Por Redacción - 4 Junio 2025
La discusión sobre la primacía del producto frente al cliente en la configuración de la estrategia de marketing es una constante en el ámbito empresarial, y su relevancia se ha intensificado con la evolución del mercado y la tecnología. Históricamente, la era de la producción masiva, desde la Revolución Industrial hasta mediados del siglo XX, cimentó un modelo donde el producto era el indiscuti
ble protagonista. Empresas como Ford, con su Modelo T, ejemplificaron a la perfección este enfoque: la eficiencia en la producción, la estandarización y la mejora continua del bien en sí mismo eran la base de la estrategia. Se asumía que un producto bien fabricado, accesible y de calidad intrínseca, encontraría su demanda. Este paradigma, si bien generó avances industriales sin precedentes y puso bienes al alcance de una población cada vez mayor, adolecía de una visión limitada de la complejidad del comportamiento del consumidor. Se creía que el éxito radicaba en la superioridad técnica o funcional, invirtiendo de manera desproporcionada en I+D orientada a la mejora del producto per se, sin un escrutinio profundo de las necesidades latentes o cambiantes del mercado.
Con la saturación de los mercados y la intensificación de la competencia, particularmente a partir de la década de 1980, el enfoque comenzó a virar. La diferenciación por el mero atributo del producto se hizo cada vez más difícil y menos sostenible. Fue entonces cuando la centralidad del cliente emergió como un pilar fundamental. Esta transformación no fue un simple ajuste táctico, sino un cambio cultural y estratégico profundo. Implicó reconocer que el valor no reside únicamente en lo que se ofrece, sino en cómo esa oferta satisface una necesidad, resuelve un problema o genera una experiencia para el consumidor.
La recopilación de datos, el análisis de comportamiento, la segmentación de mercados y la personalización de la oferta se convirtieron en herramientas esenciales. Según los datos, las empresas que priorizan la experiencia del cliente superan a sus competidores en rentabilidad en un promedio del 80%. Esta cifra subraya el impacto directo de una estrategia customer-centric en el balance final.
La estrategia centrada en el cliente trasciende el departamento de marketing. Implica una reorientación de toda la organización, desde la alta dirección hasta el personal de primera línea. Los equipos de desarrollo de producto, por ejemplo, dejan de operar en un vacío para integrar el feedback de los clientes en cada etapa del ciclo de vida del producto. Un informe de Salesforce de 2024 indicó que el 88% de los clientes esperan que las empresas entiendan sus necesidades y expectativas únicas. Esta expectativa ha impulsado la adopción de tecnologías como la inteligencia artificial y el machine learning para analizar grandes volúmenes de datos de clientes, identificar patrones y predecir comportamientos.

Impacto del enfoque en el cliente (Customer Centricity)
El enfoque en el cliente tiene un impacto directo y notable en el crecimiento, la rentabilidad, la fidelización y la retención. Las empresas que priorizan la experiencia del cliente suelen lograr un crecimiento de ingresos más acelerado —incluso hasta el doble— en comparación con sus competidores. Estudios revelan que inversiones bien dirigidas en modelos de negocio centrados en el cliente pueden duplicar los ingresos en tan solo tres años. Además de crecer más rápido, estas empresas también resultan significativamente más rentables, superando hasta en un 60% a aquellas que no adoptan este enfoque. Incrementar ligeramente la retención de clientes puede traducirse en grandes beneficios económicos, con ganancias que pueden aumentar entre un 25% y un 95%.
La experiencia del cliente desempeña un papel decisivo en la lealtad. Una gran mayoría de consumidores considera que la calidad de esa experiencia es tan relevante como el producto o servicio en sí, y está dispuesta a pagar más por una atención excelente. Un buen servicio no solo fideliza, sino que también impulsa decisiones de compra futuras. Por el contrario, una experiencia negativa puede modificar drásticamente el comportamiento del cliente, e incluso llevarlo a abandonar por completo una marca. Asimismo, las experiencias personalizadas fortalecen la relación entre empresa y consumidor, aumentando las probabilidades de recompra. Las marcas que gestionan adecuadamente el feedback del cliente logran retener una proporción significativamente mayor de su base de usuarios. En definitiva, una interacción positiva puede marcar la diferencia: casi todos los consumidores afirman que estarían dispuestos a volver a comprar tras recibir un buen servicio.

