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Cómo los cambios de consumo están modificando el centro de las ciudades, su comercio y sus tiendas

Por Redacción - 24 Enero 2017

El centro de las ciudades ha sido el principal escenario de consumo en las mismas se podría decir que prácticamente desde siempre, una cuestión prácticamente histórica. Incluso cuando el consumo de masas no era como el que conocemos ahora, se puede rastrear el proceso de compras al centro de las ciudades y a los mercados que en ellas se celebraba. Cuando en el siglo XIX empezó el consumo moderno, las ciudades asumieron esos espacios y se convirtieron en el epicentro de ir de compras.

Quizás, se podría decir que las ciudades y sus centros empezaron a verse un poco desplazadas ya hace unas décadas, cuando aparecieron los grandes centros comerciales con sus inmensas superficies de aparcamiento en las afueras. Estos grandes centros comerciales sacaban del centro de las ciudades, pero a pesar de ello no acabaron por completo con ellos. Las grandes calles de las grandes urbes (y de las pequeñas), esas calles en las que se concentraba el tráfico a pie y el "ir de escaparates", no entraron en una brutal decadencia por culpa de los centros comerciales y los grandes hipermercados. Las calles llenas de carteles que anunciaban que los bajos se alquilaban o se vendían y las grandes liquidaciones por cierre llegaron mucho después y son bastante recientes.

Cualquiera que haya recorrido algunas de esas calles en los últimos tiempos, especialmente cuando no eran calles de altísimo nivel de las grandes ciudades, habrá visto cómo se llenaban de carteles de venta y de alquiler y de negocios cerrados. El tema era uno de los favoritos de la prensa local, que hacía análisis de lo que había cerrado, del porcentaje de bajos vacíos y de la situación en la que se encontraba el centro anteriormente lleno de tiendas y bullicio de la ciudad. La culpa se la llevaba la crisis: la recesión económica había echado el cierre a las tiendas y había hecho que los consumidores dejasen de acudir a ellas.

El centro de las ciudades podría estar a punto de morir tal y como lo conocemos

Pero lo cierto es que la situación podría ser mucho más compleja que eso y podría estar mucho más marcada por otros elementos. La crisis podría ser un factor para comprender por qué cerraron tantas tiendas, pero no el único que permitiese comprenderlo. La situación en el centro de las ciudades y su efecto en las pautas de consumo de sus ciudadanos podría estar marcada por otro elemento más y uno muy poderoso, tanto que ni el final de la crisis permitirá poner freno y final a este cambio.

El centro de las ciudades podría estar a punto de morir tal y como lo conocemos y podría hacerlo por una razón decisiva. Los gustos y los hábitos de consumo habrían cambiado por completo.

Los últimos números

Los datos para comprender este cambio de hábitos y de tendencias llegan de la británica Office of National Statistics y de las conclusiones de un estudio de ParcelHero, tal y como acaba de publicar BizReport. Los datos se centran, por tanto, en el mercado británico, pero a pesar de ello resultan muy interesantes para comprender cómo están cambiando las cosas de un modo mucho más global.

El número de tiendas no para de decrecer y su presencia está sufriendo una desaceleración

Por un lado, están los datos del presente. Según estas estadísticas, la venta en el retail en Reino Unido ha caído este año más que nunca. Su desaceleración ha sido del 2%, la cifra más elevada de los últimos cuatro años (y aquí ya no se puede echar la culpa a la crisis económica). Por otro lado, están las previsiones que apuntan a que, en 2030, el centro de la ciudad habrá dejado de ser el sitio de ir de compras.

Según las conclusiones del estudio 2030: The Death of the High Street, elaborado por David Jinks, de ParcelHero, el número de tiendas no para de decrecer y su presencia está sufriendo una desaceleración. En 1950 había 600.000 tiendas en todo Reino Unido. Ahora solo hay (son números de 2012) unas 290.000 y para 2030 se espera que sean 120.000. La reducción ha sido mucho más brutal en los últimos años que en las décadas anteriores y lo ha sido, apuntan en el estudio, por el impacto del ecommerce. A medida que se compra más online, las tiendas del centro desaparecen.

El hecho de que cada vez el comercio electrónico cubra muchas más áreas y haya hecho que sea mucho más fácil recibir esas compras ha tenido un impacto directo sobre los hábitos de consumo. Indirecto lo tendrá sobre la configuración de las calles comerciales, donde no solo se reducirá el número de tiendas sino que además se verá como algunos sectores desaparece.

No solo el ecommerce

Pero lo cierto es que acusar al ecommerce de esto no cubriría todos los elementos que podrían hacer que el centro de las ciudades tal y como lo conocemos cambie. La realidad es un tanto más compleja, porque además del peso del comercio electrónico está también la cuestión de los cambios de hábitos y gustos de consumo.

Los millennials están cambiando por un lado el centro de las ciudades porque ellos los han recuperado como espacio para vivir (ya no quieren irse a las afueras ni tampoco el chalé adosado que era lo que sus padres querían). Esto ha llevado a que vuelvan las oficinas al centro de las ciudades y, por otro lado, a que la oferta de restauración sea elevada (hay que dar de comer a los trabajadores). Esto está haciendo de forma paralela que las ciudades y sus centros tengan una realidad mucho más mezclada y mucho más diversa.

Por otro lado, los procesos de gentrificación (se vean como se vean) también están modificando los centros de las ciudades y tienen un efecto sobre los negocios que operan allí. Muchos de ellos no pueden soportar el boom de precios de alquiler y tienen que irse de esas zonas, lo que hace que desaparezcan los negocios (aunque en estos casos, suelen ser sustituidos por otras cosas).

A esto se suma que los centros de las ciudades se están viendo cada vez más como espacios de ocio, lo que hace que se prime la presencia de restaurantes y de otros espacios de ocio y entretenimiento frente a las tiendas. Ya no se va al centro tanto a comprar como a cenar.

E igualmente los centros de las ciudades y sus tiendas tienen que asumir un enemigo que parece mucho menos peligroso a primera vista, pero que está cambiándolo todo. Ellos también son víctimas del internet móvil y de su atractivo: mientras los consumidores mirar sus smartphones, no ven los escaparates.

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