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Siempre es arriesgado afrontar un nuevo reto, una nueva situación, ya que nunca sabemos cómo puede acabar nuestro atrevimiento.
No obstante, quien no se arriesga no pasa la mar, como dice el refrán, y, en estos tiempos que corren es importante ser consciente de la necesidad de emprender, de ser creativos y de tratar de diferenciarnos de los demás.
Las redes sociales han llegado con mucha fuerza para quedarse, y, debido a las grandes opciones y posibilidades que ofrece a las grandes y pequeñas empresas, sobre todo a las pequeñas empresas (puesto que les da la opción de competir con otras más grandes y dejar la liza en algo más equilibrada), cada vez se reafirma más la importancia que tienen estas nuevas plataformas a la hora de su implantación en nuestro tejido empresarial.
A pesar de que son muchas las personas que ven en estos nuevos medios y canales la solución al problema de competitividad de sus negocios, son también muchos los que no se atreven a dar el salto a lo dospuntocero, tal vez, por desconocimiento o, quizá por cobardía. Pero no hay lugar en las redes sociales para los cobardes.
Alguien que no se atreva a innovar o a introducir cambios en su negocio, no debe entrar en las redes sociales, porque va a fracasar estrepitosamente con toda seguridad.
Alguien que no se atreva a establecer un doble canal de comunicación para permitir que sus clientes se comuniquen con ellos abiertamente, no debe entrar en redes sociales. Este tipo de empresas, de pequeños negocios, si queremos, son negocios anclados en el pasado que tarde o temprano se verán obligados, aunque no se den cuenta de que esa obligación está ya implícita en los nuevos cambios producidos a su alrededor, a evolucionar y a salir del encorsetamiento en el que se encuentran.
Si no somos capaces de convertir la conversación con nuestros clientes por temor a estar expuestos a sus críticas y a sus quejas, no debemos entrar en redes sociales.
La cobardía de no ser capaces de crear un nuevo modo de relacionarnos con nuestros clientes nos llevará a que sean otros competidores los que se aprovechen de los beneficios de conocer a la audiencia y de saber qué quieren, qué les interesa y qué esperan la marca, lo que posiblemente se traducirá en un mayor engagement, una mayor vinculación emocional del usuario con nosotros, y facilitará que el cliente sea a nosotros y no a la competencia, a quien compre un producto o un servicio.
Es muy fácil ver cómo otros hacen el trabajo, pero lo realmente complicado es tomar parte, no permitiendo que las dudas o los miedos nos acobarden y nos dejen en un rincón asustados. Esa no es la actitud en Social Media.
Los Social Media es sinónimo de acción y de conversación, y, una vez más, no hay lugar en ellos para los cobardes, para quienes no se atreven a ser creativos. ¿Y tú, te atreves?
