Si una marca es difícil de pronunciar, puede toparse con un muro de problemas y grandes retos
Por Redacción - 4 Febrero 2025
La simplicidad y la claridad son elementos esenciales para el éxito de una marca. La pronunciabilidad de un nombre comercial juega un papel crucial en la percepción del consumidor, la recordación y la facilidad de recomendación. Según estudios de marketing y psicolingüística, aproximadamente el 70% de los consumidores tiende a preferir marcas cuyos nombres pueden pronunciar fácilmente. Cuando una marca presenta dificultades en este aspecto, sufre importantes desventajas frente a la competencia.
La capacidad de recordar una marca está influenciada por su facilidad de pronunciación, un fenómeno conocido como "efecto de la pronunciabilidad". Este principio psicológico bien documentado sugiere que las personas muestran una preferencia por palabras y nombres que pueden articular con facilidad, lo que impacta directamente en la percepción y recordación de la marca. Marcas con nombres difíciles de pronunciar pueden tener un tiempo de retención en la memoria hasta un 30% menor en comparación con aquellas que cuentan con una fonética clara y sencilla. La sonoridad de un nombre comercial influye en la familiaridad que el consumidor desarrolla con la marca, lo que, a su vez, incide en la decisión de compra y en la lealtad a largo plazo.
Otro de los principales problemas que enfrentan las marcas difíciles de pronunciar es la reducción del llamado "efecto de fluencia", que se refiere a la facilidad con la que el cerebro procesa una palabra o concepto. En promedio, este efecto se ve disminuido en un 33% en marcas con nombres complejos, lo que repercute directamente en la rapidez con la que los consumidores las asocian con sus productos o servicios. Cuando un nombre no fluye de manera natural en el lenguaje, se generan fricciones cognitivas que afectan su impacto comercial. Además, la dificultad en la pronunciación de una marca tiene un impacto significativo en su viralidad y en el marketing boca a boca. La probabilidad de que un consumidor recomiende una marca cuyo nombre le resulta complicado de decir se reduce en un 40%. En la era de la inmediatez y la comunicación digital, la facilidad con la que una marca puede ser mencionada en conversaciones, en redes sociales o en búsquedas en línea es fundamental para su crecimiento y consolidación.

Cuando una marca opera a nivel internacional, la pronunciación de su nombre puede convertirse en un desafío significativo, afectando su reconocimiento y recordación en distintos mercados.
Algunas marcas han enfrentado este problema debido a la complejidad fonética de sus nombres o a diferencias lingüísticas que generan confusión entre los consumidores. Un caso emblemático es Häagen-Dazs, cuyo nombre, aunque parece de origen escandinavo, fue creado en Estados Unidos sin seguir reglas fonéticas claras, lo que dificulta su pronunciación en muchos idiomas.
Algo similar ocurre con Bvlgari, la reconocida firma de lujo italiana, cuyo uso de la "V" en lugar de "U" genera dudas entre los consumidores sobre cómo pronunciarlo correctamente. Las marcas de moda y lujo francesas también presentan desafíos fonéticos para el público internacional. Givenchy, que se pronuncia "Yivon-shee", e Yves Saint Laurent, cuya fonética correcta es "Iv San Lorán", suelen ser pronunciadas de manera incorrecta por quienes no están familiarizados con el francés. Lo mismo ocurre con Comme des Garçons, cuya sonoridad resulta poco intuitiva para hablantes de otros idiomas.
En el sector automotriz y de alta gama, Koenigsegg, el fabricante sueco de superdeportivos, es un claro ejemplo de nombre difícil de pronunciar fuera de su país de origen. Por su parte, Maybach, la marca alemana de autos de lujo, se pronuncia "Mai-baj" en su idioma original, aunque muchos consumidores la articulan erróneamente.

El mundo de las bebidas alcohólicas tampoco escapa a esta problemática. Laphroaig, el famoso whisky escocés, presenta una fonética compleja debido a su origen gaélico, dificultando su pronunciación para quienes no están familiarizados con esta lengua. En el ámbito cervecero, Hoegaarden, de origen belga, tiene múltiples variantes de pronunciación, lo que puede generar confusión entre los consumidores. Jägermeister, el icónico licor de hierbas alemán, también es un desafío lingüístico para muchos, ya que su pronunciación correcta en alemán es "Yé-ger-mai-ster", pero en distintos países se escucha con variaciones como "Jagger-maister" o "Yaguer-maestro.

