
Por Redacción - 30 Abril 2025
Vivimos en un mundo en el que las marcas no son solo productos; son símbolos de estatus, aspiraciones y, sobre todo, reflejos de la identidad social. En el caso de las marcas de lujo, estas no solo representan un precio elevado, sino que sirven como una declaración de pertenencia a un grupo selecto. Pero, ¿qué sucede cuando esas marcas, consideradas símbolo de lujo, son más deseadas por la clase media que por la propia élite? Este fenómeno no solo revela cómo la moda ha evolucionado en cuanto a accesibilidad, sino también cómo nuestra percepción del lujo está profundamente influenciada por la aspiración más que por la realidad.
El lujo aspiracional: ¿Qué significa realmente ser rico?
Cuando pensamos en lujo, a menudo imaginamos marcas como Louis Vuitton, Chanel o Rolex, marcas que son sinónimo de riqueza y exclusividad. Estas marcas han logrado construir una imagen que trasciende su simple función como productos; son objetos de deseo que representan un nivel de vida al que muchos aspiran. La clase media, en particular, se ve atraída por estas marcas porque sienten que poseerlas es una forma de escalar en la jerarquía social, un símbolo tangible de éxito. Sin embargo, para los realmente ricos, estas marcas de lujo accesible no son un símbolo de riqueza genuina, sino más bien una representación de la falta de exclusividad.
La diferencia entre el consumo de lujo de la clase media y la élite está en la exclusividad que ambos valoran. Mientras que para los ricos el lujo se define por la escasez, la rareza y la personalización, para la clase media el lujo tiene más que ver con la adquisición de productos que den una sensación de estatus y de ascenso social. Muchas marcas que son vistas como iconos de lujo accesible, están muy por debajo en la jerarquía del lujo para la élite, que busca algo más allá de la visibilidad masiva y la comercialización global.

Marcas que los ricos evitan y los “pobres” desean
Marcas como Michael Kors, Coach, Marc Jacobs, Guess, Tommy Hilfiger, Burberry, Ralph Lauren y Kate Spade son a menudo vistas como símbolos de un estilo de vida sofisticado y alcanzable para la clase media, pero no gozan de la misma estima entre los ricos. La razón es simple: la omnipresencia de estas marcas las convierte en demasiado comunes, lo que les quita el aire de exclusividad que tanto valoran quienes están en la élite.
Por ejemplo, Michael Kors, aunque popular entre la clase media, es visto como un símbolo de consumo masivo. Para los ricos, la exclusividad es lo que importa, y marcas como Michael Kors se perciben como una "marca para todos". El lujo, en este contexto, se convierte en una forma de diferenciación, y cuando una marca se vuelve accesible o está ampliamente disponible, pierde su atractivo como símbolo de estatus.

De manera similar, Burberry, a pesar de su prestigio y su historia como marca de lujo británica, ha sido ampliamente adoptada por el consumidor masivo. La famosa bufanda de cuadros de Burberry o la gabardina se han convertido en iconos de lujo asequible, lo que hace que pierdan parte de su valor para aquellos que buscan algo más exclusivo. La élite prefiere marcas menos visibles, que no sean fácilmente reconocibles por el público general.
La moda como narrativa social
Lo interesante de este fenómeno es que no se trata solo de la calidad de los productos o el precio, sino de lo que representan. Las marcas de lujo no solo sirven como una forma de vestir, sino como una narrativa social. Representan quiénes somos o, más precisamente, quiénes aspiramos a ser. La moda y el consumo de marcas de lujo se han convertido en una extensión de nuestra identidad, una manera de proyectar un estilo de vida deseado. Para la clase media, llevar un bolso Coach o un reloj Michael Kors es más que simplemente vestirse; es una declaración de aspiración, una forma de decir al mundo que están en el camino hacia el éxito.

