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Por Redacción - 2 Junio 2015
Las ciudades se han convertido en uno de los principales puntos de aglomeración de la población y por tanto en principales espacios de consumo. La importancia de las ciudades ha ido creciendo a lo largo de los siglos y se ha acelerado en los últimos, aunque lo cierto es que estos espacios no solo han ido protagonizando los cambios a lo largo de la historia sino que, además, serán quienes los lideren en el futuro próximo. Muchos son los analistas que han estudiado cómo serán las ciudades a cinco, 10 y 15 años y cómo esos cambios afectarán a las pautas de consumo.
Uno de los últimos estudios tiene detrás a Euromonitor, que ha analizado cómo cambiarán las ciudades de aquí a 15 años. De forma global, las ciudades irán aumentando su peso y su importancia dentro de la estructura global, ya que cada vez serán más los ciudadanos que abandonarán el campo para irse a vivir a las ciudades en un nivel general. Las condiciones de vida (más fáciles en el ámbito urbano) y las mayores facilidades a la hora de encontrar oportunidades laborales empujarán a los ciudadanos a mudarse a las urbes.
Esto tendrá un efecto inmediato en el consumo y sobre todo en la disposición de los consumidores. Una de las principales consecuencias será que los consumidores se agruparán en zonas mucho más pequeñas: es decir, serán áreas pequeñas las que presenten mayores oportunidades a la hora de hacer negocio. Por ejemplo, en China, uno de los países más poblados del mundo, solo el 4% de la superficie es área urbana. Sin embargo, ese mínimo espacio es el que concentra al 50% de los consumidores. Por traducirlo en referencias concretas: la mayor parte de los consumidores chinos viven en lo que podría ser el espacio que ocupa Suecia en el mapa, a pesar de que el país es muchísimo más grande que Suecia.
La situación es ligeramente diferente en los países desarrollados frente a las economías emergentes: en ellos las zonas urbanas son ligeramente superiores (y cubren porcentajes mayores de territorio) porque las ciudades no son tan grandes y la urbanización ha llegado a más espacio.
Las ciudades, y este será el gran segundo efecto que tendrá en la estrategia de las empresas, serán cada vez más importantes en los países en vías de desarrollo, convirtiéndose en elementos que muchas veces superarán los datos del propio país. El peso de esas ciudades en el total de consumo del país será cada vez mayor y para conquistar el mercado se puede hacer una estrategia centrada directamente en ellas.
Es decir, las empresas que intenten llevar sus productos a esas zonas no pensarán en cuestiones totales, no analizarán un país exacto, sino que harán prospecciones de mercado delimitadas a esas ciudades. La situación en los países desarrollados no será exactamente igual, porque las ciudades de cada mercado y su papel en el total es más o menos equilibrado aunque se pueden observar algunas diferencias entre cada una de las ciudades principales de cada uno de esos mercados.
Las diferencias regionales se podrán convertir en un elemento a tener en cuenta para establecer una estrategia de acercamiento al mercado que pueda ser más exitosa, especialmente cuando se intenta conquistar ciertos mercados.
Las ciudades, más inteligentes
Pero los cambios en las ciudades en el futuro próximo (y el cómo modificarán las pautas de consumo) no solo estarán marcados por las variaciones en reparto de la población y en cómo eso modificará el panorama a nivel de mercados estatales. Las ciudades también cambiarán por culpa de la tecnología. En los últimos años, las smartcities se han puesto de moda. Las empresas, los ayuntamientos, los organismos públicos nacionales y supranacionales y hasta los ciudadanos se han empezado a preocupar por emplear las nuevas tecnologías para modificar cómo funciona el entorno en el que viven y a lanzar productos, inversiones y campañas para conseguir que todos estos elementos se incorporen al día a día.
Desde farolas que se encienden y apagan según las necesidades a un transporte público urbano más eficiente porque aprende de los recorridos diarios pasando por un tráfico que se regula siguiendo conclusiones extraídas del big data para evitar atascos, las ciudades están empezando a incorporar muchas y muy variadas herramientas tech para establecer su nueva cara.
En las ciudades de 2020, según un mapa elaborado por IFTF, los ciudadanos vivirán en comunidades cuantificadas, en las que todas las actividades y acciones se convierten en datos y en información; los servicios púbicos estarán marcados por el crowdsourcing, ya que todos esos datos pondrán en común realidades y permitirán tomar decisiones más eficientes; y el entorno se convertirá en una suerte de mina de información que se podrá aprovechar a un nivel económico.
Estas ciudades inteligentes, estas minas de datos, tendrán un elevado impacto en el consumo y permitirán crear nuevas oportunidades de negocio que hasta ahora estaban por explorar o que no tenían realmente futuro porque les faltaba todo el espacio de apoyo que las nuevas ciudades smart ofrecen. Así, por ejemplo, aparecerá el comercio local y social, basado no solo en dónde se está sino también en las nuevas novedades tecnológicas, como los pagos móviles y el consumo colaborativo, o aparecerán muchas más interfaces tecnológicas en la ciudad que permitirán a los consumidores acceder a servicios y a fuentes de información. El consumo de contenidos también será modificado gracias a esta nueva realidad y lo hiperlocal aparecerá como una estrella emergente, gracias a la geolocalización o al poder de las nuevas redes (la información podrá llegar a niveles tan básicos como el barrio o un grupo de vecinos).
Y a todo eso se suma que las ciudades serán cada vez más verdes. El aumento de la conciencia ecológica por parte de los ciudadanos y las nuevas herramientas que generan las smartcities (que permiten medir desde la contaminación hasta cómo están creciendo los árboles de la ciudad) ha empujado al alza la recuperación y la creación de nuevos espacios verdes.