Otras marcas con nombres difíciles de articular incluyen Tag Heuer, relojera suiza que muchos pronuncian incorrectamente como "Tag Hee-uer" en lugar de "Tag Hoyer", y Zojirushi, fabricante japonés de electrodomésticos cuya fonética puede resultar un reto para hablantes no japoneses.
En un mundo globalizado, la pronunciabilidad de una marca no solo afecta su reconocimiento, sino también su capacidad de generar conexiones con los consumidores. Un nombre complicado puede representar una barrera para la recordación y la recomendación, factores clave en la competitividad del mercado. Estos factores explican por qué muchas marcas exitosas han optado por nombres cortos, directos y fáciles de pronunciar. Empresas como Google, Apple, Nike o Tesla han capitalizado la simplicidad lingüística para fortalecer su identidad en el mercado global. Por otro lado, compañías que han enfrentado barreras en este sentido han tenido que adaptar sus nombres o simplificarlos en mercados extranjeros para mejorar su accesibilidad.
¿Quieres decir esto que estas marcas no pueden ser exitosas?
La dificultad en la pronunciación de una marca no impide su éxito si cuenta con una identidad sólida. Empresas como Koenigsegg han logrado posicionarse en la industria gracias a su innovación y exclusividad, haciendo que la complejidad de su nombre pase a un segundo plano frente al prestigio de sus productos. En muchos casos, una pronunciación difícil puede incluso aumentar la percepción de exclusividad y autenticidad. Marcas como Laphroaig o Hoegaarden se benefician de su herencia cultural, generando curiosidad entre los consumidores, quienes ven el aprendizaje de su nombre como parte de la experiencia de la marca.

El marketing también juega un papel clave. Algunas empresas educan a su público sobre la pronunciación correcta a través de campañas publicitarias o embajadores de marca. En el caso de Tag Heuer, por ejemplo, ha trabajado para familiarizar su nombre en distintos mercados sin perder su identidad. Más allá del nombre, el verdadero factor de éxito es la calidad del producto. Si una marca ofrece un valor excepcional, los consumidores estarán dispuestos a superar cualquier barrera lingüística. Maybach, a pesar de las dificultades en su pronunciación, sigue siendo sinónimo de lujo y sofisticación.
En el caso de Yves Saint Laurent, en 2012, cuando Hedi Slimane asumió la dirección creativa de Yves Saint Laurent, decidió simplificar el nombre de la línea de moda a "Saint Laurent". Esta elección buscaba modernizar la marca, hacerla más minimalista y facilitar su pronunciación y reconocimiento visual en logotipos y branding. Además, la decisión tomó inspiración en los inicios de la marca, ya que en 1966 Yves Saint Laurent lanzó su línea de prêt-à-porter bajo el nombre "Saint Laurent Rive Gauche". Sin embargo, el nombre completo "Yves Saint Laurent" se mantiene en la identidad corporativa y en productos como perfumes y cosméticos, donde conserva su prestigio y herencia.

Por su parte, Jägermeister logró posicionar su marca a pesar de su difícil pronunciación mediante una estrategia centrada en la cultura nocturna y el entretenimiento. La marca se asoció con la música y los festivales, patrocinando eventos de rock y electrónica para consolidarse como un símbolo de fiesta y diversión. Además, popularizó el cóctel "Jägerbomb", una mezcla de Jägermeister con Red Bull, lo que facilitó su consumo en bares y antros, haciéndolo más accesible para quienes no estaban familiarizados con la bebida. También reforzó su identidad a través de merchandising y presencia en bares con dispensadores de shots helados y cristalería personalizada, elementos que ayudaron a consolidar su imagen. Su publicidad disruptiva y campañas llamativas en redes sociales contribuyeron a viralizar la marca y atraer a un público joven. En lugar de cambiar su nombre, Jägermeister convirtió su singularidad en una ventaja, logrando que el público lo adoptara como una bebida de culto en el mundo de la fiesta.
Aunque un nombre difícil no impide el éxito si la marca logra construir una identidad fuerte, comunicar eficazmente su valor y ofrecer productos que hablen por sí mismos. En algunos casos, la complejidad del nombre puede incluso convertirse en un rasgo distintivo que refuerce su autenticidad y prestigio. Pero si bien la originalidad y la diferenciación son clave en la construcción de una identidad de marca, la pronunciabilidad no debe pasarse por alto.












