Continua Leyendo...
Por Redacción - 24 Noviembre 2015
Un experto invita a hacer un experimento. Coge un anuncio, uno cualquiera, y quítale el sonido. Puede que siga funcionando, porque el mensaje audiovisual puee que esté muy bien creado. Pero lo más probable, la opción prácticamente ganadora, es que el anuncio que antes te emocionaba hasta las lágrimas, te hacía sentir feliz o hacía que sintieses que estabas ante una historia épica se quede por completo descafeinado. Lo que antes conmovía, atrapaba y seducía se ha convertido en cualquier otra cosa.
¿Por qué ocurre esto? La culpa es de la música. Una vez que desaparece el apoyo musical del mensaje, este pierde la mitad de su fuerza. La razón está en que la música es la que dota muchas veces del elemento emocional al mensaje. La música dota a las imágenes de significado, les da un peso completamente emocional y añade muchas capas de mensajes de una forma completamente subliminal. Poco importa esa imagen que se aleja mientras dejamos en la playa solitaria al protagonista de ese mensaje que quiere tocar la fibra sensible. La clave está en esa música que acompaña al contenido, esa que hace que no se esté viendo a una persona en una playa desierta sino mucho más que eso.
La música es por tanto un elemento fundamental y crucial a la hora de crear mensajes publicitarios poderosos y es la clave para comprender el impacto de la publicidad. La publicidad es un elemento decisivo, crucial y uno que no se puede descuidar. La música se convierte además en una especie de firma de la marca, en un elemento que deja claro quiénes son y qué quieren ser y transmitir. No hay más que tomar como ejemplo algunos de los anuncios que se esperan cada año. Los anuncios del verano de Estrella Damm, que se han convertido en un evento anual y de los que la canción se convierte en una parte fundamental del mensaje. La canción del anuncio suele colarse entre las "canciones del verano" pero, sobre todo, ayudaron a consolidar la imagen de la marca como una marca "de modernos".
