La era de los Agentes de IA: Tendencias, retos y el rol del consumidor digital en la reconfiguración del mercado
Por Redacción - 4 Agosto 2025
La transformación que la inteligencia artificial ha iniciado en el mundo laboral ya no se percibe como una posibilidad futurista, sino como una realidad palpable y urgente que está reconfigurando la estructura misma de las empresas y las habilidades requeridas de sus colaboradores. Un reciente informe de MIOTI Tech & Business School, denominado "El nuevo talento a explorar: Los agentes de IA", confirma esta perspectiva basándose en las discusiones del Data Talent Innovation Summit, un encuentro clave que reunió a líderes de compañías como Microsoft, Google y Havas. Este estudio no solo indica un cambio de paradigma, sino que también señala una clara necesidad de adaptación en las organizaciones, un imperativo que las compañías españolas, a pesar de su alta ambición, aún tienen pendiente de materializar completamente.
Uno de los hallazgos más destacados es que la inteligencia artificial ha dejado de ser una mera ventaja para convertirse en una necesidad estructural ineludible. Si bien España se posiciona a la cabeza de los países europeos donde los directivos priorizan la IA estratégicamente, con un 81% superando la media global del 75%, esta ambición no siempre se traduce en una madurez real. El informe, que cita datos del MIT Sloan, subraya que solo el 7% de las compañías se consideran realmente preparadas para el futuro de la IA. Para 2025, la integración de la IA Generativa ya no será una opción, y las empresas que se abstengan de adoptarla se arriesgan a un retraso irreversible en su eficiencia y capacidad de respuesta. La clave, según Fabiola Pérez, CEO de MIOTI, radica en que el valor real de estas tecnologías reside en la creatividad y la visión humana que las aplica, no en la tecnología misma. La capacitación digital se presenta, por tanto, como una prioridad estratégica, no como una opción a postergar.
Nace una nueva categoría de talento: los agentes de IA
Una de las transformaciones más importantes del actual ciclo tecnológico es la aparición de los agentes de inteligencia artificial: sistemas autónomos capaces de llevar a cabo tareas complejas con cierto grado de independencia.
Más allá de su sofisticación técnica, lo verdaderamente disruptivo es su creciente accesibilidad. Plataformas como Cursor AI, Botpress o Lovable permiten a personas sin conocimientos técnicos crear sus propias aplicaciones, sitios web, chatbots o tiendas en línea. Otras herramientas como Make, N8N o Power Platform, combinadas con modelos de IA Generativa, facilitan la creación de agentes inteligentes y la automatización de procesos.
La llegada de la Agentic AI representa un salto desde los simples chatbots hacia sistemas autónomos capaces de planificar, ejecutar y colaborar entre sí, transformando radicalmente la forma en que se organiza y distribuye el trabajo.
El consumidor del futuro será un agente digital
Se perfila un cambio disruptivo: la transición del consumidor humano al consumidor digital. En muchos casos, ya no será la persona quien compre un producto o contrate un servicio, sino su agente digital personal. Al mismo tiempo, surgen los llamados gemelos digitales: agentes diseñados para aprender del comportamiento de sus usuarios, anticipar sus necesidades y tomar decisiones de bajo riesgo en su nombre. Su rol va más allá de la asistencia: actúan como representantes operativos del usuario en su vida digital cotidiana. La personalización deja de ser un objetivo visible para convertirse en una infraestructura constante, invisible y omnipresente.
La IA está reformulando el concepto de trabajo
Las organizaciones deben adaptarse a un nuevo modelo híbrido en el que humanos y agentes de inteligencia artificial colaboran de forma continua, compartiendo entornos digitales, responsabilidades y resultados. Esta transformación no solo implica cambios tecnológicos, sino también una evolución en la cultura organizativa, en los procesos de formación y en la estructura de los flujos de trabajo.
La IA Generativa ya forma parte de la rutina profesional de miles de trabajadores, y su ausencia comienza a ser un indicador de obsolescencia operativa. De hecho, algunas organizaciones ya experimentan mejoras tangibles: por ejemplo, el tiempo promedio que los empleados del conocimiento tardan en encontrar información ha pasado de 15 minutos a solo 1 gracias a la integración de IA en sus procesos diarios.

El reto ya no es tecnológico, sino cultural y organizativo
La adopción de inteligencia artificial en las organizaciones avanza a ritmos desiguales. Mientras algunas aún operan con modelos básicos de interacción limitada, otras ya comienzan a implementar sistemas más autónomos capaces de asumir tareas, tomar decisiones, generar contenido y alinearse con objetivos estratégicos.
Un ejemplo representativo es la función de Agentes integrada recientemente en ChatGPT, que permite automatizar procesos complejos y coordinar flujos de trabajo de forma más eficiente. Sin embargo, estas soluciones más avanzadas exigen nuevos marcos operativos y una comprensión clara de su rol dentro de cada área funcional. La transición del chatbot tradicional a la Agentic AI no se basa únicamente en adoptar tecnologías más potentes. Requiere una reconfiguración interna: ajustar estructuras, redefinir funciones y capacitar a los equipos para integrarlas con eficacia. La diferencia entre las organizaciones que extraen verdadero valor de la IA y aquellas que no lo logran suele radicar en este punto: comprender su impacto organizacional y preparar al talento para colaborar con sistemas que no solo actúan, sino que también aprenden e interactúan de forma continua y autónoma.
De igual modo, los equipos tecnológicos han comenzado a gestionar ecosistemas de agentes de IA como si se tratara de “colaboradores no humanos”: evalúan su rendimiento, les asignan tareas y supervisan sus decisiones. Esto marca el inicio de lo que ya puede definirse como la era de la Agentic AI, en la que múltiples agentes operan de forma coordinada, con altos niveles de autonomía y capacidad para tomar decisiones.
Lejos de reemplazar a los trabajadores humanos, esta nueva generación de IA —especialmente en su modalidad agentic— redefine el trabajo: cambia qué hacemos, cuándo lo hacemos y de qué manera lo llevamos a cabo.
Hay que pasar de los pilotos a la implementación con propósito
La adopción de inteligencia artificial en las empresas suele seguir un patrón repetido: proliferan los proyectos piloto, las pruebas de concepto y los talleres exploratorios, pero pocos se traducen en soluciones reales con impacto escalable.
Este estancamiento no se debe a limitaciones tecnológicas, sino a la falta de una estrategia clara. Se experimenta sin objetivos definidos, se avanza sin una dirección concreta y, como resultado, muchas iniciativas quedan estancadas, sin continuidad ni retorno tangible.
Para que la IA deje de ser solo una promesa, las organizaciones deben superar la fase experimental y avanzar hacia una implementación con propósito: integrar lo que aporta valor, desechar lo que no funciona y enfocar los esfuerzos en soluciones alineadas con los objetivos del negocio.
El reskilling ágil y eficaz es una prioridad estratégica para RR. HH.
Según el Future of Jobs Report 2025 del Foro Económico Mundial, 59 de cada 100 trabajadores necesitarán adquirir nuevas habilidades antes de 2030. De ellos, 29 podrán ser reentrenados dentro de sus funciones actuales, 19 podrían asumir nuevos roles tras recibir la formación adecuada, y 11 probablemente quedarán sin capacitación.
Esta brecha representa tanto un riesgo como una oportunidad. Las organizaciones que actúen con rapidez y visión estratégica estarán en posición de liderar el cambio; aquellas que no lo hagan corren el riesgo de quedarse atrás en un entorno laboral cada vez más dinámico y automatizado.












