Por Redacción - 3 Octubre 2025
La expansión global de icónicas marcas de confitería escribe un nuevo capítulo en España con la llegada de Krispy Kreme, la enseña estadounidense famosa por sus donuts glaseados Original Glazed.
Este movimiento no es solo una transacción comercial, sino la materialización de un anhelo largamente alimentado por los aficionados a la repostería internacional y una significativa reconfiguración en la oferta de dulces en el mercado español. Tras generar gran expectación, la marca ha elegido Madrid como su primer punto de contacto directo con el consumidor peninsular, seleccionando ubicaciones estratégicas que buscan maximizar el impacto de su desembarco.

La elección de Madrid como plaza inaugural no es casual; la capital, con su constante flujo de residentes y visitantes internacionales y su marcada predilección por las novedades gastronómicas, se postula como el laboratorio ideal para testar la acogida de los productos. La apertura más reciente y destacada se ha concretado en el centro comercial Parquesur, ubicado en Leganés. Esta decisión subraya una estrategia que busca la alta afluencia y la visibilidad dentro de espacios comerciales consolidados. Parquesur, conocido por ser uno de los centros de compras y ocio más grandes y visitados de la Comunidad de Madrid, ofrece la plataforma perfecta para que el público se familiarice con la experiencia completa de la marca, que va más allá de la simple venta del producto.

La experiencia de consumo en Krispy Kreme es un pilar fundamental de su atractivo. La firma ha sabido construir un relato en torno a la frescura de sus productos, destacando el proceso de elaboración. El Original Glazed, el donut más vendido de la compañía y el gran protagonista de su oferta, se presenta a menudo bajo el concepto de "Hot Light" o "Luz Caliente", un indicador que avisa a los clientes cuándo los donuts están recién hechos y saliendo de la línea de producción, todavía calientes y con su glaseado perfectamente fundido. Esta teatralidad culinaria se convierte en un diferenciador poderoso que humaniza el proceso de fabricación y conecta emocionalmente con el consumidor, transformando una simple compra en un pequeño evento.
La llegada de Krispy Kreme intensifica la oferta en el nicho de la bollería premium, un segmento del mercado de la alimentación que ha mostrado una notable resistencia y evolución. El consumidor español, si bien valora la tradición de la repostería local, se muestra cada vez más abierto a incorporar influencias y sabores de otras culturas. Este fenómeno obliga a las cadenas de bollería y a las pastelerías artesanales a redefinir su propuesta de valor, centrándose en la calidad de los ingredientes, la innovación en los sabores y, crucialmente, en la experiencia de marca.
La marca estadounidense no solo trae consigo una receta, sino también una cultura de consumo muy definida. Sus productos, conocidos por su textura ligera y su icónico glaseado, se posicionan en la mente del consumidor como una indulgencia accesible. El desafío para la firma será ahora mantener la calidad y la promesa de frescura que la ha hecho famosa a escala global, adaptando su cadena de suministro y producción a las especificaciones del mercado local. Este proceso de adaptación, que requiere una meticulosa orquestación logística y de personal, es el verdadero termómetro del éxito a largo plazo de una marca internacional en un nuevo territorio.
Además de su producto estrella, la oferta se complementa con una amplia variedad de sabores y rellenos, junto con una línea de bebidas, principalmente café, diseñada para maridar perfectamente con los dulces. Esta diversificación asegura que la marca pueda captar a un espectro más amplio de consumidores, desde aquellos que buscan el clásico inalterable hasta quienes desean probar las ediciones limitadas o las combinaciones estacionales.

El interés mediático y la afluencia inicial observada en las primeras ubicaciones, como la tienda de Parquesur, son indicativos del fuerte capital de marca que Krispy Kreme posee incluso antes de consolidar su presencia física. Este primer paso en Madrid, en este mes de octubre de 2025, marca el inicio de lo que se perfila como una expansión progresiva que, si sigue la tendencia de otros mercados europeos, buscará replicar la fórmula de éxito en otras ciudades clave de la geografía española. La industria dulce observa atentamente cómo este nuevo actor reajusta las expectativas y los estándares de consumo de bollería en la península ibérica.












