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La protección de datos, el gran reto de las empresas que apuestan por el Big Data

Las empresas no están tomando medidas de seguridad eficientes para proteger los datos

Por Redacción - 14 Julio 2016

Los datos son el petróleo del siglo XXI. Es una de esas frases hechas que se repiten en todos los artículos que analizan el poder y el potencial del big data y una de las que se emplean una y otra vez para apuntar la importancia creciente que tiene la información. Los datos se han convertido en uno de los elementos clave a la hora de apuntalar el éxito (o el fracaso) de las marcas. La información es cada vez más importante, porque permite conocer mejor a los consumidores, comprender de un modo mucho más eficiente quiénes son y qué quieren y adelantarse no solo a las necesidades del mercado sino también a las exigencias del mismo. Los datos pueden hacer que la actividad de las empresas sea mucho más fácil y mucho más eficiente, aunque también pueden (y este es el punto de tensión principal de la cuestión) crear muchos y muy nuevos problemas.

El big data no es como una herramienta de cuento de hadas, como una varita mágica que todo lo soluciona por arte de magia y en la que todo ocurre de un modo sencillo y sin fricciones. El big data es una poderosa herramienta para las marcas, pero también una que necesita trabajo, precaución y que puede generar muchos problemas. Para empezar, los datos no hacen el trabajo solos. Las compañías tienen que ser capaces de ver lo que hay en medio de toda esa avalancha de información. Es decir, de toda esa avalancha de datos y de información que cosechan las empresas es necesario sacar lo importante, lo relevante, y conseguir, por tanto, establecer las conclusiones necesarias para que todo ese esfuerzo sirva para algo. Se necesitan, por tanto, buenas herramientas tecnológicas y el talento necesario para que las cosas funcionen.

Por otro lado, los datos no aparecen solos y no se logra una buena "cosecha" sin que medie esfuerzo. Las marcas tienen que trabajar duramente para encontrar esa información y para acumular datos que sean relevantes. Eso requiere un esfuerzo a la hora de generar datos y también implica necesariamente llegar a ciertos niveles de confianza con los consumidores, para que estos se sientan cómodos compartiendo información. A todo esto hay que sumar que no todos los datos que se pueden recibir serán todos los datos "reales" que se podrán encontrar. Los consumidores mienten y los datos pueden estar contaminados por culpa de ello.

Y, finalmente, los datos crean un nuevo abanico de problemas para las compañías. Las firmas tienen que enfrentarse a problemas tecnológicos, derivados de que necesitan muchas más capacidades para gestionar y almacenar los datos, o de gestión, ya que uno de los grandes riesgos que corren es el de morir de éxito y quedar sepultados por toda la información. Y, sobre todo, las compañías tienen que empezar a enfrentarse a problemas de seguridad, que hacen que los datos sean un entorno más bien complejo en el que hay que ser más eficiente que nunca para lograr no solo conseguir y emplear información sino también para que esa información no se convierta en un punto débil.

Deberes por hacer en seguridad

La información es un bien muy preciado y uno con mucho valor, lo que explica que se haya convertido en un elemento que no solo quieren las empresas, sino que también valoran los cibercriminales. Los ataques contra las grandes firmas se han sucedido a lo largo de los últimos años y estas tienen que ser cada vez más eficientes a la hora de proteger la información y a la hora de frenar los daños que pueden causar los cibermalos.

Y este punto es especialmente importante si se tiene en cuenta que es uno de los que suele quedar medio olvidado cuando se habla de big data o cuando se trabaja en ese terreno. Según un estudio de IDG Enterprise, muchos proyectos de gran envergadura sobre big data no tienen planes de seguridad eficientes que protejan realmente los datos. Es decir, a pesar de que todo el mundo parece tener en cuenta la importancia del big data y a pesar de que el mundo parece estar volcado en posicionarse en ese terreno, no parece que todo el mundo sea realmente consciente de la importancia de hacerlo de un modo seguro.

Yendo de forma específica a los datos, los números demuestran que la recolección de datos de forma responsable está un tanto limitada. Según las conclusiones del estudio, solo el 39% de las compañías asegura que tuvo en cuenta medidas de seguridad adicionales cuando arrancó con su proyecto de big data. Esto es, solo unas 4 de cada 10 añadió capas de seguridad adicionales para proteger la información y para eliminar los riesgos. Las medidas que se emplean, en general, son genéricas, es decir, se emplean los mismos mecanismos para proteger la información en bruto como las conclusiones ya depuradas.

¿Cómo se protegen los datos? La fórmula más habitual es la de poner controles de acceso, que limitan quien puede acceder a los datos. A eso se suma, como segundo formato de seguridad más popular, el cifrado de la información. El tercer sistema de seguridad más empleado es el de segregación de los datos.

Los riesgos son elevados

Esta situación es bastante preocupante. Lo es no solo porque la información está ahí, no demasiado protegida y por tanto vulnerable ante los ataques, sino también por el efecto que puede tener sobre la imagen pública de la marca y su relación con los consumidores.

Los consumidores son cada vez más conscientes de la importancia de la información y son además cada vez más sensibles ante los usos que se hacen con ella. Les preocupa lo que las empresas puedan hacer con sus datos y les preocupa mucho más lo que pueden hacer con ella los ciberdelincuentes. Las brechas de seguridad no son por tanto solo una muestra de debilidad, sino también un golpe muy duro que puede hacer que los consumidores pierdan confianza en la marca.

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