
La prevención del fraude: una prioridad estratégica para las marcas y empresas en comercio electrónico
Por Redacción - 23 Junio 2025
El vertiginoso ascenso del comercio electrónico, con el 85% de los consumidores globales inmersos en transacciones en línea, ha transformado el paisaje económico, generando billones de dólares anualmente. Sin embargo, esta expansión digital ha traído consigo una sombra persistente: el fraude, una amenaza cada vez más sofisticada que exige una comprensión profunda y estrategias ágiles por parte de las empresas. Desde el robo de credenciales para realizar compras ilícitas, conocido como robo de cuentas, hasta el "fraude amistoso", donde clientes explotan políticas de devolución y promociones para obtener productos sin coste, las manifestaciones de esta lacra son variadas y desafiantes. Las compañías de comercio electrónico se ven, por tanto, en la imperiosa necesidad de intensificar sus inversiones en la lucha contra estas prácticas, buscando salvaguardar no solo sus ingresos, sino la confianza de sus usuarios en un entorno digital en constante evolución.
Las pérdidas anuales que enfrenta el sector del comercio electrónico debido al fraude son abrumadoras, estimándose en 48 mil millones de dólares globalmente. Esta cifra, proporcionada por Juniper Research, no solo engloba el valor de los pedidos fraudulentos, sino también los costes asociados al envío, las devoluciones de cargos y las tarifas de procesamiento, magnificando el impacto económico de cada incidente.
Es crucial entender que por cada 100 dólares en pedidos fraudulentos, las empresas incurren en pérdidas que ascienden a 207 dólares, una proporción que pone de manifiesto la naturaleza corrosiva de este problema. El incremento del 16% en las pérdidas globales por fraude el año pasado resalta la urgencia de adaptarse a nuevas modalidades de pago, como el "Compra ahora y paga después", que, si bien facilitan la adquisición para los consumidores, también abren nuevas avenidas para el fraude, exigiendo a los comerciantes una vigilancia constante y una capacidad de respuesta mejorada.
El mercado global de detección y prevención de fraude en el comercio electrónico ha experimentado un crecimiento exponencial, con un valor estimado de 57.51 mil millones de dólares en 2024, una proyección que anticipa un ascenso a 186.82 mil millones de dólares para 2030, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 21.45%. Esta expansión refleja la creciente concienciación y la inversión proactiva por parte de las empresas para contrarrestar la amenaza fraudulenta. A pesar de la magnitud del problema, se observan mejoras, con las empresas de comercio electrónico perdiendo el 2.9% de sus ingresos globales por fraude el año pasado, una reducción respecto al 3.6% del año anterior. Esta disminución abarca tanto los pedidos nacionales como los internacionales, sugiriendo que las estrategias implementadas comienzan a rendir frutos, aunque el camino por recorrer es aún considerable.
La gestión del fraude se ha consolidado como un componente esencial en la estructura de costes de las empresas de comercio electrónico, absorbiendo aproximadamente el 11% de sus ingresos anuales. Esta inversión varía significativamente según la región, con las empresas de Norteamérica y Europa destinando un 10%, mientras que las de Asia-Pacífico y Latinoamérica dedican un 15% y un 19% de sus ingresos respectivamente.
Esta disparidad regional podría atribuirse a diferencias en la prevalencia del fraude, las regulaciones locales o las capacidades tecnológicas implementadas. Por otro lado, las pequeñas empresas y los grandes conglomerados empresariales invierten un 12% de sus ingresos en gestión de fraude, superando el 10% de las empresas medianas, lo que sugiere que el tamaño de la operación no exime de la necesidad de una robusta infraestructura antifraude.
La diversidad de tácticas fraudulentas representa uno de los mayores desafíos para los comerciantes. El phishing, el pharming y el whaling se erigen como las formas más prevalentes de fraude en el comercio electrónico, afectando al 43% de los comerciantes globalmente en 2022, según Cybersource. Le sigue de cerca el uso indebido de primera parte, comúnmente conocido como "fraude amistoso" o fraude de contracargo, que impactó al 34% de los comerciantes. Este tipo de fraude, donde los clientes disputan cargos legítimos, resulta particularmente oneroso, generando 35 dólares en costes de gestión por cada 100 dólares en disputas. La prueba de tarjetas, el robo de identidad y el abuso de cupones o descuentos completan el cuadro de las cinco principales amenazas. Es alarmante observar que una cuarta parte de los compradores en línea admiten haber incurrido en alguna forma de fraude de políticas, como solicitar un reembolso sin devolver el producto o mentir sobre un pedido no recibido, revelando una faceta del problema que reside en el comportamiento del propio consumidor.
La prevención del fraude se ha convertido en una prioridad estratégica, con las empresas de comercio electrónico empleando un promedio de cinco herramientas de detección.
Entre las más utilizadas se encuentran los servicios de verificación de tarjetas de crédito (55%), la verificación de identidad (50%) y la autenticación telefónica de dos factores (44%). Aunque la evaluación manual de pedidos ha demostrado ser eficaz, detectando fraude en el 15% de los casos revisados, la mayoría de los comerciantes planean reducir o eliminar esta práctica intensiva en recursos, buscando soluciones más automatizadas y escalables. De hecho, el 75% de las empresas de comercio electrónico prevén aumentar sus presupuestos de prevención de fraude en el próximo año, una clara señal de la inversión continua en este ámbito crítico. La autenticación de dos factores se percibe como la herramienta más eficaz, mencionada por el 61% de los comerciantes, seguida por las soluciones de identificación de dispositivos y el aprendizaje automático, lo que subraya la confianza en la tecnología para fortalecer las defensas.
La lucha contra las reclamaciones de contracargos es otro frente clave. Nueve de cada diez comerciantes de comercio electrónico utilizan pruebas convincentes para impugnar estas reclamaciones ante las compañías de tarjetas de crédito. Un 72% de los comerciantes están al tanto de los cambios recientes en las políticas de evidencia de las compañías de tarjetas, y un abrumador 89% considera que estas modificaciones les ayudarán a combatir el fraude de contracargos de manera más efectiva. En cuanto a la apropiación de cuentas, el 59% de las empresas emplea CAPTCHA, mientras que un porcentaje significativo también recurre a herramientas de detección de bots, autenticación de dos factores y biometría del comportamiento, mostrando un enfoque multifacético para proteger las credenciales de los usuarios.
Desde la perspectiva del consumidor, el fraude de pagos es una realidad preocupante, con aproximadamente dos de cada cinco personas habiendo sido víctimas. Para muchos, no es una experiencia aislada, ya que el 62% de las víctimas han sufrido entre dos y cuatro ataques. Las estafas de compras en línea representan el tipo de estafa más común en 2025, superando a las de inversión y el robo de identidad.
Llama la atención que los adultos entre 35 y 44 años muestran la mayor susceptibilidad a las estafas de pagos en línea, aunque la Generación Z reporta las mayores pérdidas económicas promedio. Curiosamente, las mujeres tienen más del doble de probabilidades de ser víctimas de estafas de pagos en línea, si bien los hombres sufren pérdidas económicas individuales superiores. Este complejo entramado de datos subraya la necesidad de que tanto comerciantes como consumidores adopten medidas proactivas para navegar con seguridad en el vasto y a veces turbulento océano del comercio electrónico.

