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Las pymes deben asumir que el buen marketing no es solo positivo para las grandes

Por Redacción - 25 Febrero 2021

Cuando se habla de elementos como identidad, imagen de marca o consistencia en el storytelling, se suelen poner como ejemplo a grandes corporaciones. Suelen ser grandes compañías, de esas que aparecen en los listados de las mejores marcas del mundo, las más valiosas y similares. Tienen grandes recursos, hacen grandes inversiones y dedican mucho dinero al marketing y a la publicidad.

Por ello, se acaba creando una cierta percepción subconsciente de que esto es algo que corresponde a las grandes empresas. Para ellas, que pueden hacerlo, es importante. Para las demás, las pequeñas y medianas empresas, no lo es tanto.

Y, sin embargo, esta posición es un error. Las pymes también deben tener una estrategia de marketing y cuidarla. El marketing no es solo para empresas grandes y sus beneficios también impactan en las más pequeñas. Las pymes están igualmente obligadas a comprender a sus consumidores, las necesidades de su mercado o los cambios vinculados a las tendencias de ventas. Necesitan ajustarse a ellos y posicionarse ante los consumidores, si quieren seguir vendiendo y sobrevivir a los rigores del mercado.

En ese escenario la estrategia de publicidad y marketing, por muy a una escala diferente que sea, resulta crucial. Cierto, no se tienen 1.000 millones de dólares para gastar en campañas como una marca de refrescos, pero en realidad no se necesitan. Hay que comprender qué es lo que importa en el propio mercado y qué lo que se puede hacer. Y, sobre todo, es preciso entender los puntos básicos en marketing y por qué deben ser trabajados. En esos puntos clave, tener una buena imagen de marca y trabajar un storytelling consistente son elementos básicos.

Para empezar, la buena imagen de marca resulta crucial. Es lo que hará que los consumidores te recuerden, sean fieles a tus productos y tus servicios y establezcan vínculos profundos con tu compañía. Crear una buena imagen viene muchas veces vinculado a las propias experiencias de cliente que se ofrecen, por lo que es también determinante como vía para mantener una buena posición en el mercado.

Además, labrar una buena imagen es casi como uno de los elementos básicos que las pymes han trabajado de forma tradicional, por lo que obviarlo como pieza destacada en el siglo XXI es un error y una práctica de olvidar lo que se ha aprendido en el pasado.

Solo hay que pensar en las tiendas de barrio y en su relación con sus clientes. Muchas de ellas lograban su clientela fiel y entregada por su servicio y por la reputación que se habían labrado. Por ejemplo, algunas de ellas tenían productos especializados, con los que hacían un esfuerzo importante en mantener en stock porque sabían que sus clientes seguían buscándolos. Así, sabían que si querías tal cosa, tenías que ir a ese lugar. No solo lo tendrían, sino que además te asegurabas que ibas a recibir una atención experta en ese terreno.

Otras mantenían y cuidaban ciertos rasgos, como el de un producto de calidad o el de una atención específica muy cuidada, que hacía que su reputación estuviese plenamente anclada y se asociase a una imagen de marca concreta.

El poder del storytelling

Lo importante, además de la reputación y de la imagen que se transmite, es también cómo se cuentan las cosas. La de storytelling fue una de esas palabras de moda hace un par de años, cuando el marketing de contenidos estaba convirtiéndose en la última gran cosa y los marketeros querían saberlo todo sobre cómo crear los mejores y los más atrayentes.

El storytelling aparecía una y otra vez como elemento crucial y destacado, como guía para crear una historia con gancho.

Sin embargo, su potencial no debe limitarse solo a la redacción de un contenido específico o de varios, sino que debe verse de una manera más transversal. Se podría incluso decir que se puede ver como conectada a esa idea de construir imagen de marca y reputación.

Entonces, algunas grandes empresas empezaron a contratar a novelistas y otros profesionales con experiencia en contar historias para transmitir esos principios y valores e integrarlos en el día a día de la compañía. Quizás para una pyme eso se salga de su margen de maniobra, pero la esencia de por qué se fichaban esos profesionales no debe hacerlo.

El poder del storytelling está en cómo se presentan los datos y en cómo se narra el cómo se es como empresa y qué se va a hacer por el consumidor. Todas las compañías, sean del tamaño que sean, deben cuidar el modo en el que se presentan a los usuarios y ser capaces de construir su narración.

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