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Los adblockers están dando origen a una auténtica guerra de intereses en la publicidad online

Las grandes firmas tecnológicas están inclinando la balanza de los adblockers

Por Redacción - 31 Marzo 2016

Los adblockers se han convertido en uno de los elementos de moda en los últimos tiempos, uno de los que más preocupa a la industria de la publicidad y uno de los que quita el sueño a la industria de los medios. Cada vez son más los consumidores que emplean estos sistemas para bloquear los anuncios en internet y cada vez son más los que están interesados en ellos. Los adblockers se han puesto de moda a medida que los consumidores se han ido sintiendo más saturados con los anuncios y más preocupados con su privacidad.

Y, a medida que se han ido poniendo de moda y han aumentado su recepción positiva entre los consumidores, ha ido creciendo también el interés de las marcas tecnológicas en ellos. Ahora no solo hay una guerra de adblockers entre medios y marcas y consumidores y extensiones por un lado y por otro. Ahora también hay una guerra entre los gigantes de la tecnología por ver quién se posiciona en ese mercado y cómo esto se puede convertir en un activo para atraer a los consumidores.

El último movimiento en este mercado llega de la mano de Microsoft. La firma va a crear su propio sistema de bloqueo de anuncios, que incorporará a Edge, el navegador con el que está intentando recuperar el terreno perdido con Internet Explorer (que pasó de ser el gran navegador dominante del mercado a quedarse como simplemente lo que viene de serie en Windows, mientras los consumidores descargan otros navegadores, como el Chrome de Google).

¿Qué es lo que Microsoft espera y qué es lo que esto significará? Como publican en Business Insider, lo que Microsoft ha anunciado es que espera lanzar una versión próximamente del navegador que ya incluya de serie un adblocker lo que hará que los consumidores no tengan que descargarse extensiones como la popular AdBlock Plus para dejar de ver los anuncios online.

El sistema de bloqueo de anuncios estará disponible (o eso esperan) en la próxima versión del navegador, que saldrá durante el verano. Microsoft escucharía así las peticiones de los usuarios y además estaría en realidad sumándose a una corriente más amplia. Al fin y al cabo, como recogen en Zdnet, los adblockers se han convertido en un elemento completamente mainstream.

Microsoft no es además la primera en lanzarse a la piscina y la primera en crear productos que están bloqueando la publicidad de serie. Safari, el navegador de Apple que opera tanto en escritorio como en dispositivos móviles, se convirtió en la gran noticia del mundillo tecnológico hace unos meses cuando anunció que empezaría a soportar sistemas de adblocking. A eso hay que sumar que cada vez son más los sistemas y los servicios que apoyan la idea de apagar la publicidad. Las operadoras de telecomunicaciones están empezando a lanzar servicios de conexión a la red móvil en los que no hay publicidad porque esa viene bloqueada de serie. El consumidor paga por acceder a internet sin anuncios, pero las operadoras consiguen convencerlos y hacer caja con un servicio alternativo. Teniendo en cuenta que los anuncios son auténticos vampiros de los datos móviles, como han demostrado diferentes estudios, el consumidor puede sentir que este nuevo formato de conexión "le compensa".

A estos servicios se suman el cada vez mayor éxito de los adblockers, que cada día tienen mayores cuotas de mercado, y también el que cada vez aparecen más herramientas dentro del segmento. Ni siquiera la idea de un navegador sin anuncios es nueva: hace unos meses se presentaba Brave, un navegador creado por un antiguo directivo de Mozilla, que prometía no solo bloquear los anuncios sino también todos los elementos que las marcas emplean, como las cookies.

El gran perdedor de esta guerra

Cierto es que ni Brave ni Edge tienen grandes cuotas de mercado y que para conseguir desbancar a la gran fuerza del mercado de los navegadores (Chrome) aún les queda mucho camino por recorrer. Y, claramente, Chrome no va a incluir nunca de serie un adblocker, ya que su dueño es Google y la principal fuente de ingresos de Google es, al final, la publicidad que los consumidores se encuentran en la red. A firmas como Microsoft los anuncios les resultan menos relevantes en términos de negocio, ya que ellos no tienen sus ingresos ligados a los anuncios y los mensajes publicitarios.

El gran perdedor en esta batalla puede ser por tanto Google. La compañía está de hecho en una guerra de fortalezas con Samsung, el fabricante de smartphones que emplea Android como sistema operativo y que es clave para la gran penetración de este sistema operativo móvil. Android es de Google, Google lo puede usar para controlar cosas que no le gustan pero el fabricante tiene el as en la manga de que sin ellos no habría realmente ninguna posición de fuerza posible. Google ha intentado bloquear extensiones de bloqueo de anuncios en la Play Store, aunque al final parece que Samsung (a favor) es quien está ganando la batalla.

La guerra enfrenta por tanto a todos los grandes nombres del mercado de la tecnología, que se posicionan en uno o en otro lado de la balanza marcados por lo que les da de comer. A firmas muy dependientes de la publicidad en internet, como es el caso de Google, estas maniobras le pueden suponer un ataque directo en su línea de flotación. Para las demás, ser el paladín del adblocker puede convertirse en la llave para llegar al consumidor y enamorarlo con su producto.

Y entre ellos sufren marcas y anunciantes

En esta guerra de fuerzas de los grandes del mundo tecnológico los grandes daños colaterales son, al final, los mismos que están sufriendo con la guerra del adblocker. Más allá de si han sido sus malas prácticas las que han impulsado la situación, tanto las marcas como los medios son las grandes perjudicadas por este boom de los adblockers. Los medios pierden ingresos (ingresos de los que depende su subsistencia) y las marcas pierden sus soportes publicitarios y oportunidades para llegar a los consumidores, todo mientras las grandes tecnológicas luchan por ser quien se lleve el gato al agua.

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