Noticia Marketing móvil

Los usuarios son reticentes a pagar por las apps pero no a hacer compras en ellas

Por Redacción - 1 Junio 2016

Uno de los puntos que han generado más y más debate en los últimos tiempos sobre qué se puede esperar o se debe hacer sobre la red es si las apps dominarán o no cómo accedemos a la misma desde los dispositivos móviles. ¿Espera al consumidor un futuro lleno de apps o sin embargo hay que asumir que el futuro será el de la web móvil o el de otros formatos aún por llegar? Además, en el debate de las apps, lo que está importando (y mucho) es si estas se convertirán en la fuente de ingresos aún por encontrar de la red. ¿Están realmente los consumidores dispuestos a pagar por los contenidos online o por los servicios que reciben? ¿Y lo están realmente por de forma más concretas las aplicaciones móviles?

Durante años hubo quienes veían en las apps la llave tanto del m-commerce como de la financiación de la web. Las aplicaciones iban a ser las que generasen realmente los ingresos aunque las cifras reales y actuales presentan una realidad un tanto diferente y sobre todo una pauta de comportamiento un tanto distinta. Los consumidores no están comprando tanto apps, aunque eso no quiere decir que no estén gastando en relación a ellas.

Como acaba de demostrar un estudio de Gartner, los consumidores están más dispuestos a comprar cosas dentro de las apps que a comprar la app por ella misma. Es decir, que para generar ingresos asociados a las aplicaciones móviles estas tienen que permitir comprar productos o servicios dentro de ella y no tanto esperar generar beneficios por su venta directa. Según los datos del estudio, los usuarios de apps móviles gastan un 24% más en transacciones dentro de la app que de lo que lo hacen en compras directas de aplicaciones.

"En general, los resultados de la encuesta demuestran que los usuarios de aplicaciones móviles están gastando 7,40 dólares de media por apps de pago cada tres meses y 9,20 dólares en transacciones dentro de la app", apunta Stephanie Baghdassarian, directora de investigación en Gartner.

La importancia de la experiencia de uso

¿Qué información se puede derivar de estos datos y qué es lo que se puede aprender de esta cuestión? Lo cierto es que la información confirma ciertas ideas que ya se tenían sobre cómo usan los consumidores las apps y cómo las descubren. Así, los datos señalan que los consumidores se sienten mucho más inclinados a gastar en la app una vez que saben que esta les generará el valor que esperan que les reporte. Es decir, uno no gasta hasta que no sabe qué es lo que tiene delante.

Los datos también confirman que existe una barrera generacional y que el consumo asociado a las aplicaciones móviles está muy marcado por cuestiones de edad. Los consumidores más jóvenes están mucho más abiertos que los consumidores de más edad a realizar operaciones dentro de las aplicaciones.

Esto hace que la experiencia de uso se mucho más importante en las aplicaciones móviles que lo que es en otros escenarios. En internet y en el mundo en general de consumo en el que se mueven marcas y servicios, la experiencia de uso es crucial para fidelizar al consumidor. En el caso de las apps, es decisivo no solo para que el consumidor hable de ella sino también para que consuma en ella. "Una gran experiencia de uso lleva al consumidor a hablar del producto o servicio, también mantiene al usuario como consumidor leal y recurrente del mismo", apunta Baghdassarian.

Las apps tienen que jugar por ello con el mantenerlo contento para que se mantega como usuario y dentro del ecosistema. La estrategia recomenda es ir mejorando la app y lo que se le ofrece a medida que avanza el ciclo de vida de la misma e ir ofreciendo nuevas funcionalidades y servicios que se puedan comprar para hacer que la experiencia siga siendo atractiva.

Los millennials son quienes se sienten más cómodos gastando en las aplicaciones móviles y tienen menos reticencias ante ellas que los usuarios de más edad. Cierto es, sin embargo, que las mayores cifras de gasto están quienes tienen entre 35 y 44 años, una cuestión bastante comprensible posiblemente si se tiene en cuenta que ellos son quienes tienen mejores ingresos (en comparación a las franjas 18 a 24 y 25 a 34).

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