Sin embargo, lo que los ricos buscan no es solo ostentar su riqueza, sino diferenciarse de los demás. Buscan productos que no sean fácilmente accesibles, que no estén al alcance de todos. Esto explica por qué las marcas de lujo que se convierten en populares entre las masas pierden su atractivo para ellos. En su lugar, prefieren marcas que, aunque costosas, se mantienen fuera del alcance del público en general, proporcionando una sensación de exclusividad.
¿Qué significa el lujo en realidad?
Al final, la pregunta fundamental es: ¿qué significa realmente el lujo? ¿Es un artículo de alta gama que todos pueden comprar, pero solo unos pocos pueden permitirse en grandes cantidades? ¿O es algo reservado para un grupo selecto que tiene acceso no solo a dinero, sino a una red exclusiva, eventos privados y un estilo de vida que va más allá de lo material? La respuesta probablemente sea una combinación de ambas cosas, pero lo que es innegable es que el lujo está intrínsecamente ligado a la percepción de escasez y exclusividad.
Por ejemplo, Balenciaga fue durante décadas sinónimo de elegancia silenciosa y sofisticación clásica. Fundada en España por Cristóbal Balenciaga, la casa de moda se consolidó como un referente de la alta costura. Sin embargo, a partir de 2015, bajo la dirección creativa de Demna Gvasalia, la marca dio un giro radical. Se reinventó como una firma de culto que apuesta por la ironía, la provocación y una estética deliberadamente “fea” para liderar el discurso del lujo contemporáneo. Su propuesta mezcla lo exclusivo con lo vulgar, lo elitista con lo callejero, y en esa contradicción encuentra su poder.

Para muchos dentro de la élite económica, Balenciaga llegó a representar una declaración provocadora: el poder de gastar miles de euros en algo que no busca agradar visualmente. Es lujo con tono irónico, una manera de decir “puedo permitírmelo, aunque no lo entiendas”. En cambio, para los consumidores aspiracionales —clase media con alto consumo o media alta— la marca se volvió símbolo de estatus moderno. No por tradición, sino por presencia cultural: la ven en celebridades, en redes sociales, en pasarelas virales. No es tanto su historia lo que atrae, sino su capacidad de estar siempre en boca de todos.
Las marcas que más anhelan los compradores de clase media no siempre son las mismas que la élite elige. De alguna manera, esto refleja una brecha fundamental en las percepciones del lujo: para muchos, el lujo es una meta alcanzable; para otros, es un nivel que se mantiene en una esfera separada, accesible solo para unos pocos.
Lo que ocurre con Balenciaga en la moda se refleja también en el mundo de los automóviles. Marcas como BMW o Mercedes-Benz son altamente codiciadas por la clase media aspiracional: representan éxito, poder adquisitivo y estatus. Sin embargo, entre los verdaderamente ricos, estas marcas son comunes, casi "de entrada". Para ellos, el verdadero lujo está en lo discreto: un Bentley sin logo ostentoso, un Range Rover personalizado o incluso un coche eléctrico de marca poco conocida pero exclusiva. Al igual que con Balenciaga, no se trata solo del precio, sino del mensaje que transmite: “No necesito demostrar nada. Puedo permitirme lo que los demás aún no entienden”.

La aspiración como motor del consumo
El deseo de poseer objetos de lujo está profundamente enraizado en nuestra naturaleza aspiracional. Aunque muchos de nosotros no formamos parte de la élite rica, a través del consumo de muchas de estas marcas, intentamos acercarnos a ese mundo de exclusividad y sofisticación. Sin embargo, como hemos visto, para los verdaderos ricos, el lujo no es solo una cuestión de dinero, sino de cómo destacar entre la multitud. Así, mientras para la clase media las marcas mencionadas son un símbolo de estatus, para la élite, son simplemente una moda común.
El lujo es relativo, y el mundo de las marcas de lujo es un reflejo de las jerarquías sociales que nos rodean. Las decisiones de consumo, entonces, no solo se basan en lo que podemos pagar, sino en lo que deseamos proyectar de nosotros mismos. Y en un mundo donde la exclusividad es tan importante como el precio, las marcas que aspiramos a poseer revelan tanto nuestras aspiraciones como nuestras percepciones del estatus y el éxito.

