Por Redacción - 15 Julio 2025
El reciente Mundial de Clubes ha marcado un punto de inflexión en el debate sobre el modelo de fútbol de pago. A pesar del escepticismo inicial, el torneo no solo ha superado expectativas, sino que ha generado una reflexión profunda sobre el futuro de la distribución del contenido futbolístico. La visión impulsada por Gianni Infantino, presidente de la FIFA, que muchos consideraban ambiciosa o incluso irrealizable, ha tomado forma en un evento que ha logrado una conexión inesperada con audiencias globales.
Los números hablan por sí solos: más de 2.5 millones de asistentes en los estadios y más de 2.000 millones de espectadores en todo el mundo. El torneo no solo ha sido un éxito de público, sino también un escaparate del fútbol en su máxima expresión: partidos vibrantes, estadios llenos y una energía que reivindicó la esencia popular del deporte. En su nueva versión ampliada, el Mundial de Clubes se ha consolidado como una oportunidad de negocio para la FIFA, pero también como una experiencia futbolística memorable para millones de aficionados.

Uno de los factores decisivos en este éxito fue la estrategia de distribución adoptada por DAZN. En un entorno marcado por la fragmentación de los derechos televisivos y el encarecimiento de las suscripciones, la decisión de emitir el torneo de forma gratuita representó un verdadero golpe de efecto. Al eliminar barreras económicas y tecnológicas, DAZN no solo facilitó el acceso masivo, sino que también elevó la calidad de la experiencia con narradores y comentaristas de primer nivel. El mensaje fue claro: el fútbol debe ser accesible para todos.
Mientras el modelo tradicional de pago enfrenta desafíos como la piratería y la fatiga de suscripción, el enfoque gratuito de DAZN demostró ser no solo viable, sino altamente popular.
La accesibilidad se convirtió en un factor clave en la conexión emocional con el evento, recordando que la pasión por el fútbol trasciende lo económico. El éxito del modelo gratuito ha abierto la puerta a una reflexión sobre alternativas más inclusivas y sostenibles. El torneo no solo ha batido récords, sino que ha puesto en entredicho la sostenibilidad del modelo actual de fútbol de pago. ¿Es posible mantener un negocio rentable sin depender exclusivamente de suscripciones? El Mundial de Clubes sugiere que sí. A través de ingresos derivados de publicidad y patrocinios, la FIFA ha demostrado que se puede alcanzar rentabilidad sin restringir el acceso. Y aunque el fútbol de pago ha generado recursos importantes para clubes y ligas, también ha dejado fuera a muchos aficionados que no pueden asumir los costos de múltiples servicios de streaming.

La reciente edición del torneo ha sido un recordatorio de que el fútbol puede ser, al mismo tiempo, un producto de élite y un bien común. Apostar por un formato abierto y accesible no solo es posible, sino deseable si se quiere reconectar con una audiencia cada vez más fragmentada. Este éxito podría marcar el inicio de un cambio de paradigma en la forma de entender y distribuir el fútbol globalmente.
La experiencia del Mundial de Clubes contrasta de forma clara con la situación de LaLiga en España
Mientras el torneo internacional logró un fuerte impacto gracias a su gratuidad, la liga española lucha contra la piratería y una caída sostenida de audiencias. La piratería afecta significativamente al fútbol español, con un porcentaje de consumo ilegal que supera la media europea. Parte del problema reside en la percepción de que ver fútbol legalmente es excesivamente costoso y está lleno de obstáculos.

El modelo adoptado por LaLiga, centrado en monetizar los derechos audiovisuales a través de suscripciones elevadas y paquetes cerrados, ha generado una barrera de entrada que muchos aficionados no están dispuestos o no pueden superar. Esto ha empujado a una parte importante del público hacia alternativas ilegales, que ofrecen el mismo contenido sin coste. Las plataformas que retransmiten LaLiga —como Movistar+, Orange TV y la propia DAZN en España— han registrado un aumento en el consumo no identificado, que atribuyen directamente a la piratería. Aunque LaLiga ha intensificado su lucha legal contra estas prácticas, incluso contemplando sanciones para quienes consuman contenido ilegal, estas medidas no abordan el problema de fondo: el acceso limitado por los altos precios. En este sentido, el modelo aplicado por el Mundial de Clubes muestra que es posible generar un gran impacto sin recurrir a mecanismos de exclusividad extrema. A través de la publicidad y el patrocinio, se puede financiar el deporte sin dejar fuera a una parte sustancial del público.
Es evidente que la pérdida de audiencia en LaLiga no se debe únicamente a la piratería. Factores como los horarios de los partidos, la estructura de la competición y la percepción de menor competitividad también juegan un papel relevante. Sin embargo, la exclusión generada por los elevados costes es un catalizador que agrava el problema.
La comparación entre ambos modelos pone de manifiesto la necesidad de repensar cómo se distribuye el fútbol. ¿Debe primar la exclusividad y el ingreso directo por suscripciones, o es hora de considerar modelos híbridos que combinen accesibilidad y rentabilidad? El Mundial de Clubes ha demostrado que abrir el fútbol a más público no solo es posible, sino que puede ser altamente exitoso. Tal vez ha llegado el momento de que otras competiciones, como LaLiga, exploren nuevas fórmulas que respondan mejor a las realidades económicas y tecnológicas de los aficionados actuales.












