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Movistar y LaLiga ponen en riesgo su reputación como marcas con una estrategia que podría salir muy cara a largo plazo

LALIGA y Movistar parecen estar perdiendo de vista las dinámicas actuales del consumidor digital y la evolución del mercado de contenidos bajo demanda.

Por Redacción - 1 Abril 2025

Durante el pasado fin de semana de fútbol, varias operadoras, entre ellas Movistar y MásMóvil, mantuvieron el bloqueo de direcciones IP pertenecientes a la red CDN de Cloudflare más allá de las horas de emisión de los partidos. La medida se ha aplicado en base a una resolución judicial y a un reclamo conjunto de LALIGA y Telefónica, con el objetivo de evitar que plataformas ajenas a la oficialidad del fútbol transmitan los partidos de forma ilegal. Sin embargo, esta acción afecta a cientos de miles de sitios web legítimos que dependen de Cloudflare para protegerse de ataques y optimizar su rendimiento.

A pesar de que recientemente Movistar había comenzado a desmarcarse de LaLiga y ha suavizar su estrategia en el bloqueo de IPTV y páginas de fútbol gratuito —liberando algunas webs legítimas que habían sido bloqueadas durante los días de partido—, la solución aún está lejos de alcanzarse. El organismo presidido por Javier Tebas mantiene firme su postura y continuará con la persecución a las IPTV piratas al menos hasta el final de la temporada, sin mostrar intención de replantear el modelo o mitigar los efectos colaterales sobre servicios legítimos.

Pero la situación se agrava por el hecho de que, en ocasiones, durante los días de fútbol, las operadoras desbloqueaban las IP manualmente una vez concluidos los partidos. El ingeniero Sergio Conde alertó tras la emisión de los partidos de liga a Movistar y a su filial O2 acerca de que, tras terminar el "circo del fútbol", los bloqueos no se revertían, lo que evidenció que el proceso se había automatizado de forma permanente, afectando a numerosos negocios y servicios digitales.

Movistar respondió indicando que las direcciones IP se mantienen bloqueadas en cumplimiento de una resolución judicial de carácter obligatorio y sugirió contactar con el proveedor de alojamiento web para obtener más información. Esta respuesta, a diferencia de ocasiones anteriores, dejó claro que la situación no se debía a un descuido, sino a una nueva forma operativa adoptada por la empresa.

Reputación, de nuevo en riesgo

Ya es sabido por todos que la reputación de las operadoras de telecomunicaciones es dificil de mantener tras años de abusos y promesas incumplidas. Pero ahora, de nuevo, las críticas online por estos bloqueos están afectando negativamente la reputación de las operadoras como Movistar o MásMóvil frente a los consumidores. Hoy en día, la percepción pública se construye —y se destruye— rápidamente en redes sociales, foros y medios digitales. Cuando un bloqueo masivo afecta no solo a plataformas que presuntamente infringen la ley, sino también a miles de webs legítimas (incluyendo sitios institucionales como el de la RAE), la narrativa que se impone no es de defensa de la propiedad intelectual, sino de censura y falta de profesionalidad.

Además, la manera en que las operadoras han gestionado la comunicación —con respuestas automáticas, falta de transparencia o incluso cierto tono displicente— solo ha avivado la frustración de usuarios, desarrolladores y empresas afectadas. Muchos lo ven como una muestra de dejadez o desprecio por el ecosistema digital que, en gran parte, depende de servicios como Cloudflare para garantizar su funcionamiento.

Estas acciones no solo dañan la imagen de las operadoras como proveedoras tecnológicas, sino que también erosionan la confianza del consumidor. Y esa confianza es difícil de recuperar. En un entorno competitivo, donde la fidelización del cliente ya es complicada, cualquier movimiento que afecte negativamente a la experiencia de usuario puede traducirse en bajas, quejas públicas y, sobre todo, una reputación deteriorada que se multiplica con cada retuit indignado o cada hilo viral.

LaLiga sin rumbo y sin norte

El propio presidente de LALIGA, Javier Tebas, dirigió un aviso a la Real Academia Española (RAE) por haber reclamado el impacto de estos bloqueos en su sitio web. Tebas responsabilizó a la institución de permitir que su IP se utilizara para compartir contenido ilegal, lo que ilustra la tensión existente entre las medidas judiciales, la protección de derechos de propiedad intelectual y las consecuencias no deseadas sobre servicios legítimos.

LALIGA y Movistar parecen estar perdiendo de vista las dinámicas actuales del consumidor digital y la evolución del mercado de contenidos bajo demanda.

En un escenario de crisis económica e inflación como el actual, muchos consumidores y usuarios no están dispuestos —ni pueden permitirse— pagar suscripciones elevadas para acceder al fútbol, especialmente cuando los precios se perciben como abusivos o fragmentados en múltiples plataformas.

El modelo tradicional de monetización, basado en exclusividad y barreras de acceso, choca con una audiencia que valora la accesibilidad, la flexibilidad y una buena relación calidad-precio. En lugar de adaptarse a esta nueva realidad con propuestas innovadoras y precios más competitivos, LALIGA ha optado por una estrategia punitiva, enfocada en el bloqueo de contenidos y la persecución de la piratería.

Sin embargo, lo que demuestra la realidad es que esa piratería no solo no ha desaparecido, sino que sigue creciendo. Y no por un deseo inherente de consumir ilegalmente, sino porque el sistema actual no ofrece alternativas atractivas para gran parte del público. Perseguir al consumidor sin comprender sus necesidades y hábitos solo refuerza el rechazo hacia las plataformas oficiales, en lugar de recuperarlos como clientes.

En lugar de gastar recursos en bloquear IPs y amenazar instituciones, sería más eficaz repensar el modelo de negocio: ofrecer paquetes más flexibles, acceso parcial a contenidos, suscripciones temporales o incluso un sistema freemium que enganche a nuevos usuarios. Adaptarse o resistirse, esa es la disyuntiva. Y hoy por hoy, parece que LALIGA está apostando por el camino más impopular.

A largo plazo, el coste de esta estrategia será alto

Da la sensación de que LALIGA y otros actores del negocio del fútbol están empeñados en convertir este deporte en un bien exclusivo, casi de lujo, alejado del acceso generalizado que lo convirtió en un fenómeno cultural y social. En lugar de abrir el juego y adaptarse al nuevo contexto digital, se han encerrado en una estrategia que prioriza la rentabilidad inmediata sobre la sostenibilidad a largo plazo.

Esta mentalidad de exclusividad y precios prohibitivos puede reportar ingresos a corto plazo, pero a costa de algo mucho más valioso: el vínculo emocional con las nuevas generaciones. La pasión por el fútbol entre los más jóvenes está disminuyendo, en parte porque no pueden acceder fácilmente a los partidos ni identificarse con una experiencia que parece diseñada para unos pocos. Mientras otras formas de entretenimiento digital como los videojuegos, Twitch o el contenido en TikTok se esfuerzan por ser accesibles, personalizados y económicos, el fútbol se vuelve inaccesible y anacrónico.

A largo plazo, el coste de esta estrategia será alto. No solo en términos de audiencia y relevancia, sino también en la pérdida de la cultura futbolística como un espacio compartido. Si el fútbol deja de ser algo que se vive en comunidad, que se comenta en redes y que se disfruta sin grandes barreras económicas, acabará perdiendo su fuerza como fenómeno popular. Y eso, por muchas IPs que bloqueen, no lo podrán evitar.

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