Por Redacción - 25 Julio 2025

La privacidad se ha posicionado como el eje central que redefine las estrategias de marketing y publicidad contemporáneas. Ya no se trata de una mera consideración ética, sino de una fuerza transformadora que impulsa a las organizaciones a repensar fundamentalmente cómo interactúan con sus audiencias y gestionan los datos personales.

Este cambio de paradigma se ve impulsado por una confluencia de factores: la creciente concienciación de los consumidores sobre el valor de su información personal, un endurecimiento significativo del marco regulatorio global y la evolución tecnológica que ofrece nuevas herramientas tanto para la recopilación como para la protección de datos, incluyendo la notoria proliferación de las redes privadas virtuales o VPNs.

La desconfianza del consumidor, alimentada por escándalos de datos y prácticas intrusivas, ha erosionado la percepción pública sobre la forma en que las empresas manejan su información. Estudios como de Cisco Consumer Privacy Survey del pasado año 2024, revelaron que aproximadamente el 80% de los consumidores se preocupan por la forma en que las empresas utilizan sus datos y más del 50% han cambiado de proveedor por motivos de privacidad. Los usuarios son cada vez más reacios a compartir datos si no perciben un beneficio claro o si sienten que su privacidad está en riesgo. Esta actitud ha forzado a las marcas a adoptar una transparencia radical, comunicando de manera explícita cómo se utilizan los datos y otorgando un control real sobre su gestión. La clave reside en construir una relación de confianza mutua, donde la privacidad no sea un obstáculo, sino un diferenciador que fomente la lealtad.

El panorama regulatorio, marcado por legislaciones como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) en Europa y la Ley de Privacidad del Consumidor de California (CCPA) en Estados Unidos, ha establecido un estándar global para la protección de datos. Por su parte, la Comisión Europea ha seguido imponiendo multas significativas por incumplimientos del RGPD; por ejemplo, una empresa tecnológica fue sancionada con más de 100 millones de euros en el segundo trimestre de este año por fallos en su gestión de consentimiento. Estas normativas no solo imponen multas sustanciales por incumplimiento, sino que también otorgan a los individuos derechos sin precedentes sobre su información, incluyendo el derecho a acceder, rectificar y borrar sus datos. El cumplimiento normativo, por lo tanto, ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación ineludible, obligando a las empresas a auditar sus procesos de recopilación, almacenamiento y uso de datos para garantizar que se ajusten a los más altos estándares de privacidad.

Recordemos también, como en abril de este mismo año 2025, Google anunció que no lanzaría finalmente un nuevo aviso emergente para gestionar las cookies de terceros en Chrome, manteniendo su control desde los ajustes del navegador. Esta decisión, tomada tras conversaciones con autoridades como la CMA del Reino Unido, implica que las cookies de terceros seguirán activas por defecto, lo que favorece la continuidad del modelo actual de publicidad digital. A pesar de ello, Google continúa desarrollando alternativas centradas en la privacidad dentro de su iniciativa Privacy Sandbox, como protecciones de IP y APIs que operan en el navegador.

En cuanto al impacto en la privacidad, la ausencia de un aviso explícito reduce la transparencia y limita el control activo del usuario sobre sus datos, permitiendo que el rastreo por terceros continúe en muchos casos sin consentimiento claro. Aunque a corto plazo esto no mejora la protección de la privacidad, los avances de Privacy Sandbox podrían ofrecer soluciones más respetuosas en el futuro si se implementan adecuadamente. Por otro lado, el proyecto Privacy Sandbox de Google, presentado como una alternativa para reemplazar las cookies de terceros, continúa en una fase de desarrollo incierto. Aunque algunas funciones avanzan —como la protección de IP para usuarios en modo incógnito, cuya activación está prevista para el tercer trimestre de 2025—, el conjunto de la iniciativa aún no tiene un calendario claro de implementación. Esta falta de definición ha generado preocupación en el ecosistema publicitario, que depende de sistemas eficientes y compatibles para sostener su modelo de ingresos.

