Opinión Marketing Digital

De los falsos "influencers" y la nueva era del Marketing de los humildes

La escena del marketing digital y los "social media" ha terminado convertida en un auténtico punto de reunión de chamanes y gúrus improvisados
Founder & Dtor. Editorial en PuroMarketing

El término "Influencers" está de moda. A pesar de no ser un concepto novedoso o algo nuevo, su utilización ha venido incrementándose con el auge de internet y los medios digitales. Es precisamente en este medio, donde también las nuevas técnicas y estrategias de marketing se han consolidado, la figurar del influyente ha venido acaparando y ganando protagonismo.

¿Pero que es un Influyente? La propia Wikipedia nos ofrece una amplia descripción que puede ayudarnos a entender este fenómeno, así como el de las diferentes estrategias derivadas y apoyadas en la figura del influyente. Sin embargo, al final de la propia información, nos ofrece como cierre un curioso dato "La influencia de los bloggers y otros usuarios de los medios sociales es un tema de mucha discusión", haciendo además referencia a diferentes libros y publicaciones donde como conclusión, muchos expertos siguen sin están del todo convencidos de la importancia real y del impacto de los nuevos influyentes que predican a través de los medios y redes sociales.

Al hilo de todo ello, destacaría algunas recientes opiniones de profesionales reconocidos como Gaby Castellanos, que abordan este fenómeno en una especie de denuncia contra el "postureo" y los falsos profetas del marketing que tanto prometen o que tan bien se venden sin realmente tener el verdadero poder o relevancia para cambiar nada. "Digital influencers: el fraude de la influencia en internet" es el título del artículo con el que pretende ponernos de sobre aviso, sobre los riesgos y peligros de confiar en la creciente generación de "supuestos Influencers".

La escena del marketing digital y los "social media" ha terminado convertida en un auténtico punto de reunión de chamanes y gúrus improvisados

Es evidente que la evolución y proliferación de los medios y redes sociales, ha servido para dotar de nuevas herramientas a los profesionales. Pero también se han convertido en un potente altavoz que más allá de las marcas, muchas personas, profesionales y hasta celebridades han sabido aprovechar y utilizar para ganar visibilidad y notoriedad. Sin embargo no todos aparecen de la nada con un "balsamo de fierabras" como receta y solución para todos los problemas y males. La escena del marketing digital y los "social media" ha terminado convertida en un auténtico punto de reunión de chamanes y gúrus improvisados que nos repiten lo que todos ya sabemos, sin explicar jamás ni demostrar lo que ellos, con sus fórmulas mágicas han logrado.

Y es que, ¡ser reconocido como Influyente mola! Es la moda. Aparecer en cada ranking de influyentes y seguir aumentando el número de seguidores para sacar pecho es imprescindible. Al menos para tener un argumento o convencerse de sí mismo de que, cuando al repetir un "topicazo", somos vistos por los demás como auténticos visionarios de la "New age" del Marketing. Es evidente que no puede faltar ese ego desmedido, más típico de actores secundarios que de verdaderos famosos y mirar a los demás como por encima del hombro.

El resultado de todo esto, y lo acontecido durante los últimos años, ha servido sin duda para estigmatizar a todo un sector cuyos profesionales son ahora etiquetados como auténticos "vende humos" que deben enfrentarse en su día a día a todos los prejuicios que se han ido extendiendo y generalizando. Mientras tanto, los ególatras sin tapujos que solo hablan de sí mismos, campan a sus anchas creyéndose poderosos semidioses resucitados, y lo que es peor, ejercitando sus encantos como si sus palabras fueran cantos de sirena. Algo posible puesto que los falsos influyentes se alimentan de la ingenuidad y de la ignorancia ajena.

El lado positivo de todo esto, es que puedo asegurarles de que existen de igual forma, verdaderos influyentes y verdaderos profesionales que han sido y siguen siendo reconocidos por su labor y trayectoria profesional. Auténticos influyentes que con su trabajo han abanderado la innovación de los grandes cambios. Auténticos pioneros del nuevo marketing a los que para influir no requieren de rimas, versos y pareados pronunciados desde un escenario. Su reputación es el resultado de lo que han creado y no de lo que intentan contarle a los demás, e incluso mucho más allá, vivir de contar los éxitos de otros. Ni siquiera estamos hablando de reconocidos líderes de opinión. Son solo parte de un fraude.

Los verdaderos influyentes se han convertido en personas alejadas de exhibir su propio ego, capaces de cambiar el rumbo de las cosas basándose en sus experiencias y logros profesionales.

Tampoco podemos reducir o simplificar el concepto de la influencia a la capacidad de compartir o viralizar un mensaje o un vídeo a través de las redes sociales. Ni a los rankings de amigos. Y mucho menos elevar a la "categoría divina" a quienes de alguna forma acumulan miles de seguidores o fans en este tipo de medios. La influencia y el papel del verdadero influyente es mucho más.

Los nuevos y verdaderos influyentes forman parte de la nueva era del "Marketing de los humildes" y se han convertido en personas alejadas de exhibir su propio ego, capaces de cambiar el rumbo de las cosas basándose en sus experiencias y sus logros profesionales, y admitiendo el reconocimiento de otros aun sin la necesidad de terminar convertidos en estrellas de la "farándula del social media". Profesionales de éxito que no necesitan ni falsas puestas en escenas, ni alfombras rojas ni etiquetas. Son admirados por lo que han logrado, que al final es, lo que hace posible sean reconocidos sin necesidad de tener que añadir ni decir nada. El verdadero influyente es aquel al que escuchan y al que admiran, no solo al que "retuitean" o aplauden.

Todo el mundo tiene derecho a evolucionar y proliferar partiendo desde la nada. Todo el mundo tiene derecho a pensar que puede superar o ser mejor que otros. Todo el mundo tiene derecho a vender su capacidad y talento profesional. Todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida, pero al final, existe una gran diferencia entre terminar convertido en un mito o terminar convertido en un "payaso"adicto a los aplausos.

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