
Por Redacción - 12 Mayo 2025
La inteligencia artificial se ha convertido un tema recurrente por su evidente impacto en sectores como la publicidad y el marketing. Ya no es solo una tendencia emergente, sino una herramienta estratégica fundamental que redefine cómo las marcas comprenden, interactúan y responden a sus audiencias.
Sin embargo, mucho antes de que la inteligencia artificial (IA) se convirtiera en una herramienta central en el marketing moderno, ya existían pensadores que vislumbraban su llegada y el profundo impacto que tendría en la forma en que las marcas se conectan con los consumidores. Aunque el término “IA” no siempre estaba presente en sus escritos, estos pioneros sentaron las bases conceptuales y estratégicas que hoy sustentan las campañas personalizadas, el análisis predictivo y la automatización inteligente que dominan el panorama publicitario actual.

Uno de los primeros en advertir el poder de la persuasión tecnológica fue Vance Packard, autor del influyente libro The Hidden Persuaders (1957). En su obra, Packard analizaba cómo las marcas utilizaban técnicas psicológicas para moldear los deseos de los consumidores. Si bien la inteligencia artificial aún era ciencia ficción, su inquietud sobre el uso de datos para manipular decisiones anticipó un debate que hoy es crucial: el uso ético de algoritmos que interpretan emociones y comportamientos para vender más eficazmente.
Décadas después, David Ogilvy, considerado el padre de la publicidad moderna, promovió un enfoque publicitario basado en la investigación rigurosa del consumidor. En Ogilvy on Advertising (1983), insistía en que los datos debían guiar cada decisión creativa. Su respeto por la información empírica como base de toda campaña fue una intuición visionaria de lo que la IA haría posible: el análisis masivo de datos para afinar los mensajes publicitarios con una precisión antes impensable.

En la misma línea, el consultor de marketing tecnológico Regis McKenna fue uno de los primeros en hablar abiertamente de la "personalización masiva", ya en 1991. Para él, el marketing debía dejar de ser un monólogo para convertirse en una relación personalizada con cada cliente, sostenida por la tecnología. Esa idea, casi utópica en su época, es hoy una realidad cotidiana gracias a la IA, que permite a las marcas hablarle a millones de personas de forma única y personalizada.
Don Peppers y Martha Rogers, autores de The One to One Future (1993), llevaron esta idea aún más lejos. En su libro, describieron un mundo donde el marketing dejaría de dirigirse a segmentos generales y comenzaría a tratar con individuos como tales. El marketing “uno a uno” que proponían requería capacidades tecnológicas que en aquel entonces no existían, pero cuya llegada, como lo demostraron los sistemas de recomendación actuales y los asistentes conversacionales, fue anticipada con notable precisión.

Por su parte, el célebre Philip Kotler, ya en los años 80 mencionaba la posibilidad de emplear sistemas expertos para automatizar tareas de marketing. Reconocido por estructurar el marketing como una ciencia moderna, Kotler fue uno de los primeros académicos en hablar de la convergencia entre tecnología, datos y estrategia comercial. Su enfoque no solo legitimó la investigación en marketing como disciplina, sino que también auguró el uso intensivo de algoritmos y automatización que la IA haría posible en el siglo XXI. Incluso figuras alejadas del marketing tradicional, como el futurista Alvin Toffler, dejaron su huella en esta evolución. En La Tercera Ola (1980), Toffler hablaba de una era de información personalizada, donde la tecnología permitiría adaptar productos y mensajes a las necesidades individuales de cada persona. Su visión de una economía centrada en la información anticipó de manera asombrosa los sistemas actuales de segmentación predictiva, impulsados por aprendizaje automático.

Seth Godin, una de las voces más influyentes del marketing digital desde finales de los 90, también contribuyó a esta narrativa. En Permission Marketing (1999), Godin defendía un enfoque donde los consumidores eligieran recibir mensajes relevantes, en lugar de ser interrumpidos por publicidad invasiva. Este respeto por la personalización y el contexto ha sido plenamente abrazado por la IA moderna, que optimiza no solo qué mensaje mostrar, sino cuándo, dónde y a quién.
Detrás de estas figuras hay una coincidencia notable y es que, todas reconocieron en distintos momentos, que el futuro del marketing dependería del uso inteligente de la información. Aunque no siempre mencionaron la inteligencia artificial con nombre propio, su visión de un marketing más humano, más preciso y más centrado en las necesidades individuales prefiguró el papel crucial que la IA desempeñaría décadas después.
Hoy día, herramientas como los chatbots, los algoritmos de recomendación, la automatización de campañas y el análisis de sentimientos dan forma a estrategias que estos visionarios apenas podían esbozar. Lejos de ser una ruptura con el pasado, la IA representa la evolución lógica de las ideas que estos expertos sembraron, consolidando una transformación que se gestó mucho antes de que la inteligencia artificial se convirtiera en tendencia.

