Innovación sin postureo: el fin de los mantras vacíos en el diseño y la tecnología
Por Redacción - 25 Noviembre 2025
El sector del producto digital, vibrante y en constante mutación, ha generado un corpus de frases hechas que, si bien buscan transmitir dinamismo e innovación, a menudo se revelan como narrativas vacías y desvinculadas de la práctica real.
Desde la promesa de ser "data-driven" hasta el lema de "poner al usuario en el centro", estos eslóganes se han instalado en el discurso de startups y grandes corporaciones, corriendo el riesgo de estancar la verdadera evolución y el pensamiento crítico. La consultora de diseño y tecnología Cloud District, consciente de este fenómeno, ha decidido abordar de manera frontal y autocrítica seis de los clichés más recurrentes, proponiendo soluciones tangibles para transformar el diálogo y, lo que es más crucial, la operativa del sector.
Esta iniciativa, articulada en la cuarta edición de su "Panorama de Producto Digital", surge de una profunda observación tras años de análisis. Carmen Boronat, CEO de la consultora, subraya la necesidad de ir más allá de la simple crítica. Su intención es cuestionar estas premisas para catalizar un progreso genuino, especialmente en un momento de efervescencia tecnológica marcado por la inteligencia artificial generativa. Según Boronat, la creación de productos verdaderamente relevantes y diferenciadores no puede partir de lugares comunes, sino de una profunda transformación en la manera de pensar y trabajar, un aprendizaje forjado en sus quince años de trayectoria. La exploración se complementa con un formato mixto que incluye podcasts con líderes del sector y una experiencia interactiva que permite indagar en estos clichés aplicados a industrias específicas como la sanidad, la moda, las finanzas o los seguros.
El primer gran mito desgranado es el mantra de "lanzamos rápido y luego iteramos". Este discurso, que persigue enfatizar la flexibilidad y agilidad, con frecuencia oculta una realidad dual: o bien se confunde la simple velocidad con el progreso significativo, o bien los procesos internos son, paradójicamente, mucho más rígidos, burocráticos y jerárquicos de lo que se predica.
Para romper con esta inercia, se impulsa la adopción de una sólida cultura de producto. Esto implica centrarse en la generación continua y sostenible de valor, fundamentada en ciclos de iteración, medición y aprendizaje constantes. Además, se destaca la importancia de considerar el bienestar del equipo como un pilar estructural directamente ligado a la productividad y, por ende, a la calidad y velocidad a largo plazo. En este contexto, la colaboración estratégica con equipos externos se perfila como una vía esencial para oxigenar procesos y testear nuevas dinámicas de trabajo.
Un segundo cliché es la omnipresente declaración "somos una empresa data-driven". La fe ciega en que "lo que no se mide no se puede mejorar" y la ostentación de poseer "muchísimos datos" resultan estériles sin una estrategia definida, generando a menudo una acumulación de información irrelevante que se convierte en mero ruido. La propuesta pasa por un cambio de paradigma: migrar del enfoque puramente cuantitativo al cualitativo. Esto requiere una transformación cultural profunda, capacitando a todos los equipos para operar con los datos de forma eficaz, y priorizando la comprensión de los motivos subyacentes a cada cifra. Se debe dejar de ver el dato como un elemento estático, revisado solo puntualmente, para integrarlo como un componente vivo en la toma de decisiones diaria.
El tercer gran lugar común bajo la lupa es "ponemos al usuario en el centro". Si bien se afirma "conocer al cliente" y "trabajar con evidencias de usuarios", la realidad es que a menudo se realizan pocas entrevistas de profundidad, el miedo al riesgo y las urgencias del negocio terminan pesando más que la voz real del consumidor, y las distintas áreas organizacionales no logran trabajar de forma sincronizada con el usuario como eje. La solución pasa por la erradicación de los tradicionales silos departamentales, integrando la investigación con usuarios en el pulso diario de la empresa mediante ciclos de trabajo cortos y continuos. Es fundamental priorizar un equilibrio sensato entre los objetivos del negocio y el respeto innegociable por la experiencia y las necesidades del usuario.
Otro punto de fricción es la falsa creencia de que "el gusto es lo que marca la diferencia", una narrativa que ha ganado tracción con el auge de la IA generativa. Esta idea choca con la realidad de que el diseño es frecuentemente relegado a una etapa tardía, siendo percibido como un mero adorno. Cloud District aboga por la reivindicación del diseño como una función transversal y un motor estratégico capaz de coordinar personas, negocio y tecnología, entregando valor con claridad y generando confianza. Se enfatiza el rol del diseño para garantizar que la integración de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial, responda siempre a un propósito claro. Además, se sugiere una distribución de la responsabilidad del diseño entre diferentes áreas para impulsar la eficiencia, la coherencia y el impacto global.
En quinto lugar, la afirmación "usamos la tecnología más puntera" suele ser una cortina de humo. Muchas empresas proclaman liderazgo en innovación y hacen de la IA su bandera, pero la incorporación de tecnología avanzada se confunde habitualmente con la existencia de una estrategia tecnológica coherente. El camino propuesto es dejar de perseguir la innovación por el simple hecho de innovar. Esto implica establecer un nuevo marco de trabajo que evite la trampa de lo puramente "puntero" y que, simultáneamente, preste atención a las "otras realidades" de la tecnología: ¿cómo impactan las decisiones tecnológicas en la reputación corporativa?, ¿y en qué medida se alinean con la normativa vigente?
Finalmente, el cliché de "estamos cambiando el juego" peca de hiperbólico. La exageración de la magnitud de la innovación lograda compromete la credibilidad frente a stakeholders, inversores o incluso la propia plantilla. Además, esta narrativa asume que el cambio drástico es siempre, por defecto, algo positivo y deseable. La consultora sugiere sustituir el foco en el cambio radical por una "evolución consciente". Para lograrlo, se propone la implementación de mecanismos de control que obliguen a las organizaciones a considerar las consecuencias no deseadas de sus acciones.
Un concepto inspirador es tomar como referencia el stack tecnológico para generar un stack de impacto, una herramienta que permita medir y gestionar de forma sistemática el valor generado no solo para el cliente y el negocio, sino también para el propio producto y el entorno general de la empresa. La superación de estos seis clichés se revela como un paso esencial para que el sector digital madure, sustituyendo el discurso superficial por una práctica empresarial centrada en el propósito y el valor real.











