Por Redacción - 6 Marzo 2025
La presencia de empleados tóxicos en una empresa puede generar un impacto devastador no solo en el ambiente interno de trabajo, sino también en la reputación externa de la marca. En un mundo cada vez más interconectado, las consecuencias de estos comportamientos se extienden más allá de las paredes de la oficina, afectando la percepción pública y la relación de la empresa con sus clientes, potenciales empleados y otras partes interesadas.
Numerosos estudios han revelado el costo que los empleados tóxicos pueden representar para las empresas.
Según una investigación realizada por la Harvard Business School, cada empleado problemático puede costar a la empresa más de 30.000 dólares debido a los efectos negativos de la rotación de personal y la disminución de la productividad. Esta cifra se ve respaldada por datos adicionales que indican que alrededor del 94% de los trabajadores ha tenido algún tipo de interacción con una persona tóxica en su carrera profesional. Esta prevalencia demuestra lo común que es este problema, el cual puede surgir en cualquier tipo de empresa, independientemente de su tamaño o sector.
Los "empleados tóxicos" son aquellos cuya conducta o acciones tienen un impacto negativo en la cultura organizacional, la moral de sus compañeros, la productividad general y la reputación de la empresa. Un claro ejemplo de cómo este tipo de comportamiento puede afectar a las empresas lo encontramos en BBVA, que ha registrado un aumento significativo en los despidos por mala conducta y presuntos delitos. Este incremento refleja una mayor estricta gestión de conductas inapropiadas dentro de la organización. En los últimos doce meses, la entidad ha despedido a 169 empleados debido a irregularidades reportadas a través de su canal interno de alertas.
La toxicidad laboral se manifiesta de diversas formas, como actitudes destructivas, conflictos constantes, falta de colaboración, y comportamientos que afectan la moral del equipo. Estos comportamientos pueden resultar en una caída significativa de la productividad. De hecho, investigaciones muestran que los equipos que enfrentan un ambiente de trabajo tóxico pueden ver su productividad reducirse hasta en un 30-40%. Esto es un golpe directo a los resultados de la empresa, ya que los empleados se ven distraídos y desmotivados, lo que afecta su capacidad para trabajar de manera eficiente.
Además, cuando los empleados se ven obligados a trabajar con compañeros problemáticos, tienen un 54% más de probabilidades de abandonar la empresa. Esto no solo implica la pérdida de talento, sino que también acarrea costos financieros elevados. El costo de reemplazar a un empleado que deja la empresa debido a un ambiente tóxico puede representar entre el 90% y el 200% de su salario anual, lo que afecta las finanzas de la organización. Además, los nuevos empleados pueden sentir que la cultura de la empresa está deteriorada, lo que hace más difícil atraer a talento valioso.
La presencia de individuos tóxicos puede disminuir hasta en un 78% el nivel de compromiso de los trabajadores con la organización.
Este desinterés se traduce en una menor calidad en el trabajo y en un descenso en la motivación general. Los empleados que no se sienten valorados o que trabajan en un ambiente conflictivo tienden a desconectarse emocionalmente de la empresa, lo que afecta no solo la productividad individual, sino también el rendimiento colectivo del equipo.
Además de los efectos internos, los empleados tóxicos tienen un impacto directo en la percepción externa de la empresa. Cuando el ambiente laboral se deteriora, la calidad del servicio al cliente también se ve afectada. Un cliente puede percibir la actitud negativa de los empleados, lo que repercute en la experiencia que ofrecen. Las empresas con personal tóxico pueden enfrentar una disminución en la satisfacción del cliente, lo que genera una mala reputación en el mercado. Las quejas y comentarios negativos de los consumidores, combinados con la propagación de incidentes relacionados con el mal comportamiento de los empleados, se difunden rápidamente a través de las redes sociales y otras plataformas digitales.
La viralización de incidentes de comportamiento tóxico es uno de los factores más perjudiciales para la reputación de una marca.
Hoy en día, las redes sociales y sitios de reseñas laborales como Glassdoor permiten que las experiencias de los empleados y clientes se compartan instantáneamente con una audiencia global. Si un incidente negativo se hace viral, las consecuencias para la imagen de la empresa pueden ser irreparables.
Las malas críticas sobre el ambiente laboral o el trato a los empleados pueden disuadir a futuros talentos de postularse para trabajar en la empresa, lo que limita la capacidad de la organización para atraer personas altamente calificadas. Este impacto en la reputación también se extiende a la relación con los inversores, socios comerciales y otras partes interesadas. Las empresas que no gestionan adecuadamente los problemas internos, como la toxicidad laboral, pueden ser percibidas como ineficaces o mal administradas. Esto puede afectar las decisiones de los inversores o las alianzas estratégicas, lo que podría perjudicar aún más la estabilidad financiera de la empresa.
Las consecuencias de un entorno tóxico también incluyen una disminución en la rentabilidad puesto que las empresas que enfrentan niveles altos de toxicidad laboral pueden experimentar una reducción del 16% en su rentabilidad.
Esto se debe a que los empleados desmotivados y desconectados no solo afectan la productividad, sino también la calidad del trabajo y la innovación, elementos clave para el crecimiento empresarial. La falta de colaboración, la baja moral y el desgaste emocional generado por estos comportamientos pueden reducir significativamente la competitividad de la empresa en el mercado.
La toxicidad laboral no solo es perjudicial para la dinámica interna de una empresa, sino que también tiene ramificaciones profundas en su reputación externa. Las empresas deben reconocer que los efectos de un solo empleado tóxico pueden extenderse a todos los aspectos de la organización, desde la moral del equipo hasta la percepción pública. Es imperativo que las empresas gestionen de manera proactiva estos comportamientos y establezcan una cultura organizacional basada en el respeto, la colaboración y el bienestar de todos los empleados. Solo así podrán proteger su reputación y garantizar su éxito a largo plazo.