Opinión Empresas

Hoy tocan mezclas: Marketing, crisis griega y reforma laboral

Profesor en ESIC

Hace años oí en un entorno no muy recomendable, por las horas y por las compañías, la siguiente afirmación: Se llevan mucho las mezclas.Hoy y ahora, en un entorno más agradable y sano, me vuelve la frasecita a la cabeza: Se llevan las mezclas.Pues mezclemos, y vamos a coger por un lado la crisis griega, una pizca de reforma laboral (Para los que me siguen, ya se que me repito) y añadimos Marketing, el cóctel está servido.Empezamos con una cucharada de Marketing y algo que es un clásico: ¿El Marketing crea o no necesidades? Hacer esta pregunta en cualquier foro es cómo poner a Raphael en una despedida de soltero, nunca falla. Lo he probado después de comer, al final de la tarde , al inicio de la mañana, nada, no falla. Si quieres animar un auditorio no hay más que hacer la pregunta: ¿Crea el Marketing necesidades?.Pues no, no las crea, pero a pesar de que parece claro hay recalcitrantes que siguen con la vara. Digámoslo una vez más: El Marketing no crea necesidades. El Marketing procura identificar las necesidades y busca formas más satisfactorias de cubrirlas.A la cucharada de Marketing le añadimos unas gotas de crisis griega y es que , la pregunta es retórica, ¿hay algún economista que sepa de Marketing?. La teoría clásica de la economía nos dice que el consumidor escoge entre las alternativas que le ofrece el mercado, de una manera racional y en función de sus limitados recursos, para alcanzar un cierto bienestar. Eso es lo que creen los economistas clásicos, el problema es que no es verdad. Según ellos nunca habría colas en Abercrombie, porque cuando se producen colas y basta pasar por la plaza de Marqués de Salamanca para comprobarlo, lo que hay que hacer es escoger entre dos opciones: Coger el local de al lado e incrementar la oferta o subir los precios para que baje la demanda. Sólo los que sabemos de Marketing, sabemos que si Abercrombie hace esto lo que va a conseguir en una gran local completamente vacío. La tienda va a dejar de ser cool y acabará con el cartel de se alquila en el escaparate.Y cuento esto de Abercrombie porque creo que explica lo de la crisis griega, al menos en parte. La economía clásica nos dice que si los griegos se gastan más que lo que ingresan, tienen que reducir los gastos o aumentar los ingresos. El problema es que esto no es tan así, porque a las razones hay que añadirle las emociones. Y sólo los que nos hemos propuesto alguna vez a principio de año aprender inglés o hacer deporte sabemos lo que cuesta. A los griegos lo que les estamos proponiendo es que cambien de hábitos.Si a los griegos se les obliga a dejar de consumir, de cubrir sus necesidades como hasta ahora, lo que va a cambiar son su pautas de consumo, sus hábitos, insisto, su comportamiento como consumidores. No van a cambiar de necesidades, esas siempre son las mismas; sino que van a cambiar de hábitos, van a consumir de manera diferente y ya se pueden olvidar Mercedes y BMW de vender por allí en una larga temporada. Sus necesidades de transporte seguirán ahí, pero las van a cubrir de otra manera. No digo que no sea esa la solución, pero no vale que cuando el marco macroeconómico vuelva a estar equilibrado, intentemos de nuevo vender BMWs porque vamos dados. Cambiar de hábitos quizás no esté mal, pero nada vuelve a ser como antes.Las decisiones de compra no son tan racionales como algunos economistas creen. Si al acto de compra les despojamos de la emoción nos daremos cuenta que para cubrir nuestras necesidades de transporte no se necesita un descapotable. Y la pregunta es: ¿Nuestras compañías están preparadas para esto?, ¿de verdad queremos competir como productores en industrias que sólo cubran necesidades básicas?. Ustedes mismos.Para terminar vamos a añadir un chorro de reforma laboral, que es más de lo mismo, o lo que hace que todo sea distinto. Estos economistas de los que hablaba piensan que la gente va a trabajar a cambio de un salario y que cuando hay mucha mano de obra lo que hay que hacer es producir más (Aumentar el local) o cobrar menos (bajar precios) y no se dan cuenta que en las sociedades desarrolladas y esta, a pesar de todo lo es, la gente vamos a trabajar como forma de vida, que el hombre (y la mujer, claro) somos personajes sociales y el trabajo formaba parte de nuestros hábitos. Si estos hábitos cambian no pretendamos luego que sigamos como hasta ahora “comprando BMWs”, las relaciones laborales variarán y eso afectará a nuestras relaciones sociales, a las formas de familia, a nuestras pautas de consumo, a nuestros hábitos y esto último como profesor de Marketing es apasionante, pero como productor de bienes y servicios es acojonante, de acojone, vamos.

Porqué tras un cambio de hábitos hay muchas personas que se descolocan, nada que objetar, ¡Qué viva el cambio!, salvo porque muchas familias ven afectadas sus certidumbres y eso, casi siempre, genera desamparo y acabamos mal.

Porque no es un problema de los griegos o de los parados españoles, es un problema de Marketing, porque si la manera de cubrir las necesidades cambia, nuestros hábitos cambian y todo cambia y el cambio mola explicarlo, pero no se si padecerlo mola tanto.

Profesor en ESIC
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