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El 93% de los profesionales del marketing digital se enfrenta a importantes barreras para implementar con éxito estrategias GEO

La baja confianza y la falta de expertise ralentizan la adopción de la optimización generativa en el sector digital.

Por Redacción - 29 Septiembre 2025

El auge imparable de la inteligencia artificial generativa ha iniciado una redefinición fundamental en las estrategias de visibilidad digital para las marcas, marcando el nacimiento de una disciplina esencial: la optimización para motores generativos (GEO, por sus siglas en inglés). Este nuevo horizonte, donde los resúmenes de búsqueda impulsados por IA y las respuestas conversacionales se consolidan como la norma, plantea un desafío crítico a la comunidad de marketing digital.

A pesar del reconocimiento generalizado sobre la importancia que la búsqueda por IA tendrá en el futuro más inmediato, la gran mayoría de las empresas aún no han movilizado los recursos necesarios para adaptarse a esta transformación. El estudio realizado por Centerfield en agosto de este año entre cerca de 900 profesionales del marketing en Estados Unidos desvela una inercia palpable: un significativo 63% de los encuestados confirma que su organización no está invirtiendo ni tiempo, ni presupuesto, ni personal en la GEO. Esta cautela contrasta vivamente con la asignación de recursos a estrategias ya consolidadas, evidenciando una brecha de adopción que podría costarle cara a la visibilidad de las marcas a corto plazo.

La disparidad en la asignación de recursos subraya la timidez con la que se aborda esta nueva optimización.

En promedio, los recursos dedicados a la GEO apenas alcanzan el 9% del total en las campañas de marketing, una cifra notablemente inferior al 24% destinado al SEO tradicional o al contundente 36% que absorben las campañas en redes sociales. Esta distribución refleja una priorización hacia lo conocido y medible, aunque ignora el cambio estructural que se está produciendo en cómo los consumidores acceden a la información. La raíz de esta parálisis reside en una triple limitación: la falta de recursos específicos, la escasez de confianza en las nuevas técnicas y, sobre todo, un conocimiento insuficiente sobre cómo capitalizar esta tendencia. Solo un escaso 33% de los profesionales del marketing afirma poseer una comprensión buena o experta de la GEO, una cifra que palidece frente al 72% que se siente seguro en el dominio del SEO tradicional. La curva de aprendizaje se presenta como el primer gran obstáculo que las organizaciones deben sortear si desean mantener su relevancia.

Este escepticismo inicial se torna paradójico al examinar la proyección de futuro. A pesar de las actuales limitaciones de inversión y conocimiento, una expectativa de cambio se vislumbra en el horizonte: el 41% de los profesionales confía en que su empresa dedicará más recursos a la GEO durante el próximo año. Esta previsión nace de una convicción profunda, ya que dos tercios de los encuestados, un 67% concretamente, considera que la visibilidad en la búsqueda por IA será "muy o extremadamente importante" en los próximos veinticuatro meses. La inercia actual es, por tanto, una resistencia temporal, una especie de pausa estratégica en la que el sector se enfrenta al reconocimiento de la importancia sin haber encontrado todavía la forma óptima de actuar. La clave de esta urgencia radica en un riesgo latente: en un escenario donde los modelos generativos priorizan la citación como fuente fiable de información, aquellas marcas que no adapten sus contenidos a este formato de respuesta directa corren el riesgo de volverse invisibles en el nuevo funnel de descubrimiento, independientemente de su excelente posicionamiento en los resultados orgánicos clásicos.

Las barreras para implementar la GEO son multifacéticas, si bien la limitación presupuestaria y la falta de expertise se sitúan a la cabeza.

Prácticamente la totalidad de los marketers encuestados, un 93%, reconoce afrontar impedimentos para la implementación efectiva de la GEO. El 40% cita el presupuesto como el principal obstáculo, seguido muy de cerca por el 36% que señala la limitada experiencia interna o la existencia de prioridades competitivas dentro de la organización. Además de las trabas económicas y de conocimiento, la medición del retorno de esta inversión también se erige como un reto complejo. Apenas un tercio de los profesionales se siente altamente seguro de poder distinguir si el tráfico que recibe proviene de la búsqueda con IA o de una consulta tradicional, lo que dificulta la justificación interna de los nuevos presupuestos. Esta falta de certeza en la atribución del tráfico impide una evaluación precisa del rendimiento y perpetúa el ciclo de subinversión.

El camino a seguir está claro: la demanda de formación es abrumadora. La mitad de los equipos de marketing consultados manifiesta una necesidad urgente de recibir formación básica sobre la búsqueda impulsada por IA. Adicionalmente, una parte significativa del sector clama por directrices de mejores prácticas y herramientas de medición que permitan cuantificar de manera tangible el impacto de sus esfuerzos en GEO.

La disciplina, aún en una fase incipiente, necesita estandarizar sus tácticas y métricas. Optimizar para la GEO implica ir más allá del SEO convencional, centrándose en el contenido estructurado, la claridad semántica, la autoridad temática, el uso estratégico de datos estructurados y la generación de contenido conciso y directamente citable, que pueda ser consumido con facilidad por los grandes modelos de lenguaje. La batalla por la visibilidad en este nuevo panorama digital no se ganará solo con palabras clave, sino con la credibilidad y la capacidad de la marca para ser reconocida y citada como una fuente de conocimiento autorizado y fidedigno.

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