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Los malos datos son un serio problema para la bonanza del Big data

Por Redacción - 2 Diciembre 2015

Uno de los elementos que está marcando la economía de forma más notable en los últimos tiempos es la información. Los datos se han convertido en uno de los elementos decisivos a la hora de tomar decisiones y en uno de los elementos más influyentes a más y más niveles. La información es un elemento decisivo y uno que hace que las cosas sean más y más importantes, más efectivas a la hora de llegar a los ciudadanos y más eficientes a la hora de interpretar y adelantarse a las pautas de consumo.

Los datos se han convertido, por tanto, en una cuestión crucial, determinante, una que hace que todo el mundo se esfuerce por encontrar la mejor mina de información y por conocer mejor a quien tiene al otro lado. Las empresas se están lanzando a la carrera para hacerse con la información y para ser quienes tienen más y más datos. Las tarjetas de fidelidad de los supermercados, los extractos de las tarjetas de crédito, la información que arrojan las apps del móvil? Las fuentes de información son variadas y los datos cosechados igualmente diversos, en un intento por encontrar el retrato robot más fiable de los consumidores y lograr así conocerlos mucho mejor que nunca.

Pero ¿qué ocurre cuando la información con la que se cuenta no está completa? O mucho más preocupante para las marcas, ¿qué ocurre cuando la información no es verídica o no es fiable? Lo cierto es que los consumidores son cada vez más conscientes del peso que los datos tienen y de su valor inherente y por tanto son mucho más activos a la hora de ofrecer su información. Los consumidores valoran cada vez más su privacidad y limitan cada vez más los datos que las empresas pueden cosechar. A eso se suma, por otra parte, que muchas veces son proactivos a la hora de limitar la información que reciben las marcas.

El problema es de hecho generalizado y no solo la empresa privada se está enfrentando a estas cuestiones. La información se ha convertido en un elemento crucial para cada vez más organismos, pero los ciudadanos son cada vez más activos a la hora de frenar la recolección de la información o a la hora de dar medias verdades que no ayudan a tener una foto final realista.

La información no es real

Es lo que está sucediendo en Estados Unidos en dos frentes, como recuerdan en un análisis de Bloomberg. En la era del big data y del entusiasmo por la información, en la era en la que se pueden predecir hasta los tipos de calcetines que los consumidores están dispuestos a comprar, los datos de los estudios estadísticos públicos son cada vez menos fiables y menos cercanos a la realidad. La culpa, explican, no está en la tecnología o en la fórmula empleada, sino en la información. Las conclusiones son malas porque los datos son malos. Esto hace que las encuestas de intención de voto fallen y que los datos de las estadísticas públicas no sean realmente realistas.

¿Por qué está sucediendo esto? Los datos son de peor calidad en líneas generales, porque los ciudadanos son mucho más activos a la hora de bloquear el flujo de información y también a la hora de directamente no ofrecer información. En los 80, según los datos del análisis, solo el 15% de los hogares estadounidenses se negaba a responder cuando eran contactados para hacer una encuesta para una estadística pública. Ahora son el 33%. Esto desvirtúa por completo la muestra, ya que son muchos los que no contestan, y hace que los datos no sean exactamente una representación de la realidad. Las decisiones que toman los organismos públicos no son, por tanto, exactamente realistas o exactamente fieles a la realidad.

Todo el mundo miente

Y si los organismos públicos tienen problemas a la hora de acceder a la información, ¿qué problemas no tendrán las entidades privadas que están intentando lograr lo mismo? Los consumidores son mucho más reticentes a la hora de compartir la información con una empresa de lo que lo son de compartirla con un organismo público.

Una encuesta de Capgemini Consulting apuntaba recientemente que las empresas no están siendo capaces de comprender cuáles son los límites entre personalizar la oferta e invadir la privacidad de sus clientes, lo que hace que el escenario sea complejo y apuntala los temores de los consumidores. Los ciudadanos están muy preocupados por cómo las empresas están usando sus datos privados. De hecho, según ese estudio, un 93% de los consumidores tiene una visión negativa de lo que ahora mismo están haciendo las empresas con sus datos privados.

Los consumidores no solo se preocupan por lo que ocurre con la información y la ocultan en muchas ocasiones sino que además también limitan lo que se hace con ella o simplemente impiden que las empresas tengan una visión realista de lo que ocurre. Porque, como bien decía el médico protagonista de la serie House, todo el mundo miente. Los consumidores están mintiendo de forma descarada a las empresas, especialmente los millennials, y dan los datos que más les interesan. Un 26% de los millennials, por ejemplo, mintió a la hora de decir su fecha de cumpleaños para llevarse así algún servicio u oferta.

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