Opinión Marketing

¿Por qué un marketing experiencial?

Profesor en ESIC

Llevo tiempo oyendo al gentío hablar de Marketing y emociones, de Marketing emocional o , incluso, los más osados hablan de Neuromarketing...., no seré yo el que diga que aprovechando el lío de la cosa no se hayan apuntado al carro algún que otro vividor, pero, listillos al margen, el marketing es emocional o no es.

O sea, vamos con ello.

Hay mucho de todo, todos copian muy rápido y la clave parece que está en ser diferentes.

Distinguirte, diferenciarte…..el amigo Michael Porter nos propuso hace años dos estrategias para competir: O distinto, o barato; aunque él tardó casi mil páginas en explicarlo. (La Estrategia Competitiva – Pirámide)

Ser barato no es una buena noticia, siempre hay otro más eficiente que tu, más flexible que tu, más laxo en el cumplimiento de la legislación, menos generoso pagando salarios, con más capacidad para negociar con sus proveedores y trasladar todo esto al precio.

Nos queda ser distintos, diferentes: La competencia se gana no compitiendo. El éxito deriva del hecho de ser diferente. Y, luego, estar dispuesto a seguir cambiando (Jonas Ridderstrale & Kjell Nordström - Funky BusinessEd. Prentice Hall)

El problema está en que ser distinto es complicado

Y es complicado porque hay mucho de todo, ya está dicho, y muchos compitiendo por lo mismo. Ser el raro de una clase de cuarenta alumnos tiene su mérito; ahora tiene más ser el raro de un colegio con cuatrocientos. Cuantos más haya pegándose por el galardón de ser “El distinto” más complicada parece la cosa y ahora los mercados son globales. No compites con el de tu aldea, compites con todos y en todas partes. Los mercados son globales, pero los proveedores también. Tienes que destacar entre un montón y habíamos quedado en qué cuantos más fuéramos, más difícil parece.

Si ser muchos ya complica bastante las cosas, encima el mundo está lleno de copiotas. Se copia mucho y se copia bien y a menudo se supera al que tuvo la ocurrencia. La flexibilidad en la producción, la liberalización de los mercados, el maremágnum de legislaciones sobre patentes, la estandarización de los procesos y la transparencia, estamos en el mundo del todo se sabe, provoca que en cuanto se intuye el éxito de una propuesta novedosa ya hay alguien que la está copiando y mejorando.

Diferenciarte por características técnicas, por aspectos tangibles en tu prestación dura poco. Te copian y te mejoran. Y a menudo se te queda cara de tonto. Estamos en una época del se piensa poco, pero se copia bien. Parece que hemos convertido en eslogan el “¡Qué piensen ellos!” , que dijo Unamuno.

Así que somos muchos y copiamos bien. ¿Entonces? Yo no vendo canciones, vendo un estilo (Frank Sinatra) y es que, claro, las canciones se pueden copiar, el estilo es más difícil. Diferenciarte por el cuerpo en la era de la cirugía estética no es fácil, distingámonos por el alma. Por los intangibles.

Todos los coches son parecidos, pero la experiencia de cada conductor es diferente. Todos los hoteles son iguales, pero cada uno experimentamos cosas distintas cuando estamos en ellos. Hay demasiados restaurantes que dan bien de comer, pero la comida a cada uno le sienta de diferente manera. La misma canción sugiere cosas distintas. Depende del quién, el con quién y el momento. Experiencias. Nos consumimos productos y servicios, vivimos experiencias. El consumo ha entrado a formar parte de nuestro ocio y compramos cosas para divertirnos, para vivir experiencias.

El marketing va de necesidades e intercambio. Y necesitamos consumir, necesitamos vivir experiencias, necesitamos contarlo porque los adultos, sobre todo a partir de cierta edad, solo buscan temas de conversación. De todo esto va el marketing experiencial de necesidades, de experiencias, de intangibles y de mercado, claro.

Profesor en ESIC
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