Artículo Social Media Marketing

El social login prolifera entre los consumidores pero están preocupados por los datos

Los consumidores están hartos de cubrir formularios y de tener que acumular contraseñas diversas.

Por Redacción - 19 Octubre 2016

El social login se ha convertido en una de las herramientas que los consumidores emplean de forma más recurrente. El tener diferentes contraseñas y diferentes cuentas de usuario se ha convertido en una molestia, un elemento que hace que la experiencia sea mucho menos dinámica y rápida porque, al final, tenemos que esforzarnos por recordar qué hemos dado como nombre y qué como contraseña en cada espacio. Por ello, el emplear una misma contraseña en todas partes simplifica mucho las cosas (y sí, se convierte en una de las prácticas favoritas de los cibercriminales). Cuando se puede acceder empleando la cuenta de una red social, las cosas se convierten en mucho más sencillas y los consumidores sienten que todo es mucho más fácil.

Como apuntan en un estudio de Janrain, el login social se ha convertido, de hecho, en una de las formas favoritas de los consumidores para conectarse a servicios y sites online. Facebook es de todas las redes sociales la favorita de los consumidores, con un 60% de todos los logins sociales, seguida por Google (36%), Yahoo (10%) y Twitter (9%). Un 43% de los consumidores emplea, además, esta herramienta para no tener simplemente que perder tiempo haciendo otro registro. Los consumidores están hartos de los formularios.

El peso de este formato de acceso se puede ver mucho más claramente además si se analiza la percepción que tienen los consumidores de aquellos sites que no lo ofrecen. Los consumidores tienen un sentimiento tan positivo sobre el login social que su no existencia se ve, de hecho, de un modo altamente negativo. Un 60% de los encuestados no se da de alta en un servicio online si este no le permite acceder con una cuenta de una red social. Un 58% de los consumidores pasa de darse de alta en un nuevo site porque las contraseñas hacen que se le quite la idea de la cabeza y un 43% asegura que no quiere tener que sumar una nueva contraseña al lote.

Pero a pesar de que el social login hace que las cosas sean, en principio, mucho más fáciles, también tiene una cara b, un lado mucho menos atractivo del que los consumidores son cada vez más conscientes. La clave está en los datos. Los consumidores son cada vez más conscientes de la importancia de la información y del interés que las marcas tienen en la misma.

El emplear las redes sociales para acceder a todas partes tiene un efecto directo sobre cómo se accede a la información y, sobre todo, sobre quién accede a la misma. Las marcas pueden, de pronto, tener un puente abierto a la presencia social de los consumidores (¿cuántos escándalos no han existido ya por culpa de marcas que empleaban el social login como llave para que de forma automática sus consumidores actualizasen sus perfiles en Facebook con lo que estaban haciendo?) y las redes sociales pueden tener un nuevo caudal de información.

Para las redes sociales, de hecho, el login social es una de las fórmulas más eficientes para poder seguir a los consumidores allá donde vayan. Gracias a estas herramientas, los acompañan por toda la red y logran acumular un caudal de información que, de otra manera,

La preocupación por los datos personales

Por todo ello, no sorprende descubrir que, si algo preocupa a los consumidores y si algo se ha convertido en tema de reflexión en medio de este boom del social login es, justamente, el uso que las marcas harán de toda esa información.

Un 90% de los consumidores está, en general, preocupado por la privacidad de sus datos (y la cifra es además mayor cuanto más ganen esos consumidores: cuando el estudio se centra en los consumidores con unos ingresos superiores a los 100.000 dólares, el porcentaje sube hasta el 95%).

Esto hace que los consumidores sean cada vez más exigentes con cómo se usa la información y cómo se comparte la misma. Un 47% está dispuesto a compartir información si la compañía que la usa es solo la que la recibe y un 45% quiere saber qué datos son realmente usados. A esto hay que sumar que los consumidores ponen una especie de barrera entre lo que son datos más bien públicos, intrascendentes o menos privados y entre aquellos mucho más cercanos a ellos mismos y sus intereses: un 66% no tiene problema en compartir información sobre sus me gusta, sus intereses y sus hobbies pero solo un 3% se sentiría cómodo dando su número de teléfono y solo un 7% con que las marcas tuviesen acceso a las fotos.

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