Por Redacción - 10 Marzo 2022
Desde que internet se convirtió en una pieza fundamental de la estrategia de marketing y en uno de los elementos destacados de la actividad de las empresas, el miedo a los trolls se ha posicionado como uno de los que angustia a los responsables de marketing.
Los trolls pueden irrumpir en la estrategia de marketing digital, ahogar a los community managers con mensajes y menciones que les impiden seguir trabajando con normalidad o arrastrar a la compañía a una espiral de mala imagen y crisis de reputación online. Pero, además, también se pueden convertir en un problema para los consumidores de la compañía, creando entornos tóxicos en los que estos no quieran estar.
Pero ¿hay alguna manera de atajar el impacto de los trolls? ¿Se puede conseguir que la red sea un entorno mucho más seguro y amistoso para los internautas y para las marcas?
Los análisis y los estudios se han centrado de forma recurrente en visualizar cómo atajar a los trolls y cómo lograr reducir su impacto. En general, la lección recurrente es la de no alimentar al troll, pero no es el único principio a tener en cuenta. El último estudio ha sido elaborado por especialistas de la universidad de Sussex Business School y de la Canterbury Business School. Sus conclusiones establecen qué hace que las cosas funcionen para los trolls y también cómo se pueden atajar sus efectos, especialmente para las marcas.
En general, los trolls se alimentan de validación, apuntan en sus conclusiones. Beben de los números de likes y compartidos que logran sus comentarios. Eso hace que se sientan respaldados y alimenta el fuego de sus intereses, por así decirlo.
Por tanto, las compañías deben atajar ese problema partiendo de ese punto. La primera recomendación de los investigadores es la de hacer que el contenido en el que actúan los trolls se convierta en lo menos amistoso posible en términos publicitarios. Con ello, pierde notoriedad y también potencial atractivo para los trolls.
Además, también recomiendan marcar aquellos contenidos o usuarios que son contra las normas de las redes sociales. Es algo, eso sí, que solo pueden hacer las plataformas en las que operan.
Y, finalmente, como tercera gran recomendación, señalan que debe quedar claro que los canales son monotorizados y que se va a actuar contra los troleos. Esto es, las empresas deben dejar claro que tienen una política activa anti-troll y, sobre todo, que esa política tiene consecuencias.
Los trolls no van a desaparecer de internet, por lo que la única solución pasa por eliminar aquellos elementos que permiten que florezcan. "Para romper las redes en las que el trolling existe y se alimenta, los gestores de comunidades online y las plataformas deben desarrollar y emplear acciones que no apoyen de forma no intencional a los trolls celebrándolos, impulsándolos, facilitándolo o normalizándolos", asegura Maja Golf-Papez, una de las responsables del estudio.
Ignorar al troll, asegura, no funciona. De hecho, cuando se habla de marketing, incumple las expectativas de los consumidores, que esperan que las compañías controlen ese tiepo de conductas. "Sin embargo, el modo en el que algunas marcas responden a los trolls solo favorece más troleos", denuncia.