida saludable (no hay más que darse una vuelta por los supermercados y por los restaurantes de nuevo cuño), consumen todo aquello que les prometa un mejor aspecto (la cosmética que se come era una tendencia a futuro hace unos años, hoy está en hasta en el supermercado más lowcost) y confían en todo lo que le prometa mantenerse jóvenes y sanos (según Euromonitor, el mercado de los antiarrugas llega ya a los 25.000 millones de dólares en todo el mundo y ha crecido un 5%).

Ser vegano o vegetariano ha dejado de ser exótico y cada vez son más los consumidores que se lanzan a seguir una de estas dietas no solo por cuestiones morales sino también en busca de una mejor salud.

Y si hace unos años los celíacos tenían problemas para encontrar comida sin gluten a precios razonables, ahora han visto como comer sin gluten se ha convertido en una moda ya que el gluten ha sido demonizado como un elemento malo (incluso para aquellos que no tienen problemas de intolerancia) y los productos libres de gluten se han convertido en una tendencia de consumo. Entre 2008 y 2013, los productos que se etiquetan como libres de gluten han crecido en un 75%, según datos de Euromonitor, llegando a convertirse en un mercado de 2.100 millones de dólares (y solo en Estados Unidos).

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