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Las grandes marcas se resisten a abandonar las alturas de la ciudad

Por Redacción - 6 Septiembre 2010

Las grandes empresas quieren mantener su visibilidad convirtiendo a sus marcas en elementos integrados como parte del entorno. Algo que desde hace ya décadas ha convertido que las azoteas de muchos edificios situados en zonas estratégicas y más transitadas de las grandes ciudades en espacios publicitarios con los que captar la atención de los consumidores y viandantes.

Tal y como recoge el diario el País, este negocio de la publicidad de alturas es considerado un aunténtico y verdadero chollo para las comunidades de vecinos, ya que muchos de los principales edificios grandes ciudades han cedido sus techos a empresas de publicidad que más tarde alquilan dicho espacio a las grandes marcas comerciales, reportando a estos vecinos hasta 72.000 euros de ingresos anuales en las zonas más céntricas y transitadas de la ciudad.

Sin embargo, algunas fuentes afirman que los efectos de la crisis han desplomado tanto los precios como su demanda, dejando muchos de ellos bajo el cartel de "disponibles".

Estos anuncios regulados desde el pasado año 2009 por la Ordenanza de Publicidad Exterior deben ahora cumplir una serie de estrictos requisitos y normas, sobre todo y al margen de sus dimensiones en cuanto a lo que se refiere a su estética como parte del entorno.

Según la nueva regulación, las dimensiones de estos anuncios no pueden superar en ningún caso los 90 metros cuadrados de superficie y los cinco metros de altura y deben de instalarse a una distancia mínima de 15 metros de las ventanas de otros edificios.

En ciudades como Madrid, son numerosos los rótulos y carteles publicitarios que coronan muchos de los edificios de las áreas más transitadas y populares de la ciudad. Pocos de ellos incumplen la normativa pero sin embargo, su valor histórico ha servido para que estos sean indultados por el propio ayuntamiento. Entre ellos el luminoso de Schweppes de la plaza de Callao, el mítico cartel del Tío Pepe ubicado en la Puerta del Sol y pleno centro de la capital, el del BBVA ubicado en la Avenida de la Castellana y el de Firestone, situado detrás de las Escuelas Aguirre.

Sin embargo, tras la nueva normativa, 318 de los 1.503 rótulos y vallas ubicadas en las "alturas" de la capital tuvieron que ser demostados al inclumplir las exigencias del propio ayuntamiento. A lo que sumar que casi la mitad (45%) de los anuncios actuales tienen actualmente abierto un expediente disciplinario por no cumplir las condiciones impuestas por la ordenanza, por tener caducada la licencia o por que tienen que retirarse y aun no han sido desmontadas.

Sin embargo, estas irregularidades y la resintencia a desaparecer de las alturas de la capital suponen a la vez un negocio redondo para la administración a través de la recaudación de las sanciones impuestas que durante los siente primeros meses del año ascendió a 740.540 euros. Lo que hace suponer que quizás para muchas marcas sea más rentable persistir en su propósito a pesar de las sanciones, resistiendo asía abandonar las alturas de la ciudad.

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