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El 73% de los profesionales del marketing y la publicidad considera que la clase media tradicional está perdiendo relevancia

Las marcas y anunciantes están reevaluando dónde y cuándo gastar, siendo mucho más selectivas

Por Redacción - 12 Noviembre 2025

Los profesionales del marketing inician la recta final del actual ejercicio con una perspectiva notablemente más sombría de la que mantuvieron en años recientes. El informe global The Marketer's Toolkit 2026 de WARC, cuyos datos se revelaron precisamente en este mes de noviembre, es el espejo de esta inquietud, registrando una caída de once puntos en la confianza de los anunciantes. Esta cifra no es meramente un dato estadístico; representa la cristalización de una serie de ansiedades humanas y corporativas que van desde la inestabilidad macroeconómica hasta la reconfiguración del propio mercado de consumo. La única constante que se vislumbra en el horizonte de 2026, tal como señalan los analistas, es la propia incertidumbre, obligando a las marcas a adoptar una postura de adaptación ágil y constante.

La erosión de la certidumbre: el pulso de los anunciantes ante 2026

La reducción en la confianza de los profesionales no se origina en un único factor, sino en la confluencia de fuerzas sistémicas que actúan como diques a la inversión expansiva. La persistencia de la inflación, que lleva meses contrayendo el poder adquisitivo de los hogares, junto a la volatilidad derivada de las tensiones geopolíticas internacionales, han obligado a las organizaciones a pivotar su enfoque desde la búsqueda de crecimiento acelerado hacia la preservación de márgenes y la optimización rigurosa de costes. Los directores de marca, históricamente orientados a la oportunidad, se encuentran ahora priorizando la gestión del riesgo. Esta situación tiene un impacto directo en la planificación publicitaria: los presupuestos se examinan con lupa, favoreciendo la inversión con un retorno medible e inmediato, a menudo en detrimento de las estrategias de construcción de marca a largo plazo, que son precisamente las que cimentan la resiliencia corporativa durante las épocas de dificultad.

En este complejo telón de fondo, se observa una transformación profunda en la estructura social de los mercados. La inquietud por el consumidor es patente, especialmente en lo relativo al concepto que los expertos denominan The Vanishing Middle. El 73% de los profesionales de la publicidad y el marketing perciben que la noción tradicional de clase media está perdiendo significancia, una señal clara de la creciente polarización económica de las sociedades. Esta desaparición del mercado medio histórico —ese segmento demográfico que garantizaba volúmenes de venta estables— obliga a las marcas a operar en un espectro dual: o bien orientándose al valor en la gama baja, o bien justificando el precio premium en la gama alta. La dificultad de segmentación y la necesidad de articular mensajes que resuenen en estratos de ingresos cada vez más divergentes, añade una capa adicional de complejidad emocional al desarrollo de campañas. Las estrategias deben ser más matizadas, más sensibles al contexto socioeconómico y, sobre todo, mucho más humanas para evitar la desconexión con una audiencia que se siente personalmente afectada por las turbulencias globales.

El reposicionamiento estratégico y la búsqueda de eficiencia operativa

La necesidad de adaptarse con rapidez a estos cambios se ha convertido en el principal imperativo para el liderazgo publicitario. La inestabilidad actual no perdona la lentitud; requiere una flexibilidad presupuestaria que permita reaccionar ante cualquier shock económico o social en cuestión de semanas, no de meses. Esta mentalidad de respuesta rápida está redefiniendo las prioridades de gasto. En lugar de grandes apuestas a ciegas, los anunciantes buscan canales que no solo ofrezcan datos fiables, sino que también aporten credibilidad intrínseca.

La presión sobre los resultados inmediatos no solo afecta al volumen de la inversión, sino también a su distribución geográfica y temporal. Las marcas están reevaluando dónde y cuándo gastar, siendo mucho más selectivas con los países en los que deciden concentrar sus esfuerzos de crecimiento. Las cadenas de suministro, que han mostrado su fragilidad en los últimos años, siguen siendo una preocupación capital, lo que se traduce en una cautela a la hora de predecir la demanda y, por ende, a la hora de asignar fondos para la promoción de productos cuya disponibilidad futura podría estar comprometida. La gestión de stock y la visibilidad de la cadena logística se han incorporado, de facto, como métricas críticas a la hora de justificar una campaña publicitaria ante la dirección financiera.

La confianza en los medios: el regreso al valor del contexto

La relación entre el anunciante y el medio publicitario se ha vuelto más transaccional, pero también más sofisticada en su demanda de calidad. El declive generalizado en la confianza de los ciudadanos hacia los medios de comunicación en la última década, documentado en estudios de la primera mitad de 2025, subraya un problema que trasciende la industria publicitaria, pero que la impacta directamente. Cuando la credibilidad general está mermada, el contexto en el que aparece un anuncio adquiere un valor diferencial. Las marcas son conscientes de que alinear su mensaje con un medio percibido como fiable actúa como un multiplicador de la propia confianza.

En este sentido, los datos arrojan luz sobre el valor indiscutible de lo que se denomina la inversión en medios premium. La investigación es concluyente: los anuncios emplazados en plataformas de alta calidad y reputación generan una asociación emocional y cognitiva hasta un 30% superior para la marca. Más aún, un abrumador 85% de los consumidores encuestados manifestó que confía más en las marcas que eligen anunciarse en estos canales selectos. Esto sugiere un claro movimiento estratégico por parte de los anunciantes más perspicaces, que están entendiendo que la cobertura masiva a bajo coste ya no es la única prioridad; la calidad del publisher y el respeto al usuario se han erigido como pilares de la inversión estratégica. El foco se desplaza del performance puramente cuantitativo al impacto cualitativo que construye capital de marca a largo plazo.

El medio radiofónico, en particular, y otros formatos tradicionales que mantienen una fuerte conexión local o una identidad editorial consolidada, se benefician indirectamente de esta búsqueda de entornos de mayor fiabilidad. A diferencia de las plataformas digitales volátiles, estos medios han demostrado una consistencia en la entrega de contenidos que, históricamente, ha preservado la confianza de su audiencia, haciendo que la inversión en ellos se perciba no solo como una compra de espacio, sino como una asociación con un vehículo de credibilidad probada. La decisión de dónde colocar el mensaje se convierte, por tanto, en una declaración de valores de marca, un acto de curación editorial que tranquiliza tanto al anunciante como al consumidor final. La inversión ya no es solo sobre alcance; es sobre la generación de respeto y la construcción de lealtad en un clima donde la lealtad es un bien escaso y preciado. El profesional de marketing de 2026 será un estratega de la confianza, un arquitecto de la credibilidad, en lugar de un mero comprador de espacios publicitarios. Esta es la gran lección que los datos de este noviembre nos dejan.

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