La IA ya no solo es un factor de eficiencia, sino un verdadero motor de crecimiento que seguirá evolucionando en 2026
Por Redacción - 15 Septiembre 2025
La planificación estratégica para el próximo año se ha vuelto una tarea que exige un enfoque basado en datos y la comprensión de las tendencias que están transformando el mercado. Los directivos de marketing, en colaboración con sus equipos, se enfrentan a un panorama de gran complejidad, donde cada decisión presupuestaria y de estrategia debe estar justificada con métricas claras y proyecciones realistas.
La inversión en inteligencia artificial: un imperativo ineludible
El impacto de la inteligencia artificial ya no es una hipótesis, sino una realidad medible. Se proyecta que el mercado de la publicidad generada por IA alcanzará los 13.000 millones de dólares en 2026. Esta cifra ilustra que la IA no solo es un factor de eficiencia, sino un verdadero motor de crecimiento. Las estimaciones apuntan a que, para ese año, el 90% de los anunciantes utilizarán IA generativa para la creación de anuncios en video.
Además, casi el 60% de las empresas y organizaciones prevé integrar la IA como un miembro activo de sus equipos en 2026, frente al 45% actual que ya explora modelos de agentes inteligentes. La finalidad no es únicamente automatizar tareas rutinarias, sino coordinar múltiples agentes especializados capaces de aprender por sí mismos. Así, la alfabetización en IA deja de ser opcional y se convierte en una competencia indispensable para el desarrollo profesional.
Se ha cruzado un umbral decisivo: lo que antes era visto como un recurso de apoyo se transforma en un cerebro estratégico que no solo asiste, sino que diseña, dirige y optimiza campañas con autonomía.
La capacidad de la IA para procesar datos masivos en tiempo real, mucho más allá de las posibilidades humanas, la sitúa como un pilar central. Este cambio redefine el rol del profesional de marketing, que pasa a enfocarse en la orquestación y supervisión de estos sistemas, estableciendo marcos éticos y estratégicos que guíen sus acciones automatizadas. La clave no está en competir con la máquina, sino en colaborar con ella, fusionando creatividad humana con potencia analítica para alcanzar objetivos de negocio con mayor precisión y rapidez. La adaptabilidad se convierte, así, en la condición esencial para liderar en este nuevo paradigma.
La inteligencia artificial no se detendrá en 2026; al contrario, continuará su evolución hacia niveles de autonomía y sofisticación aún mayores
Lo que hoy se percibe como sistemas avanzados de apoyo, en el corto plazo se consolidará como plataformas capaces de tomar decisiones tácticas e incluso estratégicas dentro de marcos predefinidos, gestionando múltiples tareas en paralelo con mínima intervención humana. Esta evolución no solo aumentará la eficiencia operativa, sino que ampliará el alcance de lo que puede lograrse en marketing, desde la investigación de audiencias hasta la ejecución creativa y la optimización en tiempo real.
La multimodalidad será otro de los ejes centrales de este progreso. Los sistemas no se limitarán a trabajar con texto o imágenes por separado, sino que integrarán de forma nativa diferentes tipos de datos —video, audio, lenguaje natural, interacción física y hasta información procedente de sensores— para crear experiencias más contextuales y completas. Esto permitirá que las marcas diseñen campañas que no solo hablen al consumidor, sino que interactúen con su entorno, adaptándose a su momento específico de consumo.
La personalización alcanzará niveles inéditos
La personalización alcanzará niveles inéditos con algoritmos capaces de anticipar comportamientos y ajustar las interacciones no solo en función de las preferencias declaradas, sino también del estado emocional y el contexto en tiempo real. De este modo, cada punto de contacto con la audiencia se transformará en una experiencia dinámica, donde la marca no solo responde, sino que se adelanta a las expectativas del consumidor, construyendo una conexión más profunda y significativa.
El papel del profesional del marketing también se redefinirá en este proceso. La relación entre humanos y máquinas evolucionará hacia un modelo de colaboración, donde la IA funcionará como un colega digital que complementa las capacidades creativas y analíticas de los equipos. La supervisión ética, la dirección estratégica y la creatividad se consolidarán como los espacios donde la intervención humana seguirá siendo indispensable.
Por otro lado, la evolución de la inteligencia artificial traerá consigo una mayor presión regulatoria y ética. A medida que estas tecnologías se integren de manera más profunda en la vida cotidiana, será inevitable el fortalecimiento de marcos normativos que garanticen transparencia, explicabilidad y uso responsable de los datos. Las marcas que comprendan que la confianza es tan valiosa como la innovación estarán mejor posicionadas en un mercado donde los consumidores demandan no solo eficiencia y personalización, sino también claridad y responsabilidad.












