
Por Redacción - 21 Abril 2025
Aunque el trasfondo de todo este asunto ya no sorprende a casi nadie, resulta significativo que sean ahora algunos medios tecnológicos los que empiecen a alzar la voz. Cada vez son más las críticas desde dentro del sector sobre el rumbo que ha tomado la publicidad en YouTube y cómo esta ha deteriorado progresivamente la experiencia del usuario.
En esta ocasión, Michael Crider, editor de tecnología en PCWorld, ha reconocido públicamente que utiliza bloqueadores de anuncios en YouTube, a pesar de que su propio trabajo depende de la publicidad en línea. En un artículo personal y provocador, Crider confiesa lo que él mismo califica como una “hipocresía necesaria” ante lo que considera un abuso sistemático por parte de Google sobre los usuarios de la plataforma.
Crider, quien lleva más de una década trabajando en sitios web financiados por anuncios, afirma que su decisión se basa en cómo YouTube —propiedad de Google— ha deteriorado la experiencia del usuario, priorizando los ingresos por publicidad sobre la comodidad o el respeto por la audiencia. “Durante años esperé pacientemente a que apareciera el botón de 'saltar'. Pero luego llegaron los anuncios de 30 segundos sin opción de omitir, y después, dos anuncios seguidos antes de cada vídeo. Fue la gota que colmó el vaso”, escribe.
A pesar de entender que la publicidad es fundamental para el sostenimiento del contenido gratuito en internet, el redactor acusa a Google de abusar de su posición dominante en el mercado del video en línea. Según Crider, la compañía no solo satura la plataforma con publicidad, sino que también impone suscripciones como única vía para recuperar una experiencia limpia, convirtiendo a YouTube en un “monopolio efectivo” con prácticas abusivas.
Google ha intensificado la presión publicitaria con el objetivo de empujar a más usuarios hacia su servicio premium sin anuncios. Sin embargo, todo indica que la compañía se está topando con una resistencia mayor a la que había anticipado.
“Google ha convertido a YouTube en un reflejo distorsionado del cine: anuncios para ver anuncios. Es absurdo. No me avergüenza saltármelos”, señala. Aunque intenta usar bloqueadores de forma selectiva, activándolos solo en sitios que sobrecargan el rendimiento de su equipo, afirma que en el caso de YouTube no le queda alternativa: “Incluso con una computadora potente, tengo que proteger mi experiencia. Es un acto de resistencia digital”.
Sin embargo, en su crítica, Crider, también menciona los riesgos asociados a la publicidad en la web actual, desde el rastreo intrusivo hasta anuncios maliciosos, y recomienda el uso de bloqueadores como AdGuard, destacando su “lista de permitidos inversa”, que permite bloquear anuncios únicamente en sitios especialmente intrusivos. “Sí, soy un hipócrita por bloquear anuncios. Pero Google me obligó a serlo”, concluye Crider, en lo que considera una postura coherente ante una plataforma que, según él, ha dejado de respetar a su comunidad de usuarios y creadores.
Tal vez el verdadero obstáculo para modelos como el de YouTube Premium no sea solo el precio, sino una cuestión cultural mucho más profunda.
Durante más de una década, los usuarios han disfrutado de acceso gratuito a contenidos, herramientas y plataformas online que, en muchos casos, eran financiados de manera poco visible a través de la publicidad. Esta dinámica consolidó una expectativa generalizada: que todo en internet debía ser gratuito o, al menos, accesible sin coste directo. Ahora, cuando las grandes tecnológicas intentan cambiar las reglas del juego —limitando funciones, aumentando la publicidad o empujando al usuario hacia versiones de pago— se encuentran con una fuerte resistencia. No es solo que los usuarios no quieran pagar, sino que sienten que están perdiendo un derecho adquirido, una promesa implícita del internet abierto. En ese sentido, más que una decisión económica, la negativa a suscribirse se ha vuelto casi una postura ideológica frente a lo que muchos consideran un retroceso en la experiencia digital.

