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Pánico y psicología de consumo. Por qué ya no hay aceite de girasol en el supermercado

Igual que ocurrió con el papel higiénico durante la crisis del coronavirus, el aceite de girasol se ha convertido ahora en el ejemplo de cómo se comportan los consumidores

Por Redacción - 7 Marzo 2022

"Va a ser el nuevo papel higiénico", le decía un hombre a su acompañante en un supermercado del centro de Vigo mientras daba vueltas por el lineal de los aceites y vinagres. Unos minutos después, en la línea de cajas, otro consumidor diferente acabó sacando el tema con la cajera. "¡Como han arrasado con el aceite de girasol!", le dijo, a lo que la cajera le preguntó si aún quedaba al menos aceite de oliva. "La gente...", se señalaron el uno al otro.

Igual que en los primeros días de la crisis del coronavirus los consumidores se lanzaron en masa a comprar papel higiénico, dejando estanterías vacías y a los trabajadores de los supermercados estupefactos, la guerra en Ucrania los está llevando a comprar aceite de girasol al por mayor.

El aceite de girasol, muy popular en España como alternativa barata para aquellos platos fritos que requieren elevadas cantidades de aceite es un básico de la despensa.

Llevándose todo el aceite de girasol

Sin embargo, en estos últimos días, se ha convertido en un producto de pánico y en un objeto de deseo. En un supermercado de la cadena Eroski en Vigo, los consumidores solo podían llevarse 5 litros en total en sus compras, como indicaban carteles situados en los estantes. A última hora de la tarde, el lineal de los aceites mostraba muchos espacios vacíos (también precios un poco más elevados de lo que es habitual para ese producto: la botella estaba a 1,90 euros, cuando suele quedarse más bien cerca del euro).

Una consumidora viguesa reportaba que por la mañana el reponedor de un supermercado ya le había dicho que los consumidores se estaban volviendo locos con las compras de aceite y una que había hecho una compra en una cadena de supermercados autonómica en el área de Santiago de Compostela apuntaba que en el súper en cuestión solo dejaban llevarse tres botellas.

La situación es general en toda España y las cadenas de supermercados han ido imponiendo progresivamente límites a la compra de aceite, para paliar el efecto de las compras de pánico. Mercadona, Consum o Makro también han limitado la venta de unidades de aceite. Los responsables de las cadenas de supermercados aseguran que han estado viendo "compras desproporcionadas" durante esta última semana.

Psicología de consumo y pánico

Pero ¿por qué están lanzándose los consumidores a comprar en masa aceite de girasol? Hay dos razones clave.

Por un lado, está la cuestión de las expectativas de consumo. Si bien cuando se llevaba todo el papel higiénico no había nada que hiciese pensar en un posible desabastecimiento, en este caso los consumidores creen que sí hay razones.

La guerra en Ucrania podría suponer un desabastecimiento de materia prima, que reduciría la cantidad de aceite disponible o que subiría los precios de un producto básico. Por ello, y por muchos llamamientos a la calma que se hagan, los consumidores sienten que tienen razones incuestionables para comprar ese producto de más, por lo que pueda pasar.

Por otro lado, está la mezcla entre psicología de consumo y el pánico, que fue también lo que llevó a que en 2021 hubiese una escasez de camping gas.

Entonces se alimentó el bulo de que podría haber un gran apagón y los consumidores se dejaron llevar por el pánico a sus potenciales consecuencias, comprando estos dispositivos por si no podían cocinar con sus cocinas eléctricas. "Es casi siempre gente mayor que te llega asustada por lo del apagón. Yo les digo que no creo que pase nada, pero aun así compran", le decía entonces a la prensa el responsable de una ferretería.

Los consumidores no quieren quedarse bajo ningún concepto sin aquellos productos que considera básicos, lo que les lleva a dejarse llevar por el miedo a lo que pueda pasar.

Además, también entre en juego nuestro cerebro, como bien sabe el neuromarketing. La explicación de este tipo de compras por parte de la neurociencia es clara: ver las estanterías arrasadas y los carritos llenos del producto en crisis activa nuestras neuronas espejo. Y también nos hacemos con ello.

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