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El declive de la reputación y marca personal de los pseudo gurús del marketing e influencers tecnológicos por la venta de cursos

Por Redacción - 10 Febrero 2025

En los últimos años, la figura del influencer tecnológico o vinculado al mundo del marketing digital ha cobrado una relevancia significativa dentro de la industria digital. Lo que comenzó como una labor de divulgación y educación desinteresada en plataformas como YouTube, Twitter/X o blogs especializados, ha evolucionado hacia un modelo de monetización basado en la venta de cursos. Sin embargo, este cambio estratégico no ha estado exento de polémica, ya que cada vez más voces dentro de la comunidad tecnológica cuestionan la calidad de estos productos y el impacto que tienen en la credibilidad de quienes los promocionan.

La diversificación de ingresos es una tendencia natural en el mundo digital. Muchos creadores de contenido y autodenominados expertos, han encontrado en la comercialización de cursos una forma viable de rentabilizar el conocimiento que comparten con su audiencia. Para algunos, esta transición ha sido el reflejo lógico de una carrera profesional que les ha permitido capitalizar años de experiencia. Sin embargo, para otros, el paso del contenido gratuito al pago ha generado un dilema ético que ha terminado afectando su imagen pública.

Las promociones de cursos y entrenamientos "infalibles" para generar ingresos sin apenas inversión, dedicación o esfuerzo se han convertido en una constante.

El problema con este tipo de discursos es que, en la mayoría de los casos, venden una ilusión más que una metodología realmente efectiva. Muchas de estas fórmulas se basan en principios de marketing ampliamente conocidos, empaquetados con un lenguaje atractivo y promesas exageradas. Frases como "gana dinero mientras duermes", "aplica este sistema probado y triplica tus ventas en días", o "consigue tu libertad financiera sin esfuerzo" son recurrentes en estas campañas, apelando a la emoción y la urgencia en lugar de presentar estrategias con base realista.

Además, estos cursos suelen depender en gran medida de la captación de nuevos compradores, lo que da lugar a esquemas que rozan lo piramidal. Algunos incluso monetizan más vendiendo la idea de que cualquiera puede replicar el modelo de negocio que el propio influencer usa para vender su curso, en lugar de ofrecer formación aplicable en múltiples contextos. Es un sistema que se retroalimenta: el verdadero negocio no está en la estrategia que venden, sino en la venta del curso mismo.

La calidad de los cursos en entredicho

Uno de los puntos más críticos de este fenómeno es la calidad variable de los cursos. Mientras que algunos creadores han diseñado programas educativos bien estructurados y con material valioso, otros han optado por reempaquetar información básica disponible de forma gratuita en la web. Este reciclaje de contenido no solo decepciona a los compradores, sino que también contribuye a la percepción de que muchos de estos cursos son simples estrategias de marketing más que herramientas de aprendizaje genuinas.

Las promesas de resultados rápidos o la insistencia en esquemas de aprendizaje acelerados, grandes logros personales o profesionales y cambios de dinámicas, han sido dos de los principales factores que han erosionado la confianza. Aún así, algunos de ellos, como el famoso “Llados”, siguen ganando adeptos e incautos, ya que su éxito muchas veces se basa en la capacidad de vender una idea atractiva más que en la efectividad real de sus métodos.

El modelo de negocio basado en la venta de cursos también ha suscitado interrogantes sobre la autenticidad de los influencers.

Antes de monetizar su conocimiento, muchos de ellos eran considerados fuentes confiables de información objetiva. Sin embargo, el momento en que un creador de contenido pasa a depender económicamente de la venta de un curso, su discurso puede cambiar. En lugar de ofrecer recomendaciones imparciales sobre tecnologías, herramientas o metodologías, algunos empiezan a inclinarse por narrativas que favorecen sus propios intereses comerciales, lo que mina la confianza de su audiencia y termina derivando en el encasillamiento clásico del "vende humos".

