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Publicidad de los 80: campañas publicitarias que marcaron época y que todavía recordamos

Los eslogans de algunas de estas campañas se convirtieron casi en parte de la cultura popular colectiva, transcendiendo más allá de esos años 
Periodista especializada en marketing, tecnología y cultura. Como escritora, autora...

En el arranque de la década de los 80 en España solo había dos canales de televisión, los dos públicos de TVE. Las cosas fueron cambiando a lo largo de la década, con la apertura de las primeras cadenas autonómicas primero y con la llegada al cierre de la década de las cadenas privadas. Aun así, los 80 fueron un momento de ebullición en España, especialmente para la publicidad.

Los años 80 fueron, como explica en Busque, compare y, si encuentra un libro mejor, ¡cómprelo! Sergio Rodríguez, “la edad de oro del pop español”. En publicidad, fue “la década más creativa de la historia”, apunta en el capítulo del libro dedicado a esos años Rodríguez, esgrimiendo para ello múltiples razones. Por un lado, durante esa década, la industria publicitaria española empezó a recibir múltiples premios internacionales, a ser la que producía el mejor anuncio del año.

Por otro lado, el sector publicitario español, explica el experto, había alcanzado ya la madurez. En agencias de publicidad, publicaciones profesionales, asociaciones o festivales, los 80 es el momento en el que la industria entra en la edad adulta. Todo ello se convirtió en “un caldo de culturo para que surgieran campañas emblemáticas, muchas de las cuales son recordadas por sus jingles”. Incluso, añadimos, algunas de esas cancioncillas y reclamos pegadizos en publicidad funcionaron más allá de ese momento, porque quienes nacieron en la década siguen recordándolos porque tuvieron una vida que fue más allá de su momento de emisión como anuncio.

Pero ¿cuáles son las campañas que marcaron época en los 80? Hay muchas acciones publicitarias de la época para escoger, pero estas son una muestra de las más destacadas de las que Rodríguez incluye en su libro.

Hoy comemos con Isabel

Quienes no habían nacido cuando salió este anuncio saben igualmente que hoy se come con Isabel, porque el eslogan ha tenido una vida más larga que su anuncio inaugural. De hecho, el Isabel no venía solo por el nombre de la marca protagonista, sino también por la estrella del anuncio, una periodista muy popular de la época, Isabel Tenaille. La campaña, de 1981, era de Bassat, Ogilvy&Mather e insistía en “qué bien, qué bien, hoy comemos con Isabel”.

El helicóptero de Tulipán

La campaña es de 1983 y que fue un anuncio icónico se comprende teniendo en cuenta que Martes y Trece, el dúo cómico más influyente de esos años, le dedicó una parodia. Todo el mundo sabía, por tanto, a qué se referían y a qué apelaban. Como recuerda en su libro Rodríguez, la campaña fue también un ejemplo de cómo la publicidad no necesita “espectaculares producciones” para funcionar o para colarse en la memoria de los consumidores.

Tenemos chica nueva en la oficina

Farala ha sido viral hace unas semanas porque las cuentas de una tuitera apuntaron que la protagonista del anuncio debería jubilarse este año. La campaña es de 1983 y apostaba por una música ultrapegadiza y por presentar a una mujer moderna muy de la época. Era “la chica nueva en la oficina” y el anuncio un emblema de sus años. Su éxito – la campaña se recicló hasta los 90 – fue tal que la mayoría de la gente que ahora tiene más de 30 años sabe de qué se habla cuando se menciona a Farala y su chica nueva.

Lleváme a casa

Rodolfo Langostino es un langostino argentino que baila tangos y quiere ser seductor. Posiblemente, hoy Rodolfo Langostino hubiese sido visto como excesivamente estereotípico, pero en 1984 fue un éxito para Pescanova, la marca de congelados que lo usó como reclamo para vender sus productos. Rodolfo, creado por la agencia Unitros/HCM, pedía a los consumidores que lo llevasen a casa. Como ocurrió con el Capitán Pescanova posterior, Rodolfo también se convirtió en una figura popular en líneas generales.

Leche, cacao, avellanas y azúcar

Muchos habrán leído la anterior lista y habrán completado canturreando Nocilla. Es el éxito de la campaña de 1986, creada también por Bassat, Ogilvy&Mather y que intentaba convencer a las madres del valor de Nocilla. Cuenta Rodríguez en su libro que la agencia investigó cómo se relacionaban las madres con Nocilla y descubrió que “muchas madres” dejaban de comprarla como castigo para sus hijos. La clave era intentar posicionar a Nocilla no como un premio sino como una merienda saludable. Teniendo en cuenta todos los bocadillos de Nocilla que comieron los niños de los 80 y de los 90, se puede decir que les funcionó.

Busco a Jacq’s

Otra campaña de 1986 y otra que tuvo una vida larguísima en el tiempo. Es “uno de los anuncios más recordados de nuestra publicidad”. Una mujer vestida con un mono de cuero busca al hombre Jacq’s. La sexualización gratuita de la mujer protagonista haría que la campaña tuviese bastante complicado funcionar hoy en día. En los 80, fue un exitazo. Es un trabajo de la agencia BCK.

Busque, compare y si encuentra algo mejor, ¡cómprelo!

Otra campaña de 1986. La historia de Busque, compare y si encuentra algo mejor, ¡cómprelo! es también la de cómo una campaña bien ejecutada puede salvar a una empresa. El director general de la empresa fabricante, Manuel Luque, hablaba a cámara de los beneficios de su detergente, tan convencido que invitaba a que se comprase algo mejor... si se encontraba. La campaña se convirtió en un latiguillo de moda y Colón en una marca ultra popular. Camp dejó de estar al borde la quiebra.

Si no hay Casera, nos vamos

Es de 1987 y un trabajo de NCK para la marca de gaseosas, que logró cruzar la frontera de la publicidad y convertirse en parte de la cultura popular. En la década, recuerda Rodríguez, La Casera era muy popular (“tuvo casi una fábrica por cada provincia”) y la campaña insistía en esa idea de pedirla siempre y usarla como bebida casi por defecto. Un lugar sin La Casera no merecía la pena.

Hoy me siendo Flex

Un eslogan pegadizo y una especie de danza recurrente (los protagonistas del anuncio daban todos el mismo tipo de saltito) ayudó a convencer con esta campaña de 1988 que la gente que dormía bien lo hacía porque había dormido en un colchón Flex. También fue, recuerda el libro, un cambio de paradigma: el anuncio no era racional, como todas las campañas previas de la marca, sino directamente emocional.

Periodista especializada en marketing, tecnología y cultura. Como escritora, autora...
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