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Del mando a los dispositivos móviles: ¿nuevos enemigos de la publicidad televisiva?

Por Redacción - 8 Octubre 2014

Durante las últimas décadas, el gran enemigo de la publicidad en televisión era el mando a distancia. Los consumidores aprovechaban las infernalmente largas pausas publicitarias para hacer otras cosas. Iban a la cocina a por algo de picar o aprovechaban para hacer cualquier tarea que no implicase mucho tiempo pero sí una distracción frente a la televisión. Pero, sobre todo, las pausas publicitarias eran la mejor excusa para cambiar de canal. Los mandos a distancia lo hacían increíblemente fácil: los consumidores solo tenía que apretar un par de botones, sin ni siquiera levantarse del sofá, para conseguirlo. La infidelidad a la cadena televisiva que estaban viendo era una acción de lo más fácil y escapar a la publicidad inevitable.

El cambio de canal y el efecto que el mando a distancia tenía sobre los hábitos de consumo fue tan común y habitual que se estableció hasta un verbo para definirlo. Hacer zapping se convirtió en algo poco ajeno a la realidad y hasta la Real Academia Española ha acabado aceptando zapear y zapeo como formas correctas de la lengua.

Pero toda innovación acaba convirtiéndose en cotidiana y en destronable por una invención más reciente y eficaz y eso es lo que le acabó pasando al mando a distancia: el mando ya no es el gran enemigo de la publicidad televisiva porque su condición de herramienta de escape para los anuncios ha acabado siendo usurpada por un nuevo dispositivo. Los dispositivos móviles se han convertido en una parte fundamental de la vida de cualquier consumidor y están muy presentes en el día a día. Tanto es así que se han convertido en una herramienta más que acompaña a prácticamente cualquier hábito de consumo, televisión incluida.

El móvil ha eclipsado al mando: un estudio de hábitos de consumo de los estadounidenses señala que ahora el 85% de ellos tiene en la mano el smartphone mientras ve la televisión, en lugar de tener el móvil.

¿Para qué quieren el móvil?

Esta dependencia de los dispositivos móviles ha empujado a los consumidores a crear nuevos paradigmas de consumo. Ahora existe la televisión social, que es la costumbre de ver la televisión con el smartphone y la tableta en la mano y aprovechar para comentar en redes sociales lo que se está viendo. Todas las redes sociales quieren ser las favoritas y diferentes estudios demuestran que hay un cierto trasvase entre lo que pasa en redes sociales y el éxito o supervivencia de un programa de televisión.

Por nacer hasta han nacido fenómenos como el hate-watching, que nunca habrían tenido sentido de no haber sido por las redes sociales. Los consumidores se sientan a ver un programa concreto en la tele y lo hacen simplemente para odiarlo. Ocurre con series como The Newsroom, que se han erigido como el ejemplo indiscutible de esta práctica. Los espectadores consideran que es una emisión pretenciosa y por tanto se lanzan a despedazarla en Twitter. Y, eso sí, cada día de emisión se sientan religiosamente en su sofá con el móvil en la mano para no perder detalle.

Cómo el móvil se queda con el zapeo

Pero además de crear nuevos hábitos, los dispositivos móviles se han quedado con los viejos. Zapear servía para ver qué estaba pasando en otras cadenas. Ahora los espectadores hacen eso con los dispositivos móviles en la mano. En lugar de cambiar de canal, abren las webs de sus sites favoritos o se loguen en sus redes sociales preferidas para ver qué está pasando.

Además, los anuncios no solo compiten con lo social y con los contenidos de otros medios de comunicación, sino que se enfrentan también a todo el universo que ha creado el ecosistema móvil. Juegos, apps temáticas y sobre todo apps de mensajería se han convertido en el nuevo foco de atención que roba el interés de los consumidores cuando las marcas querrían que estuviesen viendo anuncios.

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