Artículo Publicidad online

Cómo webs en apariencia legítimas son en realidad 'zombie sites' que engañan a los anunciantes

Por Redacción - 24 Octubre 2017

La industria publicitaria es cada vez más consciente de la importancia de que tiene la lucha contra el fraude en la publicidad online y cada vez es más activa a la hora de denunciar y detectar prácticas maliciosas. Lo son especialmente a medida que se desvela que los ciberdelincuentes están haciendo más y más dinero con este tipo de prácticas. Una investigación de una compañía de seguridad desvelaba no hace mucho un esquema por el que los ciberdelincuentes se estaban haciendo con unos entre 3 y 5 millones de dólares al día, una cantidad abrumadora, por publicidad en vídeo. Su modus operandi consistía en generar sites y crear una suerte de falso narketplace que hacía que se estuviese distribuyendo publicidad pero que esta no estuviese llegando a nadie.

Pero ¿qué ocurre cuando son los de entrada legítimos jugadores del espacio publicitario quienes están haciendo que se generen prácticas negativas? Ahí está por ejemplo la práctica del domain spoofing, en el que se venden anuncios para sites que parecen otros de mayor calidad. El Financial Times encontró en 10 ad exchanges oferta de display y en 15 de vídeos de este tipo de direcciones. Los anunciantes piensan que están comprando anuncios en el FT, cuando en realidad están haciéndolo en un site que no tiene nada que ver. Según sus estimaciones, solo ese diario está perdiendo unos 1,3 millones de dólares cada mes en ingresos publicitarios.

Y en ese caso concreto estaban afectados marketplaces de publicidad normales y corrientes, los que a veces fallan. Un estudio de Google sobre la materia demostraba no hace mucho que los ad exchanges siguen vendiendo anuncios a pesar de que las cabeceras que los recogen decidan parar la venta.

Al final, los fallos en la venta de publicidad programática y los fraudes que hacen que algunos jugadores se enriquezcan de forma ilegítima no están ligados, por tanto, únicamente al cibercriminal de turno, al que se ha estereotipado como un malvado de la red que desde algún país del este de Europa se hace de oro robando en la red. Las prácticas erróneas y el fraude han ido calando a diferentes niveles y en muchos más escenarios.

Uno de los últimas grandes esquemas de fraude online acaba de ser detectado en EEUU, en una investigación conjunta de Buzzfeed y Social Puncher, que sirve además para comprender cómo se generan las zonas oscuras de la red. En la trama están implicados unos 40 sites y se han visto afectadas unas 100 grandes marcas, que podrían haber perdido, según las estimaciones de Buzzfeed, millones de dólares en anuncios falsos. Y, en lugar de ser cibercriminales que estaban intentando hacerse de oro, en esta ocasión eran empresas de medios y de publicidad de EEUU formadas de forma legítima pero con negocio no tan legítimo.

Cómo funcionaba la trama

La red de sites estaba ligada entre ella, incluso cuando a primera vista no se podía ver, por un complejo entramado de sociedades y propietarios. Era, más o menos, como una de esas redes de sites que intentan hacer dinero con anuncios pero sin grandes contenidos que los sustenten, solo que en este caso no apostaban por las content farms o por el SEO a muerte sino directamente por el fraude publicitario.

Los diferentes sites de la trama son páginas muy de nicho, destinados a públicos muy concretos (recetas, belleza, paternidad o famosos, por poner algunos ejemplos) pero con contenidos de muy poca calidad. La investigación ha logrado conectar con alguno de los creadores de contenidos que hace algún tiempo les generaban esos contenidos, quien no se muestra sorprendido por el descubrimiento, ya que escribían contenido de paja simplemente para la publicidad. Los contenidos ahora son incluso peores, escritos en un inglés altamente incorrecto, como si hubiesen sido generados de forma automática o por un traductor automático.

Los contenidos eran malos porque en realidad eran poco importantes. Como apuntan los expertos que han analizado cómo funcionaban estos sites, los visitantes reales eran poco importantes. Si alguno llegaba a las páginas por casualidad, se encontrarían con un site poco atractivo y poco más. Lo importante era lo que pasaba de forma paralela, porque las webs funcionaban realmente como zombie sites que mediante session hijacking generaban tráfico y más tráfico y servían anuncios y más anuncios. Los visitantes externos no lo veían, ya que esta actividad solo se ponía en marcha cuando se visitaba una URL concreta.

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