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De los gurús del marketing a los profetas de la IA: para liderar el cambio, las empresas buscan talento estratégico, no vendehúmos

El valor no está en sus respuestas, sino en la capacidad para formular las preguntas correctas a las máquinas

Por Redacción - 5 Agosto 2025

El liderazgo en marketing está cambiando de forma radical. Ya no se trata solo de tener una gran personalidad o carisma, sino de saber coordinar bien sistemas inteligentes. Más allá del típico debate entre lo "tradicional" y lo "digital", lo que realmente está cambiando es quién tiene la autoridad y cómo se diseñan las estrategias. Este nuevo enfoque viene de la mano del uso masivo de la inteligencia artificial: el 88 % de los profesionales del marketing ya confía en ella para su trabajo diario y el 83 % asegura que les ayuda a ser más productivos, según datos de julio de 2025.

Este giro en la forma de liderar no solo cambia las herramientas, sino también el papel de los propios líderes. Durante décadas, el marketing giró en torno a figuras casi míticas, capaces de mover masas con su intuición y experiencia personal. Pero hoy, en plena era de la inteligencia artificial, ese modelo empieza a quedar atrás. La autoridad ya no se basa únicamente en el talento individual, sino en la capacidad de colaborar con sistemas inteligentes que amplifican las decisiones y resultados. Así, el foco se desplaza del héroe individual al estratega que sabe integrar tecnología y datos para crear valor en equipo.

Durante mucho tiempo, el “gurú del marketing” ha sido visto como un personaje casi legendario. Ya sea en la época dorada de la televisión o en los primeros días de las redes sociales, su figura se alza como la del héroe solitario: alguien con un carisma arrollador y una intuición forjada a base de años de experiencia. Su conocimiento no se aprendía en libros, sino en el terreno, con aciertos y errores que le daban una visión única del mercado. Él era el centro de todo, el que marcaba el camino y contaba la historia —donde casi siempre era también el protagonista. En este enfoque, el marketing se consideraba un arte reservado a unos pocos con talento innato. Pero había un riesgo claro: si esa persona desaparecía, todo el proyecto podía venirse abajo, porque todo giraba en torno a su genio individual.

Hoy, en cambio, el liderazgo en marketing está tomando otro rumbo. Surge como de la nada, la figura de los nuevos “profetas de la inteligencia artificial". Nuevos visionarios cuya autoridad no viene de una experiencia personal irrepetible, sino de su capacidad para trabajar con datos, algoritmos y herramientas que multiplican el impacto de cualquier equipo. La clave ya no está en tener todas las respuestas, sino en saber hacer las preguntas correctas y aprovechar lo que la tecnología puede devolver. En este nuevo modelo, las decisiones se apoyan en métricas claras, en pruebas y resultados tangibles, no en corazonadas. Y eso cambia por completo el juego.

A pesar de ello, muchos de los profesionales que hoy lideran en el mundo de la inteligencia artificial no han seguido caminos tradicionales. Se han formado a sí mismos a base de prueba y error, de curiosidad constante, de tutoriales, foros y proyectos personales. Más que títulos, lo que los define es su capacidad de aprender rápido, adaptarse y experimentar sin miedo. En ese sentido, comparten con los antiguos gurús del marketing una misma esencia autodidacta, pero la aplican en un contexto completamente distinto, donde el conocimiento se construye y valida en comunidad, apoyado por datos y herramientas colaborativas.

El marketing se conceptualiza como una ciencia, un proceso continuo de optimización donde se formulan hipótesis, se realizan experimentos y se analizan resultados para tomar decisiones informadas.

Esta perspectiva democratiza el conocimiento, ya que la inteligencia artificial permite que el saber experto se integre en un sistema accesible para muchas personas. El genio deja de ser el individuo y se convierte en la herramienta, y la misión del profeta es enseñar a otros a usarla, construyendo equipos que no dependen de una sola figura.

La persistencia de los “vendehúmos”

A pesar de todo ello, como ante cada nueva era de tendencias y evoluciones tecnológicas, regresan de nuevo con su especial persistencia aquellos que se manifiestan bajo el arquetipo del "vendehúmos", una figura que se adapta a cualquier nueva tecnología. Si antes existían los falsos gurús del marketing que prometían éxitos de la noche a la mañana basados en anécdotas y carisma, hoy la inteligencia artificial es el nuevo escenario para estos personajes.

En medio del auge de la inteligencia artificial, también ha surgido una figura conocida pero reciclada: el “vendehumo” tecnológico. Aprovechando la complejidad del lenguaje técnico, estos perfiles inundan su discurso con jerga especializada —“deep learning”, “modelos generativos”, “algoritmos predictivos”— no para explicar, sino para impresionar. Prometen resultados casi milagrosos, con soluciones instantáneas y sin un plan sólido detrás. Su enfoque se centra más en deslumbrar con lo último en tecnología que en resolver problemas reales con herramientas adecuadas.

Detrás de esa fachada pulida y de frases de moda, suele haber poca práctica real, escasa comprensión profunda y nula experiencia en la aplicación concreta de estas tecnologías.

Un experto genuino en IA siempre reconocerá que la tecnología requiere tiempo, datos de calidad y una inversión estratégica, mientras que el "vendehúmos" la presenta como una solución barata y sencilla, ignorando los riesgos y la necesidad de una infraestructura adecuada. La lección fundamental es que la búsqueda humana de soluciones fáciles a problemas complejos persiste, y la inteligencia artificial es el lienzo donde se proyecta esta dinámica. La clave para discernir la autenticidad es simple: exigir resultados medibles, transparencia en el proceso y un plan estratégico viable que vaya más allá de las promesas vacías.

La evolución en la concepción del liderazgo dentro de las empresas marca una clara transición de la figura carismática a la de un gestor de conocimiento y sistemas inteligentes.

Este cambio no es una mera cuestión de terminología, sino un reflejo de una demanda más profunda por resultados tangibles y procesos estratégicos robustos. El héroe solitario, el gurú del marketing, con su carisma y su narrativa personal, ha cedido el paso al profeta de la inteligencia artificial, cuyo valor reside en su capacidad para orquestar la tecnología en función de los objetivos de la empresa.

Este nuevo enfoque desmitifica la idea de que el éxito es el resultado de un talento individual y exclusivo. En lugar de ello, las organizaciones buscan líderes que entiendan que el verdadero potencial no reside en una persona, sino en la capacidad de un equipo para aprovechar sistemas inteligentes. El gurú se apoyaba en su intuición, forjada a través de años de experiencia, para crear un "modelo mental" que le permitía entender el mercado. Su autoridad era incuestionable, y su estrategia se percibía como una forma de arte, única e irreplicable. En este modelo, el éxito dependía de la visión de una persona, creando una dependencia estructural que hoy, resulta insostenible. Por el contrario, el profeta de la inteligencia artificial opera bajo una lógica completamente diferente. Su autoridad no solo se basa exclusivamente en lo que sabe, sino en su habilidad para usar la tecnología para generar conocimiento. El valor no está en sus respuestas, sino en su capacidad para formular las preguntas correctas a la máquina.

Aquí, el marketing se convierte en una disciplina científica, donde las estrategias son hipótesis a ser probadas, los datos son la evidencia y las decisiones se toman a partir de resultados medibles. Este enfoque democratiza el conocimiento, ya que la inteligencia artificial permite que la sabiduría de un experto se integre en un sistema que puede ser utilizado por muchas personas. El genio deja de ser el individuo y se convierte en la máquina, y el líder se enfoca en enseñar a su equipo a utilizarla para optimizar el rendimiento.

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