Amazon, por ejemplo, es un caso paradigmático de cómo una empresa puede construir un imperio basándose en una obsesión por el cliente, utilizando algoritmos para personalizar recomendaciones y simplificar la experiencia de compra, lo que contribuye a su tasa de recompra que, según estimaciones, supera el 70% para miembros Prime. Sin embargo, ignorar el producto por completo sería un error igualmente grave.
La excelencia del producto sigue siendo el cimiento sobre el cual se construye la satisfacción del cliente
No importa cuán bien entendamos al cliente o cuán personalizada sea nuestra comunicación, si el producto final es deficiente, la lealtad se erosionará. Marcas como Apple ejemplifican un equilibrio magistral. Su éxito no solo radica en la comprensión de las aspiraciones estéticas y funcionales de sus usuarios, sino también en la entrega constante de productos innovadores y de alta calidad que superan las expectativas. Sus eventos de lanzamiento de productos, aunque centrados en las características de los nuevos dispositivos, están intrínsecamente vinculados a cómo esos dispositivos mejorarán la vida de los usuarios. En 2023, a pesar de un mercado de smartphones estable, Apple mantuvo una cuota de mercado significativa y una base de clientes extremadamente leal, en parte, gracias a la percepción de calidad y diferenciación de sus productos.

La integración de ambos enfoques es, por tanto, la estrategia más robusta y sostenible.
No se trata de elegir uno u otro, sino de fusionar las fortalezas de la orientación al producto con la visión de la centralidad del cliente. Esto implica un diálogo constante y bidireccional: la empresa debe escuchar activamente a sus clientes, no solo a través de encuestas, sino mediante el análisis de interacciones en redes sociales, comentarios en línea, datos de uso y feedback directo. Esta información debe retroalimentar directamente los procesos de diseño, desarrollo y mejora del producto. Al mismo tiempo, las innovaciones en el producto deben comunicarse al cliente de una manera que resalte cómo estas innovaciones abordan sus necesidades o resuelven sus problemas específicos.
Un ejemplo claro de esta integración lo encontramos en el sector tecnológico, particularmente con Apple. La compañía no solo se distingue por la tecnología de vanguardia y el diseño innovador de sus productos, como los iPhones o los Macs (un enfoque en el producto), sino que también ha revolucionado la experiencia del cliente a través de su ecosistema interconectado, las actualizaciones de software intuitivas y un servicio al cliente premium en sus tiendas físicas y plataformas digitales. Además, su énfasis en la privacidad y la simplicidad resuena profundamente con los valores de su base de usuarios (un enfoque en el cliente). Esto les ha permitido construir una marca con una lealtad excepcional, desafiando a sus competidores en la industria.
En la práctica, esta integración se materializa en varios pilares
Investigación de Mercado Continua: Más allá de los estudios puntuales, las empresas deben establecer mecanismos para la recopilación y análisis de datos en tiempo real sobre el comportamiento del cliente, sus preferencias y sus puntos de dolor.
Desarrollo de Producto Iterativo y Colaborativo: Los equipos de producto y marketing deben trabajar de la mano, incorporando el feedback del cliente en cada etapa, desde la ideación hasta el lanzamiento y las actualizaciones posteriores. Los sprints de desarrollo ágil y los prototipos rápidos son herramientas valiosas en este sentido.
Personalización a Escala: Utilizar la tecnología para ofrecer experiencias y comunicaciones personalizadas a segmentos de clientes o incluso a individuos, basándose en su historial, preferencias y comportamiento. Esto puede ir desde recomendaciones de productos hasta ofertas exclusivas.
Servicio al Cliente Proactivo y Empático: El servicio no es solo para resolver problemas, sino una oportunidad para fortalecer la relación. Un servicio excepcional puede convertir una queja en una oportunidad de fidelización. Según Zendesk, el 75% de los clientes basan sus decisiones de compra futuras en la calidad del servicio al cliente.
Cultura Organizacional Centrada en el Cliente: Desde la capacitación de empleados hasta los indicadores de desempeño, toda la empresa debe respirar una filosofía donde el cliente es el motor de cada decisión. Esto se traduce en una mayor satisfacción interna y externa.
La elección entre un marketing centrado en el producto o en el cliente no es una disyuntiva excluyente, sino una oportunidad para una síntesis estratégica. El éxito reside en una aproximación holística que valora la ingeniería y la innovación del producto, mientras se sumerge en la comprensión profunda del ser humano que lo utiliza. Solo así se puede crear una propuesta de valor que no solo sea técnicamente superior, sino también emocionalmente resonante y pertinentemente útil para una audiencia cada vez más exigente y empoderada.