Diversas empresas del sector, como BidSwitch (filial de Criteo), Index Exchange y Raptive, han participado en las pruebas de las nuevas APIs de Google, pero han reportado serias limitaciones. Entre los principales problemas destacan la falta de escalabilidad, el diseño uno a uno de las APIs que no se adapta bien a la lógica multiparte de la publicidad digital, y complicaciones técnicas en la integración con sistemas de pujas en cabecera ampliamente utilizados por los medios. A esto se suman dificultades de rendimiento, como la latencia y la baja compatibilidad con formatos como el video.

Como resultado, muchos editores han mostrado escepticismo hacia Privacy Sandbox, al considerar que aún no ofrece una alternativa viable ni rentable frente a las cookies de terceros, que continúan generando ingresos inmediatos. Esta situación evidencia lo complejo que es sustituir un sistema tan arraigado, y resalta la necesidad de que cualquier solución futura logre un equilibrio entre respeto a la privacidad, eficacia técnica y sostenibilidad económica para todos los actores del ecosistema digital.

Las identidades persistentes y determinísticas, que permiten seguir a un usuario a través de diferentes dispositivos y plataformas, se están volviendo menos viables.

En su lugar, el sector se inclina hacia soluciones basadas en identificadores probabilísticos o en cohortes de usuarios, donde los individuos se agrupan en función de intereses o comportamientos comunes, sin necesidad de identificar a cada persona de forma única. Este cambio requiere una reevaluación de las estrategias de segmentación y personalización, enfocándose en la privacidad por diseño y en la minimización de datos.

La proliferación de los muros de pago por datos, que ofrecen acceso a contenido o servicios a cambio de la autorización para usar información personal, y los muros de pago tradicionales son un testimonio de la creciente valoración de la privacidad por parte de los consumidores. Un informe de eMarketer de 2024 indica que el porcentaje de usuarios dispuestos a pagar por una experiencia sin publicidad o con mayor privacidad ha aumentado un 15% en los últimos dos años. Esto genera una dualidad: por un lado, la resistencia a compartir datos sin contraprestación; por otro, la disposición a hacerlo si se percibe un beneficio tangible o un valor añadido. Las empresas se enfrentan al reto de equilibrar la necesidad de datos para la personalización con el respeto a la autonomía del usuario, ofreciendo opciones claras y valor real a cambio de la información.

Paralelamente, la proliferación de las redes privadas virtuales (VPN) ha irrumpido con fuerza en el comportamiento del consumidor. Según Statista, se estima que el uso de VPNs a nivel global superará los mil millones de usuarios activos en 2025, con un crecimiento constante año tras año. Las VPNs permiten a los usuarios enmascarar su dirección IP y cifrar su tráfico de internet, dificultando enormemente el rastreo de su actividad online por parte de anunciantes y terceros. Esto significa que una parte cada vez mayor de la audiencia online está activamente eludiendo las técnicas de seguimiento tradicionales, presentando un desafío directo a los modelos publicitarios basados en el perfilado individual. Para los profesionales del marketing, esta tendencia subraya la necesidad de pivotar hacia estrategias menos invasivas y más respetuosas con la privacidad, como la publicidad contextual o las campañas basadas en datos agregados y anonimizados, donde el foco no está en el individuo, sino en el contenido o el contexto de consumo.

Las plataformas de gestión del consentimiento y las plataformas de gestión de preferencias se han convertido en herramientas esenciales en este nuevo paradigma.

Datos de Sourcepoint revelaron que el uso de CMPs conformes al RGPD se ha incrementado en un 40% desde 2023. Estas soluciones permiten a las empresas recopilar, gestionar y honrar las preferencias de privacidad de los usuarios de manera transparente y conforme a la normativa. Desde la aceptación de cookies hasta la suscripción a boletines, estas plataformas garantizan que las decisiones del usuario sean registradas y respetadas, fortaleciendo la confianza y permitiendo una relación más ética entre marcas y consumidores. La implementación efectiva de estas plataformas es crucial para demostrar el compromiso de una organización con la privacidad y evitar posibles sanciones.

Ante este escenario, la privacidad se transforma de un requisito legal a una ventaja estratégica. Las empresas que logran construir una reputación sólida en el manejo de datos personales no solo evitan multas, sino que también atraen y retienen a clientes que valoran la protección de su información. El marketing ya no se centra únicamente en la captación de la atención, sino en el establecimiento de un vínculo basado en la transparencia y el respeto mutuo. La personalización debe ser el resultado de una elección informada del usuario, no de un rastreo invisible.

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