Por Redacción - 3 Septiembre 2025
El comercio electrónico ha redefinido el panorama de las compras a nivel mundial, estableciendo nuevas marcas de crecimiento que, según proyecciones recientes, alcanzarán los 4,9 billones de dólares en ventas globales para el año 2025. Este crecimiento exponencial, no obstante, trae consigo una contrapartida significativa y costosa: la logística inversa. Se estima que, en un año, los clientes devolverán productos valorados en un billón de dólares, lo que representa un desafío formidable para la gestión de la cadena de suministro. Esta realidad está obligando a las empresas a reconsiderar sus estrategias logísticas, pasando de una operación meramente funcional a un pilar estratégico que puede determinar la rentabilidad y la fidelidad del cliente.
La devolución de productos ya no es una anomalía, sino una parte intrínseca del proceso de compra en línea.
En industrias como la moda, el porcentaje de devoluciones puede oscilar entre el 20% y el 30% de los pedidos online. Esta cifra no solo evidencia la complejidad inherente al proceso, sino que también subraya la presión sobre las cadenas de suministro que ya operan bajo el peso de la incertidumbre económica, los cambios geopolíticos y la variabilidad estacional.
A diferencia de un envío de salida, que es un proceso relativamente directo, la logística inversa es multifacética y considerablemente más intensiva en recursos. Un análisis experto revela que procesar una devolución requiere aproximadamente un 20% más de espacio logístico que el envío original de un producto. Este espacio adicional es fundamental para las tareas de inspección, reacondicionamiento, reempaque, redistribución, y en algunos casos, el reciclaje o la eliminación del artículo. Cada paso de este intrincado proceso suma costes, y el conjunto de la operación se convierte en un desafío considerable para la eficiencia operativa.
La gestión de devoluciones ha trascendido su función tradicional para convertirse en un factor crucial que impacta directamente en la experiencia del cliente.
En una época donde las expectativas de los consumidores son altas y la competencia es feroz, una política de devolución fluida y sin fricciones puede ser un diferenciador clave. Las empresas que logran optimizar este proceso no solo reducen costes, sino que también construyen una reputación de confianza y fiabilidad, incentivando la lealtad del consumidor. Por otro lado, un proceso engorroso puede disuadir a los clientes de futuras compras. Esta interconexión entre la experiencia del cliente, la eficiencia de la cadena de suministro y el valor de los bienes inmobiliarios logísticos es una de las principales conclusiones de informes recientes.
El impacto de la logística inversa se ha extendido al mercado inmobiliario logístico.
La necesidad de procesar devoluciones de manera eficiente ha creado una demanda sin precedentes de ubicaciones estratégicas cerca de los núcleos urbanos y los centros de transporte. La proximidad es la clave para reducir los tiempos de ciclo y los costes de transporte, haciendo que estos activos inmobiliarios sean extraordinariamente valiosos. Desde diciembre de 2020, esta creciente demanda ha impulsado un aumento del 30% en las rentas de superficie logística de alta calidad a nivel mundial.
Esta tendencia subraya cómo las decisiones de inversión en bienes inmuebles logísticos están cada vez más ligadas a la capacidad de una empresa para gestionar la complejidad de las devoluciones. Las compañías que comprenden que la logística inversa es más que una simple operación y la abordan como una oportunidad estratégica, están invirtiendo en tecnología, talento y ubicaciones privilegiadas para obtener una ventaja sostenible y competitiva. La proximidad, la flexibilidad de los almacenes y la capacidad de absorción de picos de demanda son ahora consideraciones críticas al evaluar cualquier activo logístico. Este enfoque proactivo es lo que separa a los líderes del mercado de sus competidores, permitiéndoles ofrecer una experiencia de cliente fluida que satisface las altas expectativas del comprador moderno, al mismo tiempo que mantiene la rentabilidad del negocio.











