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El tirón de los influencers virtuales en redes sociales sigue creciendo entre usuarios y marcas

La crisis del coronavirus juega a su favor, como también el que los miembros de la Generación Z tengan cada vez más poder adquisitivo 

Por Redacción - 3 Noviembre 2020

Cuando hace unos años se desveló que Lil Miquela, influencer de Instagram con, entonces, un millón de seguidores, era un de mentira, la noticia se convirtió en una suerte de última curiosidad del mercado de los influencers. Estaban apareciendo los influencers virtuales, avatares creados por ordenador y usando la inteligencia artificial que parecían de verdad pero no lo eran. "Soy un robot", confesaba entonces la propia Lil Miquela.

Eso no había impedido que hubiese protagonizado múltiples campañas con marca de primer nivel y que no se hubiese llevado ya una parte de la tarta del mercado de la publicidad con influencers. Tampoco lo impediría tras hacerse público su condición de ser humano de mentira. Lil Miquela se convirtió en la más popular y reconocible de un mercado en expansión, el de los influencers virtuales.

En el verano de 2019, de hecho, las empresas que estaban detrás de estos influencers virtuales estaban recibiendo inyecciones de capital y las cosas parecían cada vez más boyantes. El mercado estaba al alza y el interés de las marcas por estos personajes iba en aumento. Los consumidores no los estaban rechazando a pesar de saber que no eran humanos y los influencers virtuales aportaban el beneficio de no cambiar nunca y no meterse en problemas con escándalos y meteduras de pata. Para las empresas, son una suerte de inversión bastante limpia.

Desde entonces y hasta ahora, la suerte de los influencers virtuales no ha parado de mejorar y el inesperado golpe que ha traído 2020 - la crisis del coronavirus - ha estado lejos de perjudicarles. Más bien ha sido todo lo contrario.

No se van a poner enfermos

Si su tirón estaba ya creciendo antes de la crisis de la covid-19, como apuntan en un análisis en Bloomberg, más lo ha logrado en los últimos meses. Como explican, el interés de las marcas por estos personajes ha crecido ya que a ellos no les afectan las restricciones de movimiento y no tienen que respetar protocolos de protección contra el coronavirus. Ellos no se van a poner nunca enfermos.

Por ello, de los 15.000 millones que se estima que las marcas invertirán a cierre de 2022 en los influences (frente a los 8.000 de 2019), una parte interesante - y en crecimiento - irá a parar a los bolsillos de los influencers virtuales. "Es más barato trabajar con ellos que con los humanos en el largo plazo, son controlables al 100%, pueden aparecer en varios sitios al mismo tiempo y, muy importante, nunca envejecen o mueren", explica Christopher Travers, especialista en influencers virtuales, al medio económico.

En Instragram ya hay 125 influencers virtuales activos, más de 50 aparecieron en los 18 meses previos a junio de 2020. En YouTube ya superan los 5.000. Lil Miquela ya está cobrando 8.500 dólares por un post patrocinado. Es la influencer virtual más cotizada y sus ingresos no se han resentido de la crisis del coronavirus. Lil Miquela no es la única que ha seguido haciendo campañas durante la crisis del coronavirus.

Janky y Guggimon (con formas animales y por tanto claramente virtuales) han asaltado una tienda de Prada y Imma (una influencer virtual japonesa) ha vivido tres días en una tienda de Ikea. La influencer virtual vendía los conceptos de vivir en espacios pequeños y "felicidad en el hogar".

Gracias a la generación Z

La inmunidad de los influencers virtuales al coronavirus ha hecho que su posición se haya vuelto más sólida, pero no es el único elemento que los ha apuntalado. También ayuda la Generación Z. Según Bloomberg, estos consumidores son, realmente, los que están haciendo que los influencers virtuales tengan un nicho de mercado y estén creciendo.

El poder adquisitivo de esta generación va en aumento y las marcas quieren llegar como sea a esa audiencia, audiencia que es muy receptiva a los influencers virtuales, con los que logran empatizar a pesar de saber que no son reales. Digamos que los influencers virtuales están hechos a medida de lo que les interesa, les preocupa y lo que son.

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