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Por Redacción - 7 Septiembre 2017
Una de esas piezas de sabiduría popular que todos hemos escuchado alguna vez es esa de que la cara es el espejo del alma. En el mundo de los negocios, esto ha supuesto que las empresas hayan cuidado tradicionalmente todo lo que han podido la imagen que presentan a sus consumidores cuando estos entran en contacto con ella. Ahí están las oficinas y las tiendas que muestran cierta paleta de colores porque sus valores son los que la marca quiere transmitir o ahí está la atención al cliente que parte de ciertos elementos para poder conectar con el comprador. Que los baristas de Starbucks sonrían siempre no es casualidad, sino más bien parte de una estrategia empresarial. Su sonrisa trasmite algo que la empresa quiere posicionar.
Por ello, sorprende muchas veces ver ciertas prácticas de marcas y empresas en la era de internet. A pesar de que la red es uno de los escaparates más poderosos para las compañías en estos tiempos y uno de los que tiene un mayor impacto en el momento actual, no son pocas las empresas que olvidan eso de que lo que se ve es lo que va a acabar causando la primera impresión en los consumidores.
Así, no son pocas las empresas que tienen páginas oficiales con aspecto desfasado y poco atractivo, que no invitan a dar un clic más allá, o las que suben a la red contenidos descuidados y con un acabado pobre. Esto se ve, especialmente, en redes sociales, donde no son pocas las empresas que publican imágenes que no llegan ni a amateur en sus perfiles, pero ese no es el único escenario. En las tiendas online, ya sea en la propia o usando marketplaces de terceros, no son pocas las compañías que usan imágenes y contenidos que no tienen un acabado profesional. Y esto es un serio problema.
Porque, al final, la credibilidad de esa compañía y el interés que los consumidores puedan tener por consumir esos productos (o no) va a estar muy marcado por cómo lo ven. En un entorno en el que no hay nada más como punto de contacto entre los consumidores y la compañía que la imagen que esta vuelca en la red, esa imagen es el punto de validación, el elemento a partir del cual los consumidores toman sus decisiones.
Los estudios no hacen más que demostrar esta realidad y que dar por tanto más datos a las empresas para que empiecen a tomarse la cuestión en serio. El último de los estudios que ha analizado esta cuestión se ha hecho sobre datos estadounidenses, por la firma Splashlight. Según sus conclusiones, la mitad de los consumidores posiciona la calidad de las imágenes como un elemento decisivo sobre el que basan sus decisiones de compra.
Así, el 50% de los encuestados asegura que quieren ver entre 3 y 5 fotos de producto. Esperan que esas fotos estén cubriendo diferentes ángulos del mismo, lo que les ayudará a tomar su decisión de compra. En caso de algunos nichos de mercado concretos, la importancia de tener las fotos correctas asociadas al producto es incluso mayor. Un 51% señala, de forma paralela, que en el caso de la ropa una de las fotos tiene que ser de algún modelo vistiendo la ropa para ayudar a visualizar el efecto final del producto.
"Tanto la calidad como la cantidad de las fotografías de producto en ecommerce son de los elementos que influencian más importantes para empujar las decisiones de compra", asegura una de las responsables del estudio, recordando que, por tanto, el ROI de las imágenes es bastante elevado. Tener una buena imagen que presentar al consumidor del producto será una manera eficiente de tener un impacto positivo.
Por ello, el estudio concluye haciendo unas ciertas recomendaciones a las compañías. Tienen que aumentar los ángulos de imagen, variar el tipo de fotos (desde close-ups a fotos a mayor distancia) y tienen que usar recursos profesionales. La cámara simple de las vacaciones no vale para obtener unas fotos de calidad que vendan el producto, como tampoco vale, se podría sumar, hacer una foto de cualquier modo y por cualquiera.
