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Las empresas temen manejar datos incorrectos en la era del big data

Por Redacción - 16 Marzo 2015

Una de las grandes fuentes de riqueza de las empresas en el mundo moderno - y mucho más cuando se piensa en el futuro próximo - es la información. Los datos se han convertido en el elemento que puede marcar la suerte o el fracaso de una compañía y la que puede servir como llave para nuevas y múltiples oportunidades de negocio. Los consumidores son una fuente cada vez más importante de información sobre ellos mismos y cada vez son más los puntos en los que las compañías se pueden apoyar para recabar datos que servirán para entenderlos y descubrir cómo son y qué quieren. Todo este nuevo terreno de juego es el que el big data marca para las empresas y es el que está haciendo que toda empresa, toda organización, se esté convirtiendo en una obsesa de la información.

Todos quieren saberlo todo y todos quieren tener todos los datos posibles. Recabar datos se ha convertido en una necesidad, pero ¿qué ocurre cuando los datos que se recopilan no son los más adecuados?

Existen muchos problemas que las empresas deben solventar para poder tener una buena base de datos que sirva para entender a esos consumidores. Uno de ellos es el tener datos de muchas fuentes. Otra el que los datos no estén estructurados (muy relacionado con el primero) y que por tanto sea difícil leerlos. Y, quizás, otro de los grandes problemas (y uno que las empresas temen especialmente) es que los datos no sean en realidad tan útiles como se esperaba de ellos.

Las empresas están muy preocupadas por la verosimilitud de la información: es decir, quieren que los datos que tienen sirvan realmente para entender a los consumidores porque den realmente información desde dentro de los mismos. Pero igual que esperan eso son conscientes de que, muchas veces, la información no es todo lo correcta que pensaban. O que si es verdad no es en realidad lo que necesitaban. O al menos temen que así sea. Un estudio de Experian (realizado sobre todo entre empresas europeas, España incluida) demuestra esta realidad: un 92% de las empresas encuestadas teme que los datos que tiene no sean adecuados. El temor es además mayor que en el año precedente, cuando solo el 86% de los encuestados temía que la información fuese inadecuada.

Los responsables de las compañías son conscientes del poder y del valor de los datos, pero eso no impide que sientan sudores fríos ante ellos. ¿Qué es lo que lleva a las empresas a sufrir estos temores? El estudio se lo ha preguntado. La primera razón por la que los responsables de las compañías temen a los datos está en el acceso a los propios datos. El primer foco de problema está en la propiedad y la coordinación de la información. Un 63% de las compañías, según el estudio, no tiene una política coherente de acceso a los datos y tampoco cuenta con una centralizada. Es decir, los datos están ahí pero las firmas están fallando en cómo gestionarlos y en cómo acceder a ellos como entidad.

El segundo problema al que se enfrentan las empresas es el método para cosechar esos datos. Muchas firmas siguen empleando métodos completamente desfasados para crear su caudal de datos, que no sirven para jugar en las grandes ligas del big data. De hecho, y de forma muy sorprendente, un 29% de las compañías encuestadas siguen haciendo una limpieza de datos (eliminar información incorrecta, por ejemplo, o cubrir campos que no estaban cubiertos) de forma manual.

Y todo esto a pesar de que las compañías sí son plenamente conscientes de que los datos son fundamentales en sus decisiones: Un 95% de las empresas considera que los datos les ayudarán a entender a sus consumidores y un 70 de aquellas compañías que tuvieron beneficios al alza va a invertir en datos durante el año en curso.

Cómo pueden engañar los datos

El poder de los datos es bastante indiscutible. Un estudio señalaba recientemente que solo a la economía europea el big data aportará 206.000 millones de euros en 2020. Las cantidades son muy elevadas, pero lo cierto es que este cambio tecnológico tiene una aplicación transversal a todas las industrias y por tanto puede impactar no solo en el día a día de las empresas sino también en el PIB de los países en los que están.

Y ante tantas buenas noticias, ¿puede existir un elemento que haga pensarse un poco más toda esta situación? ¿Pueden los datos no generar dinero y riqueza de forma tan milagrosa como se espera? Obviamente: el big data no es una varita mágica y los responsables de las compañías no pueden esperar que resuelva todos sus problemas de forma automática y sin esfuerzo. De hecho, el big data también presenta grandes riesgos, como pueden ser el ciberespionaje, el sufrir por un exceso de datos o las nuevas exigencias en política de protección de datos.

Pero a un primer nivel, los datos pueden sufrir de muchas cosas. La primera es que no todos los datos sirven para lo mismo. Las empresas no deben cosechar datos de forma alocada y tienen que pensar qué quieren y para qué lo quieren. La segunda es que los datos por si solos no sirven para nada. Se necesita una solución tecnológica que ayude a verlos y, sobre todo, a un profesional que sepa hacer las preguntas adecuadas (un data scientist). Y la tercera es que hay que buscar fuentes fiables de información, fuentes objetivas. Lo de dejar los datos en algo recogido a mano, por tanto, no es lo más adecuado.

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