El impacto en la credibilidad es quizás la consecuencia más grave de esta tendencia. La comercialización agresiva de cursos ha llevado a que algunos influencers sean vistos como meros vendedores en lugar de expertos en su campo específico. Cuando la estrategia de ventas se antepone a la calidad del contenido, la audiencia responde con escepticismo y abandono. La saturación del mercado ha hecho que los consumidores sean más exigentes y cautelosos, lo que dificulta la sostenibilidad de este modelo a largo plazo. Por otro lado, la proliferación de cursos sobre marketing digital o nuevas tecnologías vendidos por pseudo gurús del marketing o influencers sin una certificación o trayectoria formal en la enseñanza o experiencia profesional demostrada, está contribuyendo al problema del intrusismo en la formación profesional. Esta saturación genera varios efectos preocupantes en el sector educativo y en la percepción del aprendizaje en tecnología.

En este sentido, uno de los principales problemas es que muchos de estos cursos carecen de un marco pedagógico sólido. No todos los creadores de contenido tienen experiencia en la enseñanza, lo que se traduce en materiales desestructurados, falta de seguimiento y metodologías poco efectivas. Esto contrasta con la formación profesional reglada, que sigue estándares diseñados para garantizar un aprendizaje progresivo y aplicable en entornos reales de trabajo. Además, la facilidad con la que cualquier persona con cierta notoriedad en redes sociales puede lanzar un curso ha provocado una saturación del mercado. La falta de regulación en este ámbito permite que se vendan programas educativos sin controles de calidad, lo que termina afectando a quienes realmente buscan formación seria y bien fundamentada. En muchos casos, estos cursos son presentados como atajos hacia el éxito en la industria tecnológica, cuando en realidad aprender habilidades técnicas requiere tiempo, práctica y una base teórica bien cimentada.

Este fenómeno también tiene un impacto en los profesionales de la educación y la formación especializada. Las instituciones y formadores con experiencia ven cómo su labor es desvalorizada frente a promesas comerciales de aprendizaje acelerado. Mientras que los cursos bien diseñados incluyen ejercicios prácticos, tutorías y sistemas de evaluación, muchos cursos de influencers carecen de estos elementos, ofreciendo solo vídeos pregrabados sin interacción con el estudiante.

Los profesionales del sector

Los grandes profesionales del sector también pueden ostentar el grado de influencers y, al mismo tiempo, aportar un valor real a través de la formación y la creación de cursos. Sin embargo, cuando se trata de expertos con una trayectoria consolidada, sus iniciativas educativas suelen estar respaldadas por entidades formativas de prestigio, lo que garantiza un estándar de calidad y un enfoque estructurado en la enseñanza.

A diferencia de los influencers que entran en la formación como una estrategia comercial sin una base pedagógica sólida, los profesionales con experiencia suelen desarrollar programas que están alineados con las necesidades del mercado y que siguen metodologías comprobadas. Estos cursos no solo se enfocan en transmitir conocimientos prácticos, sino que también ofrecen una visión estratégica basada en la experiencia real del instructor, algo que difícilmente se encuentra en programas diseñados únicamente para la venta masiva.

El respaldo de instituciones educativas, universidades o plataformas reconocidas también implica un control de calidad sobre el contenido impartido. La acreditación y certificación de estos cursos permiten a los estudiantes acceder a un aprendizaje validado y aplicable en entornos profesionales, lo que se traduce en mejores oportunidades laborales y una formación más completa. Además, estos programas suelen incluir elementos clave como asesoría personalizada, evaluaciones y proyectos prácticos, aspectos que muchas veces están ausentes en los cursos vendidos de manera individual por influencers sin formación en docencia.

Este contraste es fundamental en el debate sobre la credibilidad de los cursos ofrecidos por influencers tecnológicos. Si bien la popularidad en redes puede ser una herramienta poderosa para compartir conocimientos, no siempre es garantía de calidad educativa. La diferencia entre una formación seria y una estrategia de marketing radica en el compromiso con el aprendizaje real y en la validación del conocimiento transmitido.

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