Por Redacción - 19 Septiembre 2025
El desfile de Carolina Herrera en la Plaza Mayor de Madrid, más allá de ser un simple evento de moda, representa un caso de estudio en marketing de lujo y branding.
La decisión de la marca de trasladar su desfile principal fuera de Nueva York para presentarlo en un lugar tan emblemático de la capital española es una estrategia calculada con múltiples objetivos. En primer lugar, busca consolidar su posicionamiento global al asociar su marca con una ciudad rica en historia, arte y cultura. Madrid, conocida por su vitalidad y su elegancia, se convierte en un aliado estratégico para la narrativa de la firma. Al unir su nombre a un espacio de encuentro público, la casa de moda comunica un mensaje de accesibilidad y cercanía, humanizando su imagen sin perder el aura de exclusividad.
Desde una perspectiva de relaciones públicas, el evento fue una maestría en la generación de atención mediática. Al elegir un lugar icónico como la Plaza Mayor, que es un símbolo universal de Madrid, la marca se garantizó una cobertura masiva no solo en medios de moda, sino también en medios generalistas y de turismo.

La expectación generada, sumada a la presencia de celebridades internacionales y nacionales como Anya Taylor-Joy y Lola Dueñas, se tradujo en una amplificación del mensaje a una escala sin precedentes. La retransmisión en directo del desfile en un espacio público como la Plaza de Callao y las activaciones pop-up crearon una experiencia compartida, permitiendo que un público más amplio se sintiera parte del evento, lo que fomenta el engagement de marca y la conexión emocional.
Además, esta estrategia de marketing se centra en la creación de contenido viral. La puesta en escena en la Plaza Mayor, con su telón de fondo arquitectónico, se diseñó para ser altamente fotogénica y compartible en redes sociales. El uso de la iluminación, la música y la propia majestuosidad del lugar convirtió el desfile en un espectáculo visual que los asistentes, los medios y el público en general desearon capturar y compartir. Este contenido generado por el usuario es una herramienta poderosa para el marketing actual, ya que actúa como un respaldo orgánico y auténtico de la marca, superando en impacto a la publicidad tradicional. La colección, inspirada en la movida madrileña y con guiños a la cultura local, como los claveles y las violetas, reforzó esta conexión emocional, demostrando un profundo conocimiento y respeto por la ciudad anfitriona.

La elección de un elenco de modelos diverso, que incluyó a veteranas como Stella Tennant, no solo celebra la belleza en todas sus formas, sino que también es una declaración de marketing inclusivo.
Este movimiento resuena con una audiencia contemporánea que valora la autenticidad y la representación. Al mostrar que el estilo y la elegancia no tienen edad, Carolina Herrera amplía su mercado y se posiciona como una marca relevante y consciente. El evento, en su conjunto, no fue simplemente la presentación de una colección, sino una campaña de marketing integrada que combinó la narrativa de marca, las relaciones públicas, la creación de experiencias y la amplificación digital para fortalecer su posición en el mercado global. Fue una demostración de cómo la alta costura puede trascender la pasarela y convertirse en un evento cultural que deja una huella duradera en la mente del consumidor.












