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La delgada y peligrosa línea entre Twitter y la ley

Tras 10 días de continua controversia en la esfera social luego haber publicado varios mensajes considerados “racistas” a través de su cuenta personal de Twitter, el joven estudiante británico de 21 años que emitió los comentarios “ofensivos” en contra del jugador congolees Fabrice Muamba durante un partido de fútbol, fue sentenciado a 56 días en prisión por una corte inglesa.

Liam Stacey, estudiante de Biología del Reino Unido, probablemente nunca imaginó que sus polémicas pero aparentemente “inofensivas” opiniones en la popular red social, medio que muchos consideran “anónimo” e “informal”, podrían alcanzar tales repercusiones legales, desatar la ira de miles de usuarios a escala mundial e incluso llevarlo ante las autoridades de su país.

El veredicto final por parte del juez dio cierre a días de especulación sobre la posible sanción que el sistema impondría al joven Stacey por su falta de juicio y sensibilidad; sin embargo, la decisión reabrió una ventana aun más grande hacia un tema sobre el cual abundan las lagunas de la ética y los espacios abiertos a la ley de la interpretación.

El largo brazo de la ley en el espectro de las redes sociales

Con la rápida evolución de las redes sociales y su imparable ascenso desde los niveles más cotidianos y elementales de la sociedad, los sistemas legales y jurídicos en todo el mundo han tenido que ponerse las zapatillas de carrera y doblar el paso para mantener el ritmo y no quedarse atrás ante los serios desafíos que plantea una sociedad más cambiante que nunca, capaz de mutar sin dar aviso, a la velocidad de un tweet o a la vuelta de una nueva aplicación tecnológica que sale al mercado.

Es allí precisamente, en ese escenario, donde surgen las algunas de las interrogantes sobre los elementos que deben re-dibujar la delgada línea entre el respeto y el derecho a la libre expresión en los nuevos medios, el deber de la responsabilidad detrás de la opinión y las libertades de la vida privada y pública en el ámbito del Social Media, entre muchos otros aspectos que en la actualidad coexisten forzosamente junto a un claustro de leyes concretas y unidimensionales diseñadas para un esquema tradicional , normas que al ser extrapoladas a la esfera digital y sus múltiples dimensiones, parecen quedarse cortas ante la evolución constante de los medios sociales y de los millones de usuarios que los habitan.

En el caso de Liam Stacey, el principal detonante sobre su sentencia recae en el enorme poder de difusión y convocatoria que ostentan los usuarios en una red social como Twitter. Así lo señaló Joseph Harker, periodista inglés especialista en estudios de la raza y Editor Asistente de Opinión del diario británico The Guardian, quien afirma que “casos como el del joven Stacey habrían pasado desapercibidos un par de años atrás, mientras que ahora todos estamos bajo constante escrutinio público a través de nuestras opiniones”.

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