Por Redacción - 23 Septiembre 2013
Con más de 3.000 millones de usuarios en el mundo, las redes sociales son un mundo que transcurre paralelo a la vida real. Aquí volcamos nuestras
inquietudes, intereses y vivencias, bien sea para hacer partícipes a nuestros contactos y amigos de nuestro día a día, o simplemente para lanzar al
mundo nuestro mensaje.
Debido a la cantidad de usuarios, puedes encontrarte con todo tipo de gente, cuya actividad social puede ser de lo más útil, interesante, divertida
o,... dejémoslo en "peculiar". Así, centrándonos en ese tipo de usuarios que plagan su muro de contenido, podemos diferenciar entre aquellos que:
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Airean sus trapos sucios en la red. Desde su muro de Facebook sienten una especial predisposición a lanzar injurias sobre todo
aquel que se les pase por delante. El empoderamiento de las redes sociales lleva a estos fanáticos a proclamar a diestro y siniestro su malestar,
pese a quien pese.
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Los socialmente comprometidos con todo tipo de causas. Desde los habitantes de ese pequeño pueblo de África, hasta los afectados
del último terremoto, pasando por el cierre de un albergue de animales. Cualquier desgracia es motivo para compartirlo entre sus contactos, sin
pararse a analizar a veces la veracidad de dicha causa. Lo peor de esto es que este usuario no está realmente implicado en estos problemas para los
que reclama ayuda, sino que únicamente se dedica a transmitirlos, apelando con ello a la conciencia de los demás.
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Aquellos extremadamente positivos. A diario te llega la foto de turno con el paisaje de fondo, donde aparece un gran arcoiris,
sobre el que juegan hadas y demás personajes fantásticos. Todo es de color de rosa, no existen los problemas, y solo con pensarlo vas a ser rico y
famoso de la noche a la mañana. Una cosa es alegrar el día, y otra bien distinta vivir ajeno a la realidad.
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Los debiluchos. Siempre les pasa algo. Bien les ha atacado un virus estomacal, acaban de costiparse o les ha picado una avispa.
Todo son males menores, pero razón más que justificada para dar pena a través de las redes sociales. Con ellos, mejor no preguntar aquello de
"¿Cómo estás?", sino saltarse esta fase del protocolo e ir directo al grano.
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Quienes aman a sus mascotas por encima de todas las cosas. Publican fotos de su querido animalito de compañía mientras duerme la
siesta, cada vez que mira fijamente a su dueño, éste tiene preparado su smartphone para capturar la instantánea. Por no hablar de los modelitos que
luce el susodicho, desde las gafas de sol de su dueño, hasta el último jersey para abrigarse del frío que se acerca.
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Los enamorados. Qué bonito es el amor,... y qué empalagoso puede llegar a ser para quienes están a su alrededor. Desde la cena
romántica que acabas de preparar a tu chico, hasta ese osito que te ha regalado, o las instantáneas de vuestro fin de semana en la playa,... todo
está impregnado de ese halo rosa, insufrible para quienes no están en su misma situación.
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Los padres primerizos. Sobretodo si no tienes hijos,... Todo su time line se llena de la fotito de rigor con el peque, en las
posiciones más variopintas. Pero no solo eso, sino que, en su afán por intoxicarse de todo lo que tenga que ver con los bebés, comienzan a seguir
en las redes sociales a cualquier marca relacionada con la infancia, por lo que, de repente las sugerencias de Facebook comienzan a tomar un tono
maternal, lleno de potitos y pañales. Este público también se muestra muy comprometido por todo tipo de problemas relacionados con la infancia, y
comparte a diestro y siniestro fotos de niños desfavorecidos o con problemas congénitos,... todo de lo más agradable e interesante.
¿Te sientes identificado con alguno de estos puntos? ¿Qué tipo de información compartes en tus perfiles sociales? ¿cuál es la que más detestas?