La desinformación golpea: tres de cada cuatro personas vieron noticias falsas en seis meses
Por Redacción - 22 Septiembre 2025
Los medios de comunicación, en su constante evolución, no solo reflejan los cambios sociales, sino que también actúan como un barómetro de la confianza que la sociedad deposita en ellos. Esta realidad se manifiesta en el reciente Estudio Internacional Global Consumer Report 2025 de MARCO, una investigación que, a través de la voz de más de 4.500 consumidores en siete países, traza un retrato detallado de los hábitos de consumo, la desinformación y el futuro de la comunicación global. Este análisis multidimensional revela un paisaje mediático donde la coexistencia de lo tradicional y lo digital redefine la manera en que las personas se informan, entretienen y conectan. Es un panorama en el que la tecnología y la tradición se entrelazan de forma compleja, evidenciando que, a pesar del inmenso poder de las plataformas digitales, el legado de los medios convencionales sigue gozando de una legitimidad inquebrantable para un gran sector de la población.
El estudio subraya la hegemonía de plataformas digitales como WhatsApp, YouTube e Instagram, que no solo capturan la atención de audiencias masivas, sino que también se han convertido en herramientas esenciales para la comunicación diaria, especialmente entre los más jóvenes. La medición de su frecuencia de uso las posiciona como los canales prioritarios, un claro indicio de que la vida digital ya no es una opción, sino una parte integral de la cotidianidad. Sin embargo, este dominio digital no ha logrado desplazar por completo a la televisión. Este medio, a pesar de las predicciones de su declive, mantiene una notable relevancia y se consolida como la fuente de información más fiable para los encuestados. Su capacidad para conectar con audiencias de diferentes generaciones la convierte en un pilar fundamental en las estrategias de comunicación que buscan un impacto a gran escala. Esta dualidad entre la inmediatez de lo digital y la credibilidad de lo tradicional ilustra una sociedad que valora la rapidez y la interactividad, sin dejar de lado la necesidad de un ancla de confianza.
La fragmentación del consumo mediático se manifiesta de manera particular en cada región. Mientras en España y Portugal la preferencia por WhatsApp e Instagram es palpable, reflejando una inclinación hacia la comunicación instantánea y la narrativa visual, Francia mantiene su fidelidad a la televisión, que sigue siendo el canal dominante. Por otro lado, Alemania destaca por su arraigada confianza en los medios tradicionales, lo que sugiere una cultura mediática que valora la estabilidad y la curación editorial. En Italia y México, se observa un equilibrio más delicado, donde la televisión y las plataformas digitales comparten protagonismo, lo que demuestra un apetito por una dieta mediática variada y una adaptabilidad a las nuevas formas de consumir contenido.
El caso de España ilustra de forma clara la naturaleza híbrida del consumo mediático. Si bien WhatsApp, YouTube e Instagram son los canales de mayor uso cotidiano, la televisión sigue siendo un bastión de la información fiable. La alta frecuencia de su consumo, especialmente entre las generaciones de mayor edad, reafirma su rol como una herramienta de gran alcance para campañas de impacto masivo. Un dato significativo es la notable relevancia que han adquirido los diarios digitales como fuente de noticias. Este hecho no solo señala un cambio de hábito, sino una transformación estructural hacia un consumo de noticias en formatos optimizados para el entorno online y móvil. La prensa impresa, por su parte, ha perdido terreno de forma significativa, un claro reflejo del avance imparable de lo digital. Canales como Telegram y los podcasts, aunque no dominan el paisaje mediático, se han labrado un espacio para audiencias de nicho y especializadas, ofreciendo contenidos de valor añadido y consolidando su posición como plataformas complementarias.
La desinformación representa el gran desafío de nuestra era digital, y el estudio de MARCO lo confirma con cifras contundentes. Un preocupante 76.6% de los encuestados afirma haber sido expuesto a noticias falsas en los últimos seis meses, una estadística que resalta la urgencia de fortalecer la verificación y la transparencia en la comunicación. Esta exposición masiva a las fake news es particularmente aguda en países como Portugal y España, que registran los niveles más altos de reconocimiento, y en México y Brasil, donde la desinformación se vive en un contexto sociopolítico complejo.
El estudio también revela una interesante brecha en la respuesta ante este fenómeno. Países como Italia, Brasil y México demuestran una actitud proactiva, con un alto porcentaje de ciudadanos que denuncian activamente las noticias falsas. En contraste, en España, Francia y Alemania, la tasa de denuncia es considerablemente menor. Esta disparidad podría interpretarse como una falta de confianza en los mecanismos de reporte o una cultura digital menos propensa a la denuncia, un factor que merece una reflexión profunda. La comunicación responsable es hoy una necesidad imperiosa, y el desafío no reside solo en estar presente en los canales adecuados, sino en garantizar que el contenido compartido contribuya a construir la confianza que la sociedad demanda.











