Experta en ciberseguridad, perito judicial y directora de la agencia...

Los sesgos cognitivos son atajos mentales profundamente arraigados en nuestra forma de procesar la realidad. Aunque a menudo se consideran errores de juicio, en realidad son mecanismos de supervivencia desarrollados evolutivamente para ayudarnos a tomar decisiones rápidas y eficientes frente a un mundo complejo e incierto. Esta función adaptativa se revela con claridad en el "Códice de los Sesgos Cognitivos", un mapa visual creado en 2016 con diseño algorítmico de JMS y John Manoogian III, categorizado por Buster Benson y apoyado en una investigación colaborativa realizada por wikipedistas.

Dicho códice representa de manera exhaustiva la estructura de más de 180 sesgos cognitivos conocidos, organizados en torno a cuatro problemas fundamentales del pensamiento humano: qué debemos recordar, cuándo necesitamos actuar rápido, cómo enfrentamos demasiada información y cómo lidiamos con la información insuficiente.

Este mapa coloca un cerebro en el centro y desde él irradian estas cuatro categorías en forma circular, simbolizando cómo los sesgos se activan constantemente según las condiciones cognitivas que enfrentamos. Cuando nos preguntamos qué debemos recordar, por ejemplo, entran en juego sesgos como la generalización, la edición de recuerdos o la simplificación de eventos complejos. Estas distorsiones no surgen del azar, sino de la necesidad de conservar energía mental y construir narrativas coherentes con información limitada. A su vez, cuando debemos actuar con rapidez —como ocurre a menudo en situaciones sociales, de consumo o de peligro—, los sesgos nos empujan a mantener la confianza en nuestras decisiones, preservar el estatus y justificar la continuidad de acciones en las que ya hemos invertido tiempo o esfuerzo, incluso si ya no tienen sentido racional. Aquí es donde entran en escena fenómenos como el sesgo de compromiso o el exceso de confianza.

Por otro lado, cuando enfrentamos una sobrecarga de información —como ocurre en el mundo digital saturado de mensajes, estímulos y noticias—, nuestra mente tiende a prestar atención a lo que ya conoce o lo que se repite, lo llamativo, lo que confirma nuestras creencias previas o lo que contradice nuestras expectativas de forma abrupta. Este conjunto de sesgos no solo condiciona nuestra forma de consumir contenido, sino también cómo interpretamos la realidad social, política y cultural. Del mismo modo, cuando la información es escasa o poco clara, tendemos a llenar los vacíos con estereotipos, intuiciones o construcciones mentales propias. Este comportamiento nos hace creer que entendemos más de lo que realmente sabemos, y nos lleva a proyectar sobre los demás nuestros pensamientos, emociones o valores.

La conexión de estos sesgos con el marketing, la publicidad y los medios de comunicación es directa y poderosa

Las marcas, al diseñar sus mensajes, apelan constantemente a estos patrones cognitivos para influir en la percepción, el recuerdo y las decisiones del consumidor. Un anuncio que repite un mensaje clave aprovecha el sesgo de familiaridad; una oferta por tiempo limitado explota el sesgo de escasez; un producto avalado por una figura reconocida se beneficia del efecto halo. En cada campaña publicitaria, los creativos estudian qué aspectos destacar, qué emociones evocar y qué asociaciones mentales provocar, precisamente porque saben que el consumidor no elige de forma totalmente racional. Lo mismo ocurre en la comunicación de marca: se construyen relatos y valores que resuenen con los atajos mentales del público objetivo, favoreciendo la identificación emocional, la pertenencia y la lealtad.

Sesgos explotados en campañas de influencia al servicios de la geopolítica digital y técnicas gestión de crisis de reputación.

Los sesgos cognitivos no solo moldean la forma en que interpretamos la realidad, sino que definen la arquitectura misma de la persuasión. Como experta en ciberinvestigación e identidad digital, lo veo a diario: las campañas de desinformación más efectivas no se construyen sobre grandes mentiras, sino sobre verdades a medias y atajos mentales que ya tenemos interiorizados. En OnbrandinG hemos analizado operaciones de influencia desde campañas políticas en África y América Latina, hasta ataques de desprestigio en España contra directivos, periodistas o activistas y en todas ellas, los sesgos cognitivos han sido la columna vertebral: se activan como interruptores neuronales para condicionar la percepción pública sin necesidad de alterar un solo dato.

En el ámbito de la reputación digital, comprender estos sesgos es vital para construir narrativas sólidas y éticas. El sesgo de confirmación alimenta las cámaras de eco en redes sociales, donde los bulos encuentran terreno fértil; el efecto halo se explota para manipular la imagen pública de líderes o marcas, amplificando atributos positivos o negativos según convenga; y el sesgo de escasez se utiliza para generar ansiedad informativa o urgencia comercial. Desde OnbrandinG no solo protegemos a nuestros clientes de estas tácticas, sino que entrenamos a sus equipos para comunicarse con inteligencia, activando los sesgos de forma consciente y responsable. Porque comunicar hoy no es solo hablar: es entender cómo piensa el cerebro bajo presión, estímulo y saturación.

El Códice de los Sesgos Cognitivos debería estar en el escritorio de todo estratega, periodista o publicista. No basta con tener datos ni creatividad: hace falta conocer cómo se interpreta esa información en una mente expuesta a sobrecarga digital, narrativas emocionales y manipulación algorítmica. En nuestras investigaciones sobre campañas híbridas como las que combinan contenido emocional, fake news y bots para desestabilizar reputaciones o procesos electorales, hemos comprobado que quien domina los sesgos, domina la narrativa.

Para nosotros, formar a gobiernos, empresas y ciudadanía sobre estos mecanismos es una prioridad si queremos mantener y construir una sociedad más ética, más crítica y más resiliente. No es algo nuevo, es una de las técnicas más antiguas de guerra, guerra híbrida si queremos, pero es real, es igualmente actual y únicamente lo que se hace y se seguirá haciendo es adaptarse a las formas de comunicación, información y entretenimiento que la sociedad adopte.

En los medios de comunicación, estos sesgos operan tanto en la producción como en el consumo de noticias

Los editores saben que el público reacciona más intensamente a las noticias negativas que a las positivas, por lo que priorizan contenidos que generen alerta, sorpresa o indignación. Este sesgo de negatividad refuerza ciclos informativos centrados en el conflicto, lo cual afecta la percepción del mundo. Además, el framing —o encuadre— de la información, permite dirigir la atención del lector hacia ciertos aspectos del hecho noticioso, ignorando otros. El sesgo de confirmación se ve amplificado por la personalización de los algoritmos en redes sociales y plataformas de noticias, haciendo que cada usuario reciba solo aquello que refuerza su cosmovisión y evitando el contacto con puntos de vista contrarios.

El valor del Códice de los Sesgos Cognitivos no reside solo en su riqueza visual y categórica, sino en la conciencia que promueve

Comprender que estos sesgos están siempre activos, que son compartidos por todos sin importar su nivel cultural o educativo, y que afectan tanto al individuo como a las organizaciones, es un primer paso hacia una comunicación más ética, una publicidad más responsable y un consumo mediático más crítico. En lugar de verlos como fallas del pensamiento, podemos reconocerlos como herramientas que, bien entendidas, pueden ayudarnos a tomar mejores decisiones y evitar manipulaciones.

Claramente, los sesgos cognitivos constituyen un lenguaje subterráneo que atraviesa la mente humana y permea todas las formas de comunicación. Su estudio, como propone el Códice, no solo permite entender mejor cómo pensamos, sino también cómo nos persuaden, nos venden y nos informan. Por eso, su conocimiento no es solo relevante para psicólogos o neurocientíficos, sino también para publicistas, marketers, periodistas y cualquier persona que quiera entender y mejorar el modo en que interactuamos con el mundo.

Experta en ciberseguridad, perito judicial y directora de la agencia...
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