Por Redacción - 9 Junio 2025

Aunque la economía estadounidense parece mostrar signos de recuperación laboral, el panorama dentro del sector publicitario revela una dinámica muy distinta. A pesar de que el país sumó 139.000 empleos en mayo, las agencias de publicidad comenzaron a mostrar señales de contracción desde abril, cuando el número de trabajadores pasó de 220.500 a 219.500. Esta disminución se vuelve más significativa si se compara con el máximo de 228.000 empleos registrado en abril de 2023, lo que supone una caída de casi el 4% en tan solo un año. Esta tendencia no sólo desafía el clima general de crecimiento económico, sino que también despierta preocupaciones sobre su persistencia y posible propagación a otros sectores relacionados.

La contracción no se limita exclusivamente a las agencias de publicidad, sino que afecta al conjunto de la industria publicitaria, que abarca también relaciones públicas y otros servicios similares. En este marco más amplio, se registró una caída de 490.700 empleos en abril a 488.600 en mayo, es decir, un descenso del 0,4%. Estos datos contribuyen a alimentar un clima de inseguridad entre los trabajadores, en particular aquellos que forman parte de agencias integradas en grandes grupos multinacionales, donde las decisiones corporativas tienden a generar efectos sistémicos más amplios.

Esta sensación de vulnerabilidad laboral se ve intensificada por factores como los despidos, las reestructuraciones internas y el impacto creciente de la inteligencia artificial. El director ejecutivo de WPP, Mark Read, ha advertido sobre el papel transformador que tendrá la IA en la fuerza laboral del sector. La percepción de riesgo se refleja en estudios recientes, como el de Adweek, que muestra que el 49% de los empleados en agencias pertenecientes a holdings se sienten inseguros en sus puestos de trabajo, superando levemente a quienes afirman sentirse estables. Además, la posible fusión entre grupos como IPG y Omnicom solo agudiza el clima de inquietud, al punto de que muchos profesionales están considerando abandonar definitivamente el sector.

La paradoja de esta contracción laboral, en contraste con el crecimiento económico general, abre la puerta a una reflexión más amplia: ¿podría esta tendencia replicarse en otros países?

Todo apunta a que sí, aunque las consecuencias podrían variar según las características locales de cada mercado. Sin embargo, algunos factores son comunes a nivel internacional y actúan como catalizadores del cambio. Uno de los más determinantes es el avance de la inteligencia artificial. Esta tecnología está reconfigurando las dinámicas de trabajo en las agencias, afectando particularmente a los departamentos de estrategia, creatividad, producción y contenidos. A medida que las herramientas basadas en IA se vuelven más sofisticadas y accesibles, muchas funciones tradicionalmente humanas podrían ser automatizadas, lo que llevará a una inevitable reorganización de equipos y perfiles profesionales. Esta transformación, lejos de ser exclusiva del entorno estadounidense, se está consolidando como un fenómeno global, impulsado por la presión por reducir costes y aumentar la eficiencia operativa.

A ello se suman los procesos de consolidación entre grandes holdings publicitarios, que conllevan una serie de ajustes internos orientados a eliminar duplicidades y optimizar estructuras. Las fusiones como la planteada entre IPG y Omnicom no solo afectan a las oficinas centrales, sino que suelen extender su influencia a todas las subsidiarias y equipos regionales, generando incertidumbre laboral en distintas partes del mundo. La dimensión multinacional de estas compañías implica que cualquier movimiento estratégico puede tener un efecto dominó más allá de sus fronteras de origen.

Por otro lado, los anunciantes y marcas están evolucionando en sus formas de contratar servicios publicitarios. Muchas prefieren internalizar parte del trabajo o asociarse con microagencias más ágiles, que, gracias a la tecnología y la IA, pueden ofrecer soluciones personalizadas con estructuras reducidas. Este modelo, más liviano y flexible, pone en jaque a las agencias tradicionales y las obliga a replantearse su propuesta de valor. Esta transición no es exclusiva de Estados Unidos: el cambio en la demanda es transversal y está empujando a los actores de la industria en otras regiones a ajustar su forma de operar, con eventuales repercusiones sobre el empleo.

En conjunto, la situación que atraviesan las agencias de publicidad en Estados Unidos podría ser el preludio de un fenómeno más amplio. La transformación tecnológica, las presiones económicas y las nuevas exigencias del mercado configuran un escenario desafiante para las agencias en todo el mundo, donde la adaptación será clave para mantener la competitividad sin sacrificar talento humano en el proceso